Una vuelta por la fantasía en medio de la ciudad


Con sus coronas de colores y sus personajes que, amablemente, ofrecen sus asientos para disfrutar de una vuelta por un mundo que sólo ellos, los más chicos, saben crear, las calesitas siguen conservando la magia de decenas de generaciones que han paseado allí sus sueños y sus fantasías.

Pese al auge de los juegos virtuales y del entretenimiento de pantalla, ningún chico debe privarse de su existencia: de la emoción de sacar el boleto para subirse, de la indecisión de qué asiento ocupar y de sentirse volar al estirar el brazo lo más largo posible para conseguir la sortija que habilite una vuelta más.

En la región son muchas las que han sabido permanecer en pie. Aunque también hay algunas que han dejado de funcionar y que, por estos días, quieren volver a girar en todo su esplendor.

Una de las más antiguas. En la plaza Victorio Grigera y, a pocos metros del Palacio Municipal, la calesita “Don Juan” constituye uno de los patrimonios más antiguos de Lomas de Zamora que aún se mantiene en pie. Fundada a principios de la década del cuarenta, el “Viejo Juan” la regentó hasta mediados de los setenta, cuando Alberto -su actual dueño- tomó la posta.

“Esta calesita es única porque fue testigo de gran parte de la historia de Lomas”, explicó a este medio Alberto, quien advirtió que la de “Don Juan” es una de las calesitas “más tradicionales” de zona sur. “Acá vienen con sus nietos abuelos que venían a jugar cuando eran chicos”, detalló el hombre, con un dejo de melancolía en sus ojos.

Además, relató que cuando comenzó a trabajar de calesitero -poco antes del inicio de la última dictadura militar- “ya se veía a los militares recorrer las plazas”. “Esta calesita es testigo de todo lo que vino después”, sentenció.







Caerse y levantarse. Tras años de abandono, la calesita de la plaza 25 de Mayo, en Luis Guillón, cerró sus puertas. Fue en 2013 que integrantes de casa M.A.N.U. (Mucho Amor Nos Une) obtuvieron la concesión del juego a fin de recaudar fondos para la manutención de la Fundación, que alberga a chicos con VIH.

Sin embargo, desde aquel año hasta 2014 la calesita sufrió cuatro robos, por lo que funcionó de manera intermitente.”La calesita tenía un enrejado, al que hubo que agregarle un metro de fierros y alambre de púas”, explicó Silvia Casas, directora de Casa MANU. “Son cosas poco agradables y, menos en el caso de una calesita, que es un juego para niños”, opinó. Afortunadamente para los vecinos, desde mediados del año pasado funciona sin interrupciones.

“Es algo gratificante y una gran ayuda para nosotros. Si bien pagamos el costo del calesitero y otros gastos, es maravilloso”, explicó Casas. “Está buena la iniciativa porque los niños de la comunidad que van a la calesita están ayudando a mejorar la calidad de vida de otros niños, porque el dinero es para el sostenimiento del hogar y eso nos permite tener una cantidad de efectivo para el día a día”, detalló.







Jugar con muchos nietos. Salvador Romero y Marta Infante están a cargo de la calesita de la plaza Colón, de Temperley, desde hace 24 años. “Vimos pasar varias generaciones por acá”, afirma el matrimonio oriundo de Banfield, quienes durante una tarde de 1991 reemplazaron a los dueños fundadores del entretenimiento, que fue creado en los setenta.

Si bien la calesita estuvo “parada” durante gran parte del año pasado debido a los arreglos realizados en la plaza, jamás dejó de funcionar por falta de voluntad de la pareja, que aseguró que “es lindo trabajar rodeados de nenes”. “Verlos contentos es lo más gratificante que tiene este trabajo”, cuenta Salvador. Mientras que Marta asegura que, gracias a tantos años de tardes compartidas, hoy tienen muchos "nietos postizos”. “Vamos a los cumpleaños o a visitarlos si están enfermitos. Es algo muy familiar”, afirmó.

Muchos de los chicos que recibían hace más de 20 años hoy vuelven a la plaza para que sean sus hijos los que disfruten de la bella noria.







A recuperar la magia. Junto a Gabriel y Fernanda, dos amigos del barrio, el vecino banfileño Matías Carnival emprendió el desafío de restaurar la calesita de la plaza del Campeón, que a principios de 2013 fue destruida por un temporal que azotó a la región. Sucede que un árbol cayó sobre el juego, cuyos dueños no cuentan con los recursos para repararla.

“Cansados de no ver avances, en mayo decidimos arrancar con esto”, afirmó el vecino. “Creamos la página en Facebook y se sumó muchísima gente. Hicimos rifas y rápidamente conseguimos los 16 mil pesos para arreglar la corona, un engranaje que hace que los caballitos suban y bajen”, explicó y detalló que para finalizar con los trabajos “todavía resta que llegue un caño que se mandó a rectificar y que la Delegación Municipal de Banfield done la lona del techo y arregle el piso”.

Además, junto a artistas locales y a vecinos “bien banfileños”, el trío buscará remodelar los caballos que hacen de asientos. ”Los objetivos son paso a paso. Creemos que para antes de fin de año va a estar re inaugurada”, sentenció Carnival.