Para el hermano de Ángeles, Mangeri está “hasta las manos”


El hermano por parte de madre de Ángeles relató ayer en el juicio oral por el crimen de su hermana el episodio ocurrido durante la noche del viernes 14 de junio de 2013, cuando él declaraba junto a otros miembros de su familia en la Fiscalía de Instrucción 35 porteña, ante la fiscal Paula Asaro.

Arellano Villafañe explicó ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 9 que como él declaraba en “un box sin puerta” y el encargado de Ravignani 2360 lo hacía en una oficina “con paredes de durlock”, alcanzó a reconocer "la voz de Mangeri" y “se escuchaba con bastante claridad".

"Escuché la voz de Mangeri con un tono de voz muy nervioso, negándose a mostrar unas heridas que supuestamente le habían hecho" y "la fiscal le preguntaba ¿por qué no?", afirmó ante los jueces Fernando Ramírez, Ana Dieta de Herrero y Jorge Gettas.

El testigo añadió que de la oficina donde declaraba Mangeri "salió (Paula) Asaro, entró un médico", aparentemente para revisarlo, que escuchó que "las heridas eran de más tiempo del que él decía" y que luego vinieron “más médicos”.

“Estaba hasta las manos”. Precisó que cuando él terminó de declarar y salió al pasillo de la fiscalía, vio que su madre, María Elena "Jimena" Aduriz, estaba sentada junto a la esposa de Mangeri, Diana Saettone, por lo que decidió apartarla para decirle algo.

"La llamé a mi mamá que estaba con Diana. Le dije que no se pegara mucho porque Jorge estaba hasta las manos", afirmó el testigo, quien también explicó que conocía la voz de Mangeri porque él mismo vivió junto a su familia en el departamento de Ravignani 2360 hasta un año y medio antes del crimen.

Cuando el fiscal Fernando Fiszer lo consultó acerca de por qué a su juicio el portero "estaba hasta las manos", Arellano Villafañe contestó: "Por cómo se puso él y cuando escuché al médico que no concordaban el tiempo de las lesiones".

El defensor de Mangeri, Adrián Tenca, le preguntó si había escuchado cuando su cliente denunció que “le tenía miedo a la policía”, pero Arellano Villafañe ratificó que sólo escuchó el imputado nervioso cuando se negaba a ser revisado.

Contó que esa jornada en la fiscalía fue extensa, que la entrada con los periodistas fue “difícil” y que primero declaró su hermano Juan Cruz, después su madre y él fue el último y que cada una de estas declaraciones tardó en “entre tres y cuatro horas”.

Dijo que a él le preguntaron sobre todo: por las zapatillas de su hermana, la mochila, el ex novio, la relación de Ángeles con Sergio y por Mangeri.

Al término de su declaración, Jerónimo, que fue vestido con un traje gris, se abrazó y lloró junto a su madre en un pasillo y junto a ellos pasó Saettone, quien en voz baja y tono irónico les dijo: "Muy bien diez felicitado", algo que luego los fiscales y la querella denunciaron en privado ante el TOC 9.

Más testigos. Si bien para ayer se esperaban 24 testigos, entre los que fueron desistidos, los que faltaron y los que no fueron ubicados, sólo declararon ocho.

Uno de ellos fue Florencia Habegger (19), una de las tres compañeras de colegio de Ángeles que aquella mañana del lunes 10 de junio de 2013, caminó con la víctima unos metros al término de la clase de gimnasia en el predio de la Ceamse de Colegiales y se despidió de ella en la esquina de Concepción Arenal y Cramer, sin notar que a la chica le ocurriera nada raro.

También declaró la profesora de gimnasia que dio esa clase, Claudia Knez, y tres docentes y personal directivo del Instituto Virgen del Valle –Viviana Urichipia, Marta López y Analía Vélez de Villa-, quienes recordaron a Ángeles como una alumna ejemplar de cuarto año que tenía el mejor promedio del colegio.

“Era una alumna excelente desde todo punto de vista. No sólo por sus calificaciones sino por su don de gente”, dijo Vélez de Villa, la rectora del nivel secundario del colegio, generando el llanto de los padres y del hermano mayor de Ángeles.

También declaró María Elena Leuzzi, la titular de la Asociación de Víctimas de Violaciones (Avivi), quien aseguró que haber declarado en la causa Ángeles “fue el peor error de su vida” por las consecuencias que le trajo haber sembrado ciertas dudas sobre algún miembro de la familia.