Acosadores detrás de la pantalla


Todos somos vulnerables en este mundo virtual, más aún los niños”, alerta Roxana Domínguez y recuerda el sufrimiento que vivió su familia cuando su hija, de entonces 13 años, fue víctima del grooming o acoso sexual en Internet. En este caso, la nena fue acosada en el marco de un videojuego de rol (donde los jugadores desempeñan un papel o personalidad), pero son múltiples las variantes utilizadas por los abusadores online para aprovecharse de los menores. En casos, sólo basta la existencia de un chat y la posibilidad de crear una identidad falsa.

La palabra “grooming” proviene del verbo “groom”, que en inglés alude al “acercamiento o preparación para un fin determinado”, y comprende a todas las conductas ejecutadas online por pedófilos (o groomers) para ganar la confianza de menores o adolescentes, fingiendo “buena onda”, empatía, intereses similares o contención emocional con la finalidad de concretar un abuso sexual.

Es que, dentro de las infinitas posibilidades que ofrece la era de la hiperconectividad, también son varios los riesgos. “Cada vez más los pederastas utilizan los chats y redes sociales como plataformas para entrar en contacto con sus futuras víctimas. Muchas veces creando una falsa identidad en las más utilizadas, como Facebook o Twitter, donde toman contacto con la niña, niño o adolescente para comenzar el camino de la trampa que finaliza con una violación o abuso sexual”, señala la psicoanalista Sonia Almada a Info Región.

Ante la proliferación de casos, el incremento del acceso a la Web a edades cada vez más tempranas y la preocupación de los padres, Argentina aprobó una ley que tipifica el delito de grooming en noviembre de 2013 (ver “La ley castiga...). Mientras que en las legislaciones de algunos países como Alemania, Australia o Escocia, se lo considera como un delito preparatorio para otro de carácter sexual más grave, como podría ser, por analogía, el delito de conspiración para cometer atentados terroristas.

Los chicos se exponen cada vez más en el mundo virtual y eso conlleva riesgos. ¿Cómo advertir el peligro?



Cómo reconocer el grooming. Esta nueva modalidad de pedofilia se da exclusivamente por Internet y tiene que ver con la generación de un vínculo con un menor a través de las redes, incluso con el objetivo de poder concretar un encuentro. Para lograrlo, los acosadores crean identidades falsas.

El grooming puede darse a través de la computadora, el celular y también mediante los juegos en red que posibilitan las últimas consolas de videojuegos.

“La mayoría de las veces este delito se lleva a cabo online, con lo cual es un abuso sostenido mediante cámara web e imágenes. El groomer le pide al niño o adolescente fotos y videos, o le solicita que realice determinadas acciones frente a la cámara web y el individuo las utiliza para su propia satisfacción personal o para comercializarlas como pornografía infantil”, detalla Almada.

Por su parte, la psicóloga especialista en terapia familiar y adicciones a Internet Laura Jurkowski explica que “muchas veces sucede que los nenes terminan enganchados en estas relaciones sin saber que se trata de un mayor”. “Los niños y niñas no son conscientes del peligro, pero también ocurre que luego de un tiempo determinado se dan cuenta de la realidad, pero son amenazados para que no abandonen esos vínculos”, precisa.

Internet muestra una realidad o entorno virtual, pero según los profesionales “no deja de ser como la calle”. “Los adultos siempre nos educaron para cuidarnos en la calle. No hablar con extraños, no tomar nada que nos den personas desconocidas y demás. Ahora, la tarea de los padres es no sólo entrenar a los chicos en la calle, sino también ayudarlos a desenvolverse con cuidado en este nuevo mundo, en la virtualidad”, sostiene Jurkowski.



Vigilar: la tarea de los padres. Al igual que cualquier otro tipo de abuso, las consecuencias del grooming dejan al menor marcado de por vida. Y, tal como ocurre en la realidad, el hecho suele estar marcado por la amenaza constante para que la víctima mantenga oculto lo que le sucede.

“Todo abuso sexual está sellado por un secreto, que la mayor parte de las veces es guardado bajo amenaza por el menor. El pedófilo amenaza con contar, con culpar al menor de sus propias prácticas sexuales”, menciona Almada.

Y sostiene que “las consecuencias de esta tragedia son tan graves que la persona debe llevar adelante con gran esfuerzo el camino de la recuperación de su alma durante su vida para poder sobrellevar el dolor y la humillación de haber sido el objeto sexual de un perverso”.

Los casos de grooming van en aumento, ya que cada vez más chicos utilizan Internet y con más frecuencia. Según el estudio “Acceso, Consumo, y Comportamiento de los adolescentes en Internet”, presentado el año pasado por Unicef, siete de cada diez chicos “no pide permiso o notifica a sus padres al momento de armar una cuenta en una red social”. Asimismo, el informe advierte que el 43 por ciento de los adolescentes abrió su primer perfil en una de estas plataformas antes de los 13 años.

A su vez, el 25 por ciento admitió haberse encontrado personalmente con alguien que conocieron por Internet; mientras que el 42 por ciento de los chicos de 12 y 13 mintieron sobre su edad.

Las cifras vertidas por la organización dan cuenta de que el “control” por parte de los padres, en casos, es muy complicado.

En este marco, Jurkowski describe que “hoy la mayoría de los padres saben menos cosas que sus hijos con respecto a la tecnología”. “Y los nenes saben manejar bien la máquina, pero siguen siendo chicos para comprender el mundo de los adultos y todo lo que eso conlleva. No tienen consciencia real de los peligros”, advierte.

Por eso, la especialista destaca que “es muy importante la educación en la población y en los padres, para que puedan tener conciencia de cuáles son los peligros y así ayudar a los chicos a que se cuiden desde pequeños”.

Entre las recomendaciones más importantes, menciona dos puntos fundamentales: conocer los contactos de las redes sociales personalmente o que algún allegado los conozca y cuidar el contenido que los chicos suben a las plataformas, ya sea imágenes o comentarios.

“Es fundamental que los padres controlen qué cosas ponen los chicos e incluso hacerlo como condición para que éstos puedan usar una red social. Quizás a los 14 ó 15 años están en plena adolescencia y se complica ver qué tipos de amistades tienen, pero de más chicos sí se puede y es muy necesario, como forma de protegerlos”, sostiene.

En 2009, la hija de Rosa Castro tenía 13 años y sufrió grooming por Messenger (MSN). “Él dijo tener 14 años y rápidamente se mostró desnudo en la cámara, se masturbó y la invitó a la nena a hacer lo mismo”, cuenta Rosa, que luego descubrió que se trataba de un adulto e incluso conocido, ya que se trataba del hijo de su jefe.

“La historia de mi hija es un cuento de chicos comparada con otros casos más fuertes, muy pocos tienen idea del infierno al que están expuestos nuestros chicos”, sostiene Rosa, que fue una de las impulsoras de la Ley de Grooming y hoy forma parte de la ONG “Mamás en línea”.

“Son muchos los casos, muchas las madres que se fueron levantando y alzaron la voz por sus hijas. Se trata de una campaña de prevención con pocos recursos, pero con mucha garra”, sostiene.



La lucha legal. Cuando Rosa tomó conocimiento de lo que le sucedía a su hija, hizo la denuncia correspondiente. “Se probó todo, pero lamentablemente como mi hija tenía 13 años no me aceptaron la carátula de corrupción de menores, ya que para nuestra Ley los chicos son maduros sexualmente a esa edad y, entonces, no se puede probar la corrupción”, lamenta la mujer.

Así, aunque el “groomer” reconoció los cargos en ese momento, para la Justicia no hubo acusación posible, ya que no existía delito tipificado del que imputarlo.

Luego de un proyecto presentado y aprobado en 2011 en el Senado, Castro conoció a Roxana Domínguez, que había padecido una situación similar. “Sabíamos que el proyecto perdía estado parlamentario, así que ella me dijo, ‘venite a casa y pateamos las puertas del Congreso’, y así lo hicimos”, recuerda Rosa.

Cuando Roxana comenzó a ver cambios en su hija de 13 años, optó por introducirse en el mundo de los videojuegos de roles que jugaba su pequeña en línea. “Aprendí lo que era la navegación en este mundo virtual, llevándome una gran sorpresa: la impotencia de que le roben la inocencia a tu hija con un clic y hagan tanto daño”, expresa.

Así fue como contactó a la persona que chateaba con su hija y “si bien el perfil era de un hombre, terminó siendo una mujer”. Nada la detuvo hasta encontrarla, ya que viajó hasta México y delató a la mujer frente a su familia.

“En ese momento no teníamos una Ley que castigara al adulto que contacte a un menor por la web. Esto pasó hace ocho años. Si denunciabas se te reían en la cara por el desconocimiento que había”, menciona Domínguez.

Luego de conocer a Rosa Castro, el 16 de abril de 2013 emprendieron la lucha “contra la impunidad de la red”. El 13 de noviembre de ese año cumplieron su objetivo con la sanción en Diputados.

“Sabemos que nos falta mucho, pero todo lo hicimos a pulmón, hoy no le debemos nada a nadie, queremos una Internet segura para nuestros hijos y el Estado es responsable de esto”, manifiesta Rosa Castro.

Al igual que en cualquier tipo de abuso, el grooming se abre paso frente a la inocencia del menor respecto de las intenciones de los acosadores. Pero, a diferencia de los casos que se dan en un contexto material, el ciberacoso puede esconderse detrás de la pantalla pero ser descubierto por los padres si éstos controlan el accionar de sus hijos en la Web. Así, el mundo virtual puede ser el velo de algunos pedófilos, pero en casos también la trampa para poder delatarlos.