Cine made in la región


El séptimo arte fue históricamente dominado por la industria hollywoodense, que se mantiene en esa cúspide no sólo por su poderío económico, sino también por conjugar masividad y calidad en sus producciones. En Argentina esta hegemonía jamás pudo ser opacada en lo comercial, al igual que sucede en el resto del mundo. Sin embargo, la industria de cine nacional en los últimos años ha sabido reposicionar la producción local, para la alegría de cineastas, críticos y público en general.

Además del quiebre que significó el Oscar obtenido por “El Secreto de sus Ojos” en 2009, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual sancionada ese año supo poner en discusión el consumo audiovisual de los argentinos.

En este contexto, el cine independiente se vio ampliamente favorecido a partir de la cantidad de festivales que se realizan cada año y el apoyo brindado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) en materia económica y de difusión desde hace una década.

De esta puja cultural, de hecho, habla el documental “Imágenes del Tío Sam”, realizado en 2012 por Daniel Stefanello. Esta realización del cineasta de Lanús es una de las tantas que se produjeron en la región en los últimos dos años de manera independiente, cosechando buenas críticas y premios, empezando por el Festival de Cine del Conurbano (FeCiCo), que se encarga año a año de albergar a cada una de las producciones.

Así como Stefanello, son varios los cineastas locales que proponen historias nuevas, con el sello de sus lugares de origen y una producción a puro pulmón. Info Región te presenta a directores que se animan a reflejar la impronta del Conurbano en 24 fotogramas por segundo.



La región en primer plano. Los films rodados en la región guardan una fuerte identidad local, ya sea por las locaciones empleadas o por el contenido de las narraciones y las historias en sí. Esto no es un componente menor para los realizadores y tampoco pasa desapercibido para los cinéfilos de estos lares.

En esta materia un referente es Gustavo Fontán, director de Banfield que cuenta ya con ocho largometrajes en su haber, tres de ellos filmados en su casa natal.

“Tuve una película fallida. Me habían contratado para dirigir en Barcelona con 14 actores extranjeros. Tras ese traspié me sentí muy mal porque entendía que no podía llegar a lo más profundo de lo que pretendía contar. Entonces, al volver decidí hacer cine con lo más cercano que uno tiene e hice la trilogía en mi casa natal (en sus películas ‘El Árbol’, ‘Elegía de Abril’ y ‘La Casa’), por supuesto que no para hablar de mi casa, sino como punto de partida para la captura de lo sensible”, expresa.

Fontán era licenciado en Letras, pero el cine le generaba “ciertas inquietudes”, por lo que a principios de los 90’ comenzó a estudiar en la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC). En 2011 recibió el Diploma al Mérito de la Fundación Konex como uno de los cinco mejores documentalistas de la década y el año pasado presentó su última obra, “El Rostro”, en el Festival de Cine de Roma.

“Imágenes del Tío Sam” es, quizás, la que mejor retrata la hegemonía de Hollywood sobre el cine nacional. Se trata del segundo film de Stefanello, que en 1998 ya había estrenado “H.G.O”, la biografía de Héctor Germán Oesterheld, autor de la historieta “El Eternauta”.

“La película incursiona sobre lo que hay detrás del negocio del cine, cómo funciona en relación a los shoppings y a la educación del espectador, que termina consumiendo ese tipo de material. Tiene, además, como uno de los vectores de desarrollo la pelea y las discusiones por la Ley de Medios en 2009”, explica el director de Lanús.

Y señala: “Me inspiré en los conflictos que tengo al desarrollar mi actividad. Me parecía muy importante que un medio como el cine se analice a sí mismo, ya que muchas veces se hacen películas sobre otros temas que no tienen que ver con los propios medios. Mi intención es que el espectador cuestione cuál es su lugar”.

Su vocación por el cine se inició a los 24 años y durante décadas trabajó como técnico. “Hasta que decidí tener el control de la palabra, el contenido y la producción”, recuerda.

Comenzando a transitar ese camino están Javier Di Pasquo y Hernán Roselli, que hace poco estrenaron sus primeras películas, así como también Florencia Calcagno, a punto de hacer lo propio.

Di Pasquo realizó sus estudios en Avellaneda y trabajó como camarógrafo hasta que pudo consolidar en 2013 su proyecto “De Trapito a Bachiller”, un documental que cuenta la historia de Gonzalo, un joven ‘trapito’ que vive en un terreno baldío de Capital y, a pesar de todos sus problemas, logra egresar de la secundaria.

“Obtuvimos el premio a mejor director en el Fe.Ci.Co. y la verdad que es un premio enorme. La película, si bien no se desarrolla en el Conurbano, se puede trasladar a muchos chicos de la Provincia que vienen a trabajar a Capital. La historia de Gonzalo puede ser la de cualquier chico de Lomas de Zamora, de Lanús o Avellaneda”, destaca el director.

El film del lomense Hernán Roselli, en tanto, es netamente regional. “Mauro” vio la luz en abril de este año y tiene a esta parte de la Provincia como eje visual y temático.

“Desde el primer momento mi idea fue producir de forma independiente, filmamos durante cuatro años y editamos a la par”, menciona el director y sostiene: “Había algo de la periferia del Conurbano que estaba siendo dejado de lado en el cine argentino más contemporáneo y sobre esa idea salió la película. Incluso está hecho por toda gente de la zona, el protagonista es de Lanús”, indica.

Calcagno, por su parte, se encuentra terminando su primer largometraje: “Margarita”.

“Estuvimos filmando en las estaciones de Banfield, Temperley, en el barrio ferroviario de Lanús, en la UNLa y la UNLZ, en El Ensamble. Nosotros somos muy localistas, nuestra idea es revalorizar la zona sur porque es como un sentido de pertenencia”, resalta la directora del corto “El Hombre Caja”.



Producción y motivación en el circuito independiente. Si bien hoy existen diferentes fomentos al cine, principalmente los provenientes del INCAA y de los festivales que se realizan año a año, la realidad es que sigue siendo muy complicado financiar una película y, mucho más, obtener algún rédito de ello.

“Arrancamos sin cobrar, como un trabajo ad honorem y sin presupuesto. Presentamos el proyecto en el INCAA, lo aprobaron y a mitad del rodaje pudimos empezar a pagarles aunque sea a los camarógrafos y los sonidistas”, comenta Di Pasquo sobre el rodaje de su ópera prima.

No obstante, sostiene que remar contra la corriente “vale la pena”. “El hecho de crear el artilugio de la narración, buscar el conflicto o las problemáticas en situaciones cotidianas motiva mucho. También iluminar o decir algo que no está dicho, poner un tema en la vidriera para que otros lo puedan ver y se reflexione”, expresa el director.

“Imágenes del Tío Sam” fue encargada de abrir el Festival de Cine del Conurbano 2013 en el Centro Cultural Padre Mugica y tuvo un gran impulso luego de haber ganado un concurso de largometrajes del INCAA.

“El instituto no se ha metido para nada en la película ni en el contenido, hubo libertad absoluta para hacerla”, remarca Stefanello y apunta: “Trato de ser el productor de mis propias películas y defiendo bastante la independencia. No es que esté en contra de los procesos más industriales, pero a veces donde hay inversión de afuera surgen otro tipo de intereses”, apunta.

La primera parte de “Margarita”, en tanto, ya está filmada luego de rodar dos meses cada 15 días, hasta que “se acabó la plata”.

“Antes de empezar la segunda parte de la filmación decidimos realizar las escenas de día, que son en exterior, ya que no necesitábamos gastar en luces y demás, pero nos quedaron todavía 10 escenas. Ahora se paró todo por falta de presupuesto”, señala Calcagno y afirma que “son las problemáticas que conlleva el laburo independiente”.

Roselli, por su parte, tuvo la suerte de contar con los medios necesarios para planificar de antemano la producción de “Mauro”. “Teníamos los equipos de cámara y sonido y el trabajo lo hacía yo. Así que lo único que gastamos fue en viáticos. Hacia el final recibimos un fondo metropolitano, que es una ayuda para la posproducción”, indica.

Por todas estas cuestiones, que luego no se ven en la pantalla, es importante valorar el esfuerzo que realizan los cineastas de la región para ofrecer nuevas miradas. Y de esta manera, seguir haciendo crecer a la industria audiovisual de esta parte del mundo.