Emprendimientos por fuera del trabajo: salida laboral con impronta propia


Cuando existe afición hacia actividades ajenas al trabajo, además de necesidades o aspiraciones en lo financiero, los hobbies pueden convertirse en un negocio. Basta con tener un poco de iniciativa para sacar provecho del tiempo libre. En la región son varios los vecinos que, con una actividad paralela a su profesión, logran llegar mejor a fin de mes y, sobre todo, disfrutar de una actividad que les resulta placentera.

Gastronomía, habilidad artesanal, decoración, jardinería, indumentaria, fotografía, entre otras opciones, pueden ser la excusa perfecta para encarar un nuevo proyecto. Así, es factible mezclar el placer y el conocimiento sobre un determinado rubro para también utilizarlos como fuente de ingresos.

“En estos casos, uno de los grandes desafíos para casi todas las personas es abandonar su zona de confort, dejar lo seguro para ingresar al terreno de lo incierto”, destaca el miembro de la ONG de emprendedores EMPREAR Milton Merlo.

“Steve Jobs decía que la vida es demasiado corta y todo lo que te haga feliz y te permita materializar tu pasión vale la pena y está ampliamente justificado”, asegura Merlo.

En la región abundan los casos de personas que, en paralelo a su profesión, dejaron fluir su pasión aventurándose hacia otros rubros y obtuvieron buenos resultados.



Abrirse a otro camino.Aunque se tenga talento, conocimiento o facilidad para realizar determinada tarea, a la hora de arrancar con un proyecto nuevo todo parte de la voluntad.

En el caso de Nicolás Vega, su amor por la cocina y su buena mano para la pizza lo convencieron para sumar a su trabajo en un estudio contable y su carrera como contador, un negocio que le es placentero y rentable. “Se nos presentó una oportunidad en un salón de fiestas ubicado en José Mármol, que nos ofreció encargarnos del catering de pizza libre del lugar. Fue así que comenzamos con este emprendimiento familiar, con la posibilidad de expandirnos y hacernos conocer poco a poco”, relata.

El joven de 21 años es empleado de media jornada en un estudio contable sólo los días de semana, lo que también le da tiempo a estudiar para contador público en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ).

“Puedo organizar mis actividades y dedicarle un tiempo a cada cosa. Respecto del emprendimiento, después de varios meses de trabajo logramos ampliar nuestro servicio para casas particulares y todo tipo de eventos, ofreciendo comidas que van desde entradas, variedades de pizzas, postres, mesa dulce y bebidas”, cuenta sobre su emprendimiento “Romeni Pizza Party”.

Daniela Benbaruj (46) es docente en la Escuela 26 de Lomas de Zamora, pero desde hace cuatro años combina la enseñanza con un arte que le apasiona: la muñequería.

“Ahora que mis hijos están grandes y logré acomodarme los horarios en la escuela, me animé a transitar el camino de lo que siempre me gustó, que es la artesanía, y empecé con el arte de la muñequería, haciendo souvenirs para amigas”, comenta Daniela, quien reconoce que se asombró cuando su trabajo “se fue desparramando de boca en boca”.

“Fue gustando lo que hacía, por eso decidí continuar ya que me gusta y me ayuda económicamente”, sostiene la mujer, que se define como “autodidacta”.

No obstante, cuando el emprendimiento comenzó a tomar color, no dudó en hacer cursos para perfeccionarse. “En principio no tenía la técnica suficiente y fui aprendiendo sobre la marcha”, sostiene y afirma que se mantiene “al tanto de lo que se usa y está de moda”.

“Arranqué con muñequería, luego con armado y venta de fuentes de agua y ahora sumé objetos de madera tipo country”, destaca.

Otra maestra de la región que se animó a las manualidades es María Luz Llera (37), que se especializa en tarjetería, souvenirs y diseños de impresión en general. “Antes de ser docente estudié diseño gráfico”, recuerda y comenta que todo comenzó “como un hobbie, haciendo cosas para la familia en determinadas fechas”.

“Luego empezaron a pedirme cosas otras personas de manera comercial. Así es que me interioricé en los costos y en ver cuál era el valor del mercado de trabajo, y de a poco fue corriéndose el boca en boca del negocio”, describe.

En el caso de María Luz, las redes sociales han sido de vital importancia para la difusión de sus trabajos: “Me manejo con gente conocida y a través de una página de Facebook (By Nanu & Co), donde subo todas las cosas que voy haciendo”.

Daniela, en cambio, aprovecha que su ámbito laboral está compuesto “en mayor medida, por mujeres”. “Eso a mí me propicia mucho el tema del trabajo paralelo. Son todas mamás conocidas y entonces suelen decirme ‘preparame tal cosa que viene tal fecha’ y así voy incursionando en cositas que me piden”, cuenta.

José Ganino (58), por su parte, tiene su emprendimiento en la Costa Atlántica, pero para llevarlo adelante trabaja todo el año desde su casa y su rectificadora de Temperley. “Mi trabajo como rectificador me deja algunos ratos libres para hacer lo que me gusta”, cuenta.

Si ve un pale tirado en la calle, maderas o cualquier objeto de desecho que le pueda servir, él pone manos a la obra. “Me encantan los duendes y las cosas hechas en madera. Siempre que voy por la calle tengo los ojos bien abiertos porque todo sirve, he encontrado ventanas rotas o bombas de agua y las he reciclado a nuevo”, cuenta.

Así, sus manos no sólo sirven para rectificar motores. José también es un artista y desde hace 15 años tiene su local (Sol&Luna) en Costa del Este, donde expone artesanías ajenas pero, sobre todo, de producción propia.



Placer y responsabilidad. Pese a la satisfacción que les genera desarrollarse en aquello que los apasiona, para alcanzar el éxito se necesita siempre constancia y dedicación. Es por eso que estas personas logran combinar el gusto por el trabajo que eligieron con la responsabilidad.

“A esto lo tomo como un micro emprendimiento, con la responsabilidad que corresponde, pero desde el hobbie para distinguirlo de mi trabajo”, expresa Daniela Benbaruj. Y destaca: “Cuando se trabaja desde ese lugar la obra es más sentida, no sos una maquinita que hace miles de réplicas para vender, sino que cada trabajo es personalizado para cada persona”.

Daniela se sienta a hablar con cada uno de sus clientes para que le cuenten lo que buscan y ella elabora su trabajo de acuerdo a eso. “La artesanía o la muñequería es un trabajo personalizado y no en serie”, menciona.

En cuanto a sus expectativas, éstas son bastante claras: “En cinco años me jubilo y estoy organizando mis tiempos para dedicarme plenamente a esto, que me gusta y es un mimito al alma”.

Nicolás Vega, por su parte, afirma que la clave de Pizza Party, su negocio, es “adaptarse a los horarios habituales” de los trabajos independientes de quienes integran el emprendimiento. “Distribuimos las tareas que cada uno puede realizar en base a esto, para así aprovechar cada oportunidad que se presente sin perder de vista nuestro principal objetivo, brindar el mejor servicio para el cliente”, señala.

Para María Luz, la responsabilidad “es la misma que la de un trabajo”. “A mí, con tres nenes chiquitos, me reditúa no sólo en lo económico”, resalta la docente y advierte que el momento de ponerse a diseñar tarjetas, fotografías, gigantografías, o murales le permite distraerse y “tomarlo como un pasatiempo”.

Similar es la mirada de José, quien describe cada momento en que se pone a crear como “un espacio personal y de creatividad que ayuda a evadir a la rutina y la cotidianeidad del trabajo y la vida diaria”.

Todo parte de una idea, de una iniciativa. Y, en este caso, el éxito alcanzado dependerá de la energía puesta sobre el proyecto, generalmente en los tiempos de ocio. Es por eso que, además de hacerlo para lograr una diferencia económica, la mayoría de quienes suman este tipo de hobbies o emprendimientos a su rutina lo hacen también por la satisfacción que les genera tener su proyecto propio.