“El café concert es liberador”


Soledad Bautista es actriz y docente. Vive en Lanús aunque creció en el barrio Ferroviario (“El barrio que hizo Perón”, como recuerda que le decían).

Se formó en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático, con docentes en actuación como Antonio Célico, Horacio Medrano, Roberto Castro, Manuel Longueira Enrique Dacal y Marcelo Minnino.

También tomó cursos con Enrique Federman y Claudio Martínez Bel; con Claudio Tolcachir, Guillermo Angelelli, Mónica Cabrera y Ana Katz.

En esta nota cuenta sus inicios, influencias, el éxito de “El Loco y la Camisa”, obra nacida en zona sur que se presenta los miércoles a las 20:30 y los viernes y sábados a las 22:30 en el Teatro Picadero. Y adelanta algunos proyectos.

-¿Cómo advertiste que te gustaba actuar?

-La tele fue una maravillosa influencia. Por un lado las novelas que veía mi mamá: “Celeste siempre Celeste” y “La extraña dama”. No podía creer ese nivel de fantasía e intensidad que manejaban con total impunidad. Y mi otra gran influencia, que me marcó para siempre, fue Antonio Gasalla; ahí se me abrió un mundo. Era muy chica y me impactaban todos sus personajes. No me olvido más de la primera vez que lo vi a Alejandro Urdapilleta agarrándolo de los pelos a Humberto Tortonese. Una vez, en el colegio una maestra me dio la oportunidad de hacer un número de “Les Luthiers”. Me di cuenta de que era lo que me hacía plenamente feliz. Estudiar teatro fue de las mejores decisiones de mi vida.

-¿Qué balance hacés del recorrido realizado por la obra “El Loco y la Camisa”?

-Experiencia maravillosa si las hay. Arrancó como un pequeño número de Café Concert y terminó siendo una obra que conmueve y estremece. Me hizo transitar muchas y diferentes etapas, desde la angustia hasta la euforia. Este es el sexto año que la hacemos y no deja de mutar función a función. Es una locura pensar que arrancamos en un departamento, haciendo función para 20 personas y ahora estamos en una sala de 200 localidades.

-¿Cómo vivís el desafío de afrontar el rol de docente de teatro?

-Aprendo mucho, pero mucho de mis alumnos. Los admiro. A veces hacen cosas que para mí son imposibles y eso es genial. Lo mejor de dar clase es redescubrir la inocencia. Dar clases me enfrenta con mis ansiedades, y eso es algo que todavía tengo que trabajar. Me reconozco exigente, pero es que, como les digo a mis alumnos en clase: ´Ahora, esto, es lo más importante del mundo´.

-¿Qué planificás encarar este 2015?

-Estoy ensayando una obra con dos ex alumnas mías, pero esta vez como directora. Es un gran trabajo en equipo. Las chicas (Trinidad González y Camila De Rose) me acercaron su proyecto. Estamos explorando el mundo femenino y el “deber ser”, desde la creación colectiva. Y para más adelante tengo un brillante proyecto de la mano de Enrique Federman y comenzaré a estudiar dramaturgia con Mauricio Kartun, lo cual será un desafío maravilloso. También continuaré haciendo Café Concert en “La Combustible Compañía Teatral” y “Ceta Concert”. El Café Concert es liberador: juego y más juego, sin prejuicios.