Matrimonio Igualitario: cuatro años de nuevos derechos con eje en la igualdad


Unas 15 horas de sesión ininterrumpida en el Senado de la Nación, meses de debate en comisión y más de tres años de intensa campaña para impulsar la ley, aunque realmente el triunfo responde a las décadas de lucha sin bajar los brazos por parte de la comunidad homosexual. Pese a que varios gobiernos le dieron la espalda, hoy su situación cambió y pueden festejar cuatro años de la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario en el país.

El camino fue arduo, pero el 15 de julio de 2010 Argentina se coronó como el primer país de América Latina en sancionar la normativa y el décimo a nivel mundial, reconociendo el derecho de miles de habitantes de su suelo que desde hace años sólo pedían ejercer con libertad su elección sexual y que esta sea avalada por el Código Civil.

Más allá del hito social y cultural, la ley también significó un enorme avance de derechos para las parejas homosexuales, que hoy pueden acceder a previsiones y beneficios sociales, tomar decisiones de salud en forma conjunta, contar con derechos de herencia y también de adopción.

“Mi esposo fue operado hace poco de la columna por un accidente de trabajo que tuvo en el pasado, y la obra social le cubrió el cien por ciento gracias a estar casado conmigo. Además, tenemos el tema de la herencia de bienes, que les quedarán a nuestros futuros hijos”, resalta Diego González.

Al 15 de julio de este año habían contraído matrimonio 9.362 parejas integradas por personas del mismo sexo; mientras que el secretario de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), Pedro Paradiso Sottile, resaltó a este medio que 2014 “es un año muy importante” en cuanto a cantidad de enlaces. “En lo que va del año en la Provincia hubo casi 1.500 casamientos y más de 1.400 en la Ciudad de Buenos Aires”, detalló.

La ley cambió la vida de muchas personas. Cada una de sus historias guarda su particularidad, y su final feliz no habría sido posible en otro contexto. Info Región recolectó algunas de ellas.



Con el apoyo de la familia. El 17 de febrero de este año se casaron Diego González y Diego González Duarte, es decir un casamiento igualitario en su máxima expresión. Ambos tuvieron la suerte de ser aceptados y respetados en su seno familiar, cosa que no siempre sucede.

Diego González tiene 32 años, es agente de la Policía bonaerense y trabaja en Almirante Brown. “Mi esposo también se llama Diego González, aunque con el apellido compuesto ‘Duarte’ y tiene 20 años”, menciona.

“Tenemos familias que nos aceptan. Mi mamá y mi tía no tienen prejuicios y los parientes de él, que son provenientes de Paraguay, tampoco tienen ningún problema”, cuenta a este medio.

Asimismo, reconoce que es “un agradecido” por la realidad que le toca vivir, ya que admite que en otra época “hubiera sido impensado” un enlace civil de personas homosexuales, al tiempo que resalta los beneficios de que su unión sea reconocida y amparada por la ley.

“Soy ateo, por eso aunque la Iglesia nos aceptara jamás iría a casarme dentro de una. Pero la idea del matrimonio civil nació pura y exclusivamente para pasar los bienes propios a otra persona, y porque te da otros beneficios como pareja”, indica.

Asimismo, el agente de la bonaerense asegura que siempre tuvo clara su orientación sexual. “Se lo dije a mi mamá a los 11 años y me aceptó”, apunta.

Diego fue en su adolescencia activista de la CHA. Según afirma, hoy es “activista de corazón”. “Hoy muchas personas no consideran necesario casarse. Me parece perfecto, pero hay otra gente, como nosotros, que sí lo considera importante, ya que tenemos beneficios jurídicos, como la obra social que beneficia a mi esposo”, indica.

A su vez, Diego y Diego tienen la intención de adoptar en un futuro. “El Matrimonio Igualitario es uno de los tanto logros que conseguimos que nos ‘devuelvan’, porque nosotros teníamos derechos y nos lo sacaron por machismo o ignorancia. Ahora esperamos poder adoptar”, asevera.



El derecho y la responsabilidad. “Gorda, ¿por qué no te levantás y vamos al Congreso? Porque si sale la ley nos vamos a casar”, le sugirió María Laura Tomas a su novia Romina cuando el Matrimonio Igualitario comenzaba a ocupar cada vez más lugar en la agenda política, a pesar de que ninguna había participado antes de ninguna marcha.

“Nunca estuve de acuerdo con el tema de cortar calles y de perjudicar la libertad del otro”, sostiene Laura, pero aquella vez el reclamo tenía un tinte diferente, propio.

Se conocieron en 2007 por chat y un domingo de agosto se encontraron para tomar algo. “Desde esa noche nunca más nos separamos”, afirma Laura, de 42 años.

El 10 de febrero de 2012, gracias a la ley 26.618, pudieron contraer matrimonio luego de dos años de convivencia. “Fue un momento único, muy nuestro. Con muchos amigos y las dos familias. Cada dos por tres miramos el video y las fotos porque fue algo mágico”, expresa Laura y asegura que desde aquel momento su amor “no cambió ni un poco”.

Sin embargo, aclara que el matrimonio implica “más responsabilidad”. “No es que yo me enojo y agarro mis cosas y me voy. Ya estás casada y si te enojaste, te la bancás”, resalta.

Y da cuenta de los beneficios del enlace civil. “Ahora si saco un préstamo o algo ya somos dos, no soy yo sola”, sostiene y menciona que la sanción de la Ley fue el inicio de un proceso. “Cuando, por ejemplo, voy a la obra social y me dicen ‘decile a tu marido que venga’, tengo que contestar que no, que tengo esposa, porque no se acostumbra usar el término ‘pareja’, que es más amplio”, destaca.

“Culturalmente iremos de a poquito educándonos”, confía, aunque cuestiona que sea necesario “tratar una ley para que dos personas que se aman, como cualquier otro ser humano, sean respetados”.

En su caso, Laura sufrió y aún sigue sufriendo cierto rechazo de parte de su familia, algo que sin dudas duele más que tener que esperar la sanción de una ley. “Mi mamá, mi papá y mi hermano no lo aceptan, y duele”, manifiesta.



Bodas de papel. Carlos Troncoso y Daniel Álvarez pudieron ser reconocidos como cónyuges en el Registro Civil recién en enero de 2013, aunque si fuera por ellos lo habrían hecho 18 años antes. Es que en 1995 fue su primer casamiento de manera simbólica y jamás se separaron.

“Nos conocimos en un boliche bailable, de casualidad, como cualquier pareja, como cualquier persona común y corriente”, recuerda Carlos (59) y señala que esa fecha de junio de 1994 está inscrita en la alianza de matrimonio.

Es que esta pareja de Wilde pasó por tres casamientos: “El primero fue en 1995, de carácter simbólico, y después, cuando salió la Ley de Unión Civil en 2002 en la Ciudad de Buenos Aires (Nº 1004) también hicimos una fiesta y todo. La última y definitiva fue el año pasado, cuando se aprobó el Matrimonio Igualitario”.

Asimismo, ellos son la prueba que refuta cualquier estereotipo homosexual. “Se han divorciado mis hermanos y nosotros seguimos adelante, con nuestras idas y vueltas, pero siempre juntos. La generalización es que las parejas gay no llegan a concretar felizmente un matrimonio”, menciona.

En cuanto a las familias de ambos, remarca que el enlace “fue aceptado bien”. “Ni siquiera en el trabajo, jamás nos hemos sentido discriminados. Hacemos una vida común y corriente. Respetamos y nos gusta que nos respeten”, señala.

Para Carlos, el momento de la sanción de la Ley significó “una gran alegría”. “Fue una felicidad bárbara saber que pronto iba a poder tener un montón de beneficios como cualquier otro matrimonio”, admite. “Me ha pasado de que a mi pareja la estuviesen operando y tenía que estar alguien de la familia con él, y yo no era nada. Ahora sí lo soy y puedo estar”, resalta.



Militancia y amor. Exactamente tres meses antes de que se apruebe la Ley de Matrimonio Igualitario, el 15 de abril de 2010, Martín Canevaro y Carlos Álvarez Nazareno se casaron en Capital Federal. Esta unión se pudo celebrar luego de que quedara firme la sentencia que declaró inconstitucional los artículos del Código Civil que la impedían.

Como puede pasar también entre un hombre y una mujer, primero gestaron una amistad y luego descubrieron que se amaban. “Nos conocimos en un encuentro de activistas por los derechos del colectivo LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y trans), y ambos compartíamos la pasión de militar por la igualdad”, recuerda Martín.

A su vez, asegura que lo que le dio marco a su amor fue “el activismo contra el racismo y la discriminación por orientación sexual e identidad de género”, ya que Carlos, además de uruguayo, es afro descendiente.

“Oriental casado” tituló el semanario uruguayo “Brecha” cuando Martín y Carlos se unieron. “La alegría por la igualdad traspasó el Río de la Plata y se hizo piel en la familia, hijas, amigos y en la comunidad afro y LGBT”, sostiene Martín.

A cuatro años de la sanción de la Ley, ellos lo destacan como “un histórico avance social y jurídico en materia de igualdad”, y apuntan a la “profundización del cambio cultural”. “La clave es la libertad, para que todas las personas, especialmente las nuevas generaciones, crezcan libres para desarrollar la orientación sexual e identidad de género que sientan”, indican.