Un mercado a la medida…de pocos


"Todas las casas de ropa accesibles para la clase media se manejan con el famoso ‘talle único’. Sino, lamentablemente en general ves talles como S o M, más no. No hay oferta en talles más grandes. En jeans la situación es peor, porque si sos de talla generosa no podes elegir directamente una marca o un modelo, entras al local a que te muestren los que quedan en stock en ese talle y punto. Por lo general, todas terminamos en calzas o joggings antes que un un jean, porque de eso hay cantidad y bastante variedad.” El relato pertenece a Laura (22), que es de Rafael Calzada y da cuenta de una realidad que se repite en los centros comerciales de la región.

Aunque en territorio bonaerense la Ley 12.665 -que se aprobó en 2001 y se reglamentó hace ya casi diez años- exige que haya stock de prendas femeninas desde el talle 38 al 48, muchos comercios siguen siendo cómplices del consumismo y los estereotipos en materia de estética.

La intención de la normativa pasa por garantizar la disponibilidad de talles que no sean englobados únicamente bajo las tajantes “S”, “M” y “L” y, de esa forma, también evitar problemas de salud derivados de la falta de autoestima, como los casos de bulimia y anorexia.

Sin embargo, a diez años de su reglamentación y puesta en marcha, su cumplimiento ha sido casi nulo y la variedad de prendas sigue sin respetarse. “Es feo que a veces te echen la culpa a vos cuando decís que no hay más talles, y la verdad es que uno no tiene nada que ver”, admite Camila, que es vendedora en un local de ropa de Adrogué.

Es que mientras los clientes se muestran disconformes con los comercios, los vendedores cargan las culpas sobre los fabricantes, quienes deciden la forma de producción, cuya oferta en cuanto a talles es muy escasa y se reduce a estrategias de negocios.

En tanto, desde las Cámaras de comercio de la región y las Asociaciones de defensa al consumidor marcan las deficiencias de la Ley y la necesidad de rever ciertos puntos para hallar una normativa superadora. ¿Cuáles son las contrariedades del debate?



La frustración del talle chico. La estación del año que ya se va es, sin lugar a dudas, la que vuelve a poner la lupa sobre el problema. Prendas con menos tela o, en casos, híper ajustadas, que sólo satisfacen la demanda de una pequeña parte de la población. “El verano es terrible para comprar ropa. A mí me gustan algunas marcas específicas, pero en algunas comprar una mini de jean por ejemplo se me vuelve imposible. Empiezo con la M, que es mi talle en casas de ropa más holgada, y termina sin entrarme ni la L, lo que implica que no encuentre nada para mí”, cuenta Carola (25), que es vecina de Lomas.

Cuanto más se acorta la oferta de talles, más usuarios quedan excluidos y, por consiguiente, se sienten discriminados dentro del mercado.

“Muy de vez en cuando encuentro una casa que tenga dos o tres modelos en talle grande, de los quizás diez que venden en talles chicos”, señala Laura. Ella considera que “las marcas directamente no fabrican prendas grandes, porque sus ‘modelos’ no van dirigidos a ciertos cuerpos”, dando cuenta de un imperativo cruel que la hace sentirse excluida. Y no a ella sola.

“Lamentablemente tiene que ver con el consumismo, así que, por lo general, las chicas de talle XL ni intentan ir a buscar marcas”, advierte.

El titular de la Asociación de Defensa de Derechos de Usuarios y Consumidores (ADDUC), Osvaldo Bassano, remarca que el incumplimiento “es bastante notorio”. “Las grandes marcas tienen un limitado o nulo cumplimiento de la ley. Recibimos muchas denuncias de faltantes en vestimenta”, menciona y señala que la situación no afecta sólo a las mujeres.

Según Bassano, las grandes marcas generan un “consumismo exacerbado” para determinados grupos sociales y “una imagen distorsionada para gente que quiere ingresar a esos grupos, lo que se llama consumo no responsable”.

“En la mayoría de los casos, la calidad de esos productos es muy baja, muy mediocre en cuanto a telas y confección, pero como son productos ‘viralizados’ por su marketing, hacen que tengan un valor que no es el concreto. Estos producen una alta discriminación porque sólo pueden ser usados por un determinado grupo”, explica el titular de ADDUC.

“No hay ropa de marcas reconocidas que tengan variedad de talles, sino que por el contrario, la ropa grande suele ser fea o ‘de vieja’, no tiene demasiado trabajo encima”, se queja Agustina (30), de Llavallol, y compara: “La ropa pensada para gente flaca es linda, tiene detalles, modelos o colores con variedad, pero para los talles más grandes parece que es lo que sobra, lo que queda”.

“Es muy triste, porque una se termina conformando y comprando lo que consigue, y siempre primero hay que decir el talle para que te muestren lo que hay, cuando debería ser al revés”, sostiene a este medio.

Por su parte, el presidente de la Cámara de Comercio de Almirante Brown, Horacio Salgueiro, manifiesta que “es comprensible que haya mucha gente que se pueda sentir molesta” ante la falta de talles. No obstante, justifica la postura de los comerciantes: “Nadie quiere decir que no hay, porque cuanto más se vende mejor, pero tampoco se puede abarrotar el negocio de mercadería que después no se va a vender”.

“Se quiso buscar una solución con la Ley de talles y realmente no se logró, seguimos rondando sobre lo mismo. Va a ser difícil encontrar una solución que le dé satisfacción a todo el mundo, al comerciante, al fabricante y al cliente”, sostiene Salgueiro y considera que “el debate es amplísimo”.



La dificultad para los comercios. De un lado, la demanda de los clientes por mayor variedad de oferta para poder adquirir prendas de calidad en tamaños acordes. Del otro, los fabricantes que se limitan a proveer sólo aquellos talles que creen convenientes. Aunque son parte del circuito mercantil, ¿hasta dónde tienen responsabilidad los comerciantes?

“Muchas veces recibimos críticas de los clientes porque no tenemos talles grandes para las cosas que están en vidriera o para lo ‘nuevo’ o de temporada, y la realidad es que a nosotros, cuando vamos a comprar mercadería, ya de fábrica nos estipulan la cantidad de prendas que podemos comprar con su determinado talle. No es que nosotros pedimos más talles chicos y menos talles grandes, ellos fabrican según lo que venden y nosotros compramos lo que podemos”, describe Camila desde Adrogué. “Si fuera por nosotros, traeríamos cantidad y variedad, pero cuando se trata de reponer, nos encontramos con limitaciones desde fábrica”, argumenta.

Al respecto, el titular de la Cámara de Comercio de Lomas de Zamora, Alberto Kahale, sostiene que la polémica viene desde hace muchos años: “El comerciante cumple, pero cuando va a comprar mercadería, por ejemplo una remera, vienen S, M, dos L, y una XL, venden más de los talles medios”.

“Es una tiranía que hace que esa marca sea sólo para personas cuyos talles son exiguos. Chicas adolescentes en la mayoría de los casos, con la consiguiente discriminación”, apunta Bassano.

Nicolás, encargado de un local del Boulevard Shopping de Adrogué, admite que “la ropa en talles M y L es la que más se vende”. “Se trae más cantidad en esos talles y pocos XL porque sino sobra, y cuando pasa de temporada hay que venderla más barata, ya que no existe la posibilidad de que desde fábrica te devuelvan la plata”, argumenta.

Salgueiro, en tanto, considera que el tema de los talles “es de muy difícil solución”. “Tener todo el surtido de la mercadería en talles grandes o en talles pequeños para un negocio es muy difícil”, sostiene.

“Lógicamente, las fábricas hacen lo que más sale, lo que más se vende. Si el comerciante pudiera comprar talles grandes, aún a riesgo de no poder venderlos, tampoco los podría comprar, porque no hay”, resalta y critica que “la ley apunta directamente sobre el comerciante”. “Es el que va a recibir el impacto o la sanción o la queja, pero no siempre puede dar solución porque no depende de él”, justifica.

En ese marco, otra dificultad que señala Bassano es que “se pueden hacer controles a los comercios, pero no a las empresas”. “Nos encontramos con empresas textiles altamente industrializadas donde tienen una gran cantidad de operarios, en las que no se cumple con la Ley de Talles. Habría que hacer una campaña generalizada sobre este tema y también sobre el marketing, que es bastante bajo con respecto a la calidad moral que significa”, destaca el presidente de ADDUC.

“La intervención tendría que ser en este caso en las cadenas de comercialización, de marketing y publicidad. Por eso, estas leyes de talles son muy endebles”, sostiene.

Si bien la Ley de Talles fue planteada con buenas intenciones, lejos estuvo de lograr soluciones a diez años de vigencia. Ya sea por la falta de control a los verdaderos responsables o por la complejidad de un mercado difícil de legislar en todas sus aristas, hoy las S, M y L siguen etiquetando las prendas, bajo políticas publicitarias y de marketing totalmente excluyentes y estereotipadas en torno a la supuesta silueta perfecta.