Chicos con voz y voto


"Lo adoro a Néstor Kirchner por todas las cosas que hizo por los argentinos (…) Toda mi vida el kirchnerismo estuvo gobernando el país. Lo cual, eso me hace sentir bien. Esperemos que toda mi vida nos gobierne el kirchnerismo (…) Quiero ser presidente en el 2050. El partido se llamará Peronismo para la Victoria, una mezcla entre peronismo y Frente para la Victoria”.

Las palabras de Casey Wander, de sólo 11 años, sorprendieron al país entero a fines de octubre pasado. En un móvil televisivo realizado durante un acto en homenaje al ex presidente Kirchner, el niño expuso su pensamiento político, criticó a quienes gobernaron el país antes de 2003 y valoró, con argumentos válidos, el proyecto de Fertilización Asistida.

Más allá del contenido de sus declaraciones, éstas abrieron una controversia respecto a la incursión de los chicos en la política. Obviamente, mientras fue acogido por el espectro kirchnerista, el chico fue tomado en broma por los medios opositores, incluso teniendo en cuenta su edad.

Lo cierto es que desde hace un tiempo a esta parte la voz activa de los jóvenes en la política se ha ampliado, tanto a través del renacimiento de la militancia como de iniciativas que buscan incluirlos en la vida cívica, hecho que quedó demostrado en 2012, cuando su participación se puso nuevamente en discusión al impulsarse el Voto Joven a partir de los 16 años.

Pero ¿cómo debe tomarse cuando los implicados son tan chicos, como el caso de Casey?, ¿es posible que tengan una voz formada aunque no hayan terminado la escuela primaria? Y, por último, ¿hubiera sido posible en otra época o el contexto actual es el que propulsa ese interés?



El crecimiento de la participación. Los jóvenes son portadores de un potencial creativo y transformador por naturaleza, lo que los hace actores fundamentales en el ámbito social cada vez que se lo proponen.

En diálogo con Info Región, el sociólogo Osvaldo Gagliardo considera que el mapa actual de incursión de los jóvenes en la política responde a iniciativas aportadas por gobierno actual. “El cambio más grande que hubo es el hecho de que el Gobierno decidiera no reprimir la protesta social. Porque al desaparecer el miedo de la represión en la calle, la juventud se animó a salir. Y la juventud no duda frente a las oportunidades de participación”, sostiene.

Roberto Schimkus, director del Instituto Lomas de Zamora (cooperativa de enseñanza), señala que “aproximadamente a los 14 ó 15 años ya hay participación de los chicos en el Centro de Estudiantes” del establecimiento.

Aunque reconoce que “menos de un 10 por ciento se interesa activamente”, destaca que “a nivel general hay interés sobre los Derechos Humanos y la recuperación de derechos en general”. “Están mucho más incorporados y es algo que no venía pasando. Es un fenómeno interesante”, aporta.

Según considera, la política despierta interés “porque hay una recuperación de la misma y de varios de sus sectores”. “Sobre todo el de los jóvenes, que pasaron de 2003 a esta parte por un proceso de recuperación”, indica y advierte: “Hay una participación que recuerda a los años 60 o los 70, que hace mucho no se veía. Quizás algo apareció en los ‘80 con el comienzo de la democracia también, pero después se fue apagando”, indica.

Y, sobre la base de su experiencia en el Instituto, resalta: “Los chicos tienen que hablar de política”. “Muchos ven mal esta idea de los chicos participando, como que todo es un desastre, y la verdad que lo que muestra es el fin de un tipo de escuela o de enseñanza, que no tenía en cuenta la inclusión”, afirma Schimkus.



¿Opinan con fundamentos propios? Aunque el rango de participación u opinión política se incrementó en chicos que van desde los 14 años en adelante, el interrogante surge cuando el interés y la voz se alzan de forma más temprana. En ese caso, desde la psicología y la pediatría surgen opiniones encontradas: mientras desde la primera se advierte que el “pensamiento abstracto” surge de forma posterior y que, por ende, las opiniones de los más chicos no son propias sino réplicas de las de sus mayores, desde la última sostienen que es a partir de los 11 ò 12 años, justamente, que los chicos comienzan a emitir ideas propias, por fuera de las de su entorno.

Según el médico psiquiatra José Sahovaler, coordinador del Departamento de niños y adolescentes de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), “el pensamiento abstracto se construye a partir de los 12 años, en promedio, lo que quiere decir que hasta esa edad se genera el pensamiento llamado ‘concreto’, por lo cual existen serias dificultades en un chico de 11 ó 12 años para generar un pensamiento abstracto limpio”.

“Claramente los chicos a esa edad, en general, piensan lo que piensan los padres y repiten lo que dicen los padres. No pueden tener un pensamiento autónomo porque tampoco tienen acceso a información autónoma. No existe información no sesgada para ellos”, explica.

Y argumenta: “No es lo mismo leer un diario que otro, pero uno puede dar cuenta de los tintes subjetivos en la información porque tiene una determinada construcción formada, pero un nene no puede captar eso”.

En ese marco, asegura que a esa edad “no es posible generar un pensamiento crítico”. “Es recién a los 12 años que el chico empieza a construir un pensamiento abstracto, y pensar en política es pensar en abstracto, en teoría política, ideales. No es que los chicos no tengan ideales, pero a esa edad son palabras que deben ser llenadas con contenido. El pensamiento abstracto puede terminar de conformarlo para los 14, 15 ó 16 años. Es un proceso que lleva tiempo”, justifica.

Así, para Sahovaler el interés se despierta de la mano de la pubertad, “cuando se comienza una salida del mundo familiar al extra familiar y se es testigo, por ejemplo, de desigualdades o diferencias que puede haber en la sociedad”. “Se adquiere la idea de justicia, de reparación”, señala.

Por su parte, la médica pediatra y psicoanalista Felisa Lambersky de Widder sostiene que entre los 11 y los 12 años los chicos “ya pueden tener ideas propias, más alejadas del medio familiar”. “Antes de esa edad, es posible que estén más influenciados por la temática mediatizada por la familia”, expresa.

De acuerdo a la especialista en niños y adolescentes, también miembro de APA, “suele ocurrir que los niños escuchan discusiones entre adultos y preguntan, ya que les intriga el tema”. “Es decir, la familia tiene su influencia, pero ellos van formando su idea propia, que por supuesto termina de madurarse al llegar al secundario, cuando ya toman partido por sus propios pensamientos”, indica.

Así fue el caso de Daniela (10), que asegura que la política le empezó a interesar hace aproximadamente dos años. “En realidad, yo siempre escuchó a mis papás hablar de eso o a muchas personas y por eso me empecé a meter”, dice.

“Me interesa para saber más o menos lo que pasa en el país y en el mundo inclusive”, sostiene la menor, que se entera “de la mayoría de las cosas en la tele”.

Asegura, asimismo, que “votaría si pudiera”. De todas formas, aclara: “No sé tanto de política. Siempre escucho muchos nombres, como Lázaro Báez, Magnetto y muchas otras personas que siempre nombran y no sé quiénes son”.

No obstante, se anima a opinar sobre un tema central en la agenda política de los últimos años: “Con eso de la inseguridad, que es por eso que hay un montón de gente antikirchnerista, tienen que saber que no es todo culpa de Cristina (Fernández de Kirchner)”.

Con respecto a los dichos de Casey y al debate en sí mismo, Daniela piensa que “está bien” que los chicos de su edad “digan lo que piensan”. “Me parece que todos deberían ser como él, piensen lo que piensen. Para mí todos los habitantes del país deberían opinar sobre la política, no solamente los adultos. Aunque seamos chiquitos también podemos decir lo que pensamos”, afirma.

Al fenómeno se suma un contexto político complejo, como siempre lo ha sido en el país. Muchos esperan por una etapa plagada de cambios. Cambios como los que experimentarán en la adolescencia todos los chicos que hoy se animan a esbozar sus primeros pensamientos e ideologías.

Seguramente aún no tienen la idoneidad ni las competencias cognitivas para hacer valer sus opiniones, pero mientras mantengan los ojos abiertos frente a la realidad, serán parte de una generación con potenciales sin precedentes.