Cuando el ideal pasa por el quirófano


En enero, la plataforma digital BuzzFeed difundió un corto que resume en 3 minutos los once estereotipos de “cuerpo perfecto” de la mujer durante los últimos 3.000 años. Desde la Antigua Grecia, en la que el ideal era poseer un cuerpo torneado y rechoncho y la piel extremadamente clara, pasando por el Renacimiento Italiano, donde cotizaba el pecho amplio, el estómago redondeado y los ojos rasgados, y mucho más cerca en el tiempo, en los ochenta, donde se procuraba un cuerpo esbelto pero con muchas curvas.

A lo largo de la historia, la estética y las modas han impuesto sus reglas. Así es que el video culmina, en los noventa, con una delgadez extrema como ideal de belleza, y en la actualidad con un imperativo aún más difícil de cumplir: vientre plano, piel trigeña y pechos y trasero prominentes. Sin antes olvidar hacer una aclaración: en letras blancas se esclarece “Women regularly get plastic surgery to achieve their desired look”, esto es que las mujeres pueden acudir regularmente a la cirugía plástica para lograr su aspecto deseado.

Y lejos están de equivocarse. En Argentina, la cantidad de procedimientos e intervenciones estéticas creció poco más del 500 por ciento entre 2008 y 2012, según datos de la Sociedad de Cirugía Plástica de Buenos Aires (SCPBA).

Por otro lado, un informe que publicó la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS) hace dos años da cuenta de que América Latina está entre los líderes mundiales en este campo. Brasil, México, Colombia y Venezuela son los máximos exponentes en cantidad de cirugías en base al número de habitantes.

Los medios de comunicación y los anuncios publicitarios cumplen un rol vital en este aspecto: son los encargados de difundir el aspecto ideal que reina en estos tiempos. ¿El resultado? La frivolización y plastificación de la belleza se toma con tal naturalidad que cualquiera puede acudir a un cirujano para inyectarse bótox o aumentar el tamaño del busto.

El dilema moral y psicosocial sobre lo aceptable o no de esta tendencia da para discutir largamente y la intención no es juzgar a nadie. No obstante, como en todo, los excesos nunca son buenos.

Sin ir más lejos, el mes pasado se conocieron dos casos de procedimientos estéticos que llegaron al extremo y terminaron de manera poco feliz: una transexual sanjuanina que murió por inyectarse silicona industrial y un brasileño que casi sufre la amputación de sus brazos por inyectarse synthol en los músculos. ¿Cuándo deja de ser inofensivo el culto por la imagen?

Más visitas al quirófano. Si bien son varios los factores que convergieron para que la demanda se incremente tanto en tan poco tiempo, lo concreto es que los tratamientos estéticos dejaron de ser para unos pocos ya que, en general, se han vuelto más accesibles.

“Esto es producto de un mayor cuidado del cuerpo, al igual que se han incrementado los socios en los gimnasios y las consultas nutricionales”, asegura el jefe de Cirugía Plástica de la Clínica IMA, de Adrogué, Daniel Márquez (MN 73846).

Asimismo, señala que Argentina se encuentra en el noveno lugar a nivel mundial en materia de cirugías plásticas por cantidad de habitantes y considera que “si bien existe un sinnúmero de motivaciones, la programación de una cirugía estética está muy bien concebida cuando parte de una necesidad personal, y no de una sugerencia de un tercero, sea familiar, amigo o la ‘modelito’ de turno”.

Márquez afirma que su premisa es “enaltecer la belleza propia de cada paciente arribando a la armonía”, y sostiene que su mayor satisfacción “es que realmente se vean muy bien, pero que no se note el paso por un quirófano”.

“A veces un defecto estético genera en ciertos pacientes la aparición de complejos o cambios en sus hábitos sociales, que pueden acarrear problemas en su salud, como depresión, angustias y pérdida de autoestima. En estos casos, se trata el tema junto a profesionales del ámbito de la psicología, para poderle brindar una solución plena a su problema”, indica el cirujano.

Por su parte, el director de Cirugía Plástica del Hospital Italiano, Hugo Loustau (MN 62987), apunta que “la gente se acostumbró a que las cirugías no son tan inaccesibles”. “Hay de todos los precios”, garantiza. No obstante, al igual que Márquez, también plantea un límite.

“A veces por lo que se ve en la televisión o en los medios, uno se convence, de formas cada vez más categóricas, de que no tiene por qué tolerar lo que está viendo en sí mismo. Y eso, a veces, es bueno para el individuo. Pero también puede transformarse en una persecución de la belleza, de una belleza ideal absolutamente patológica”, sostiene.

Y asegura que a ese tipo de pacientes “hay que evitarlos”. “A la persona que se operó tres o cuatro veces, hay que mandarla al psicólogo, no hay que seguir operándola”, remarca el cirujano.

En ese sentido, lamenta que “siempre va a haber un ‘sí’ fácil”, pero hace la diferencia en casos donde “hay una cuestión psiquiátrica relacionada a la disconformidad con la propia imagen, aun cuando la misma es aceptable”.

A su vez, Loustau explica que las cirugías plásticas pueden ser “estéticas o reparadoras”. Aunque admite que las que más se piden son las “de mamas, ya sea aumentos o reducciones, abdomen, rejuvenecimiento facial, párpados y lifting”.

Para evitar riesgos. Tomar como moneda corriente el hecho de entrar y salir del quirófano para uno o más “retoques” puede traer como consecuencia que se pasen por alto las precauciones necesarias antes de tomar la decisión de realizarse una cirugía.

¿Qué es lo que hay que tener en cuenta? Márquez se apoya en tres pautas fundamentales: “Debe haber idoneidad del profesional y de su equipo médico, llevarse a cabo en el ámbito adecuado por más que sea con un fin estético y, en caso de tener que utilizar implantes, como rellenos de toxina botulínica, siempre se deben usar las marcas líderes, por su calidad a nivel mundial”.

Además, sostiene que “siempre deben hacerse chequeos previos”. “Es nuestro deber como médicos saber que nuestros pacientes se encuentran sanos, para poder llevar a cabo una intervención quirúrgica con éxito”, resalta.

Sobre los casos conocidos de procedimientos que devienen en fatalidades, Márquez sostiene que le provocan “indignación”. “Esos casos responden a un responsable médico que no evaluó los riesgos a los que exponía a su paciente. Da impotencia saber que muchos pacientes, por falta de recursos económicos y muchos deseos de operarse, no pueden darse cuenta que un consultorio no es sinónimo de clínica propia. Es una pena ver a pacientes damnificados, que han confiado en un médico y terminan siendo engañados”.

En la misma sintonía, el cirujano e integrante del Círculo Médico de Lomas de Zamora Fabián Azulay (MN 221691) recomienda “tomar todos los recaudos posibles” y realizarse estudios previos antes de someterse a una operación de este tipo.

“Como consejo, siempre se recomienda asistir a un profesional que esté bien acreditado. Que la cirugía sea en un centro de salud con buenas referencias y que se compruebe el hecho de estar en buenas condiciones para someterse a una intervención. Tomarlo como algo serio, ya que no es como ir a un kiosco, aunque a veces se venda como eso”, subraya.

Y, aunque parezca una obviedad, sostiene que muchos casos han derivado en tragedias por realizarse en sitios que no están preparados. “Deben consultarse las condiciones mínimas, como un servicio de terapia intensiva y hemoterapia”, sostiene Azulay.

También menciona que los principales riesgos suelen ser “las infecciones y hemorragias”. “Porque sea estético no se tiene que tomar a la ligera. Mucho tiene que ver también el lugar para evitar infecciones en los implantes, por ejemplo”, añade el cirujano.

Y, en sintonía, Loustau sostiene que “el marco de seguridad no puede ser dado si no es a través de ajustar toda la pesquisa pre-quirúrgica a las necesidades del paciente.” “A éste no le conviene que le digan ‘querida vas a quedar divina’ o ‘no hay posoperatorio’. Los cuidados están ante todo”, sostiene y recomienda buscar los “antecedentes profesionales” de quien vaya a operarlo.

El culto constante a la imagen, la perfección y la belleza exterior empuja hacia la obsesión por el afuera y, ante esta mayor accesibilidad, para muchos es difícil resistirse. Sea cual fuere el caso, antes de tomar una decisión que incide en el bienestar del cuerpo y la salud, es necesario tomar todas las precauciones.