El desafío de educar en la era de la información


Llenarles la mochila de libros. Kilos de papeles sobre sus espaldas y aulas con pizarrones que no pueden contener ni una ínfima parte de la información que hoy llena la pantalla de sus celulares. Escuchar al docente repetir, de forma pedagógica, el contenido que tienen frente a sus ojos, para luego llegar a casa y hallar esa misma información en Internet con apenas un clic y sin el peso de tantas páginas a cuestas, con la ventaja de poder comprenderla por sus propios medios. Esa es la situación en la que se encuentran hoy nuestros alumnos.

Con el advenimiento de las Tecnologías de la información y la comunicación (TIC), los estudiantes disponen de una cantidad de información infinita e inmediata, situación que lleva a preguntarse si es necesario modificar los parámetros de enseñanza. ¿Se debe seguir educando apelando a la memorización aun teniendo la información siempre al alcance de la mano? ¿O el docente debería enfocarse, ya no a repetir los contenidos de un libro, sino a mediar y guiar a los alumnos en la búsqueda, la comprensión y el procesamiento de la información que pueden hallar por sí solos?

“Para el sistema educativo este es el gran desafío. Incorporar las tecnologías, repensarlas y revisar lo metodológico. Lo importante es tomar consciencia de que las nuevas tecnologías en sí mismas no son las que van a mejorar los modos de enseñar y aprender. A partir de ellas los chicos tienen la posibilidad de acceder a mucha información, pero nosotros debemos guiarlos para poder procesar todo eso que reciben”, advierte a este medio Sofía Spanarelli, profesora de la Universidad Pedagógica y titular de la cátedra “Didáctica I” en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ).

Así las cosas, la “transmisión de paquetes de conocimientos acumulados” de maestro a alumno pareciera comenzar a quedar obsoleta, aunque la tarea del docente, su figura, tampoco se puede obviar. Es que, según los especialistas, son los encargados de darle sentido a la infinidad de contenidos que hoy rodean a los estudiantes.

“La contrapartida de esto es que en Internet hay mucha información que no es conocimiento, sino opinión, repetición o chamuyo. Es el lugar de quien enseña, entonces, lograr que esa información sea procesada, revisada y comprendida”, advierte, en ese sentido, el docente y periodista Christian Gauna, que integra el equipo de docentes investigadores de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM) y es profesor adjunto de la materia “Medios de Comunicación Social” en la UNLZ.

En la era de la información, donde los conocimientos sobre todo flotan en una nube virtual cada vez más accesible a todos, enseñar en un aula frente a alumnos que pueden informarse por su propia cuenta resulta un verdadero desafío.



Las nuevas generaciones y las TIC. La relación de los jóvenes con la tecnología es de lo más estrecha y eso es algo propio de la era de la información. De ahí es que surgen varios interrogantes con respecto a las limitaciones del sistema educativo.

“Muchos docentes, sobre todo los de mayor edad, están ‘seteados’ (configurados) con los media. No con los multimedia y, mucho menos con los transmedia. Algunos terrenos dan vértigo y está buenísimo que eso pase”, advierte Gauna.

“Cuando un pibe puede crear algo, un video, un programa de radio, una entrevista o lo que fuera, es porque el conocimiento ya lo adquirió, de ahí que se deba replantear el rol del docente”, señala y apunta que también se generan “dudas” respecto de las viejas formas de evaluar. “En casos no es posible reconocer si hubo aprendizaje sólo mediante una evaluación escrita”, opina.

En ese marco, consideró “fundamental la necesidad de modificar y actualizar la formación de los docentes”, al tiempo que resaltó la importancia de utilizar herramientas virtuales en el aula. “Un profesor que no tiene acceso a las redes sociales porque no sabe manejar algunas plataformas, va a sentir mucho miedo y tiene una imposibilidad real en relación con sus alumnos. Alguien que sabe muchísimo de historia pero que no maneja Facebook está vedado en ese espacio y no le queda otra que el espacio presencial porque otra cosa le resulta ajena”, plantea Gauna y considera apropiado para el aprendizaje de estas épocas la inclusión de nuevos métodos, como juegos pedagójicos en red o el uso de plataformas educativas como Moodle.

Por su parte, la profesora de Ciencias de la Educación de la UNLZ María Cristina Ruiz menciona que “las nuevas generaciones han sido socializadas en el uso de tecnologías de la información”. “Muchas veces se piensa en términos escolares en el uso de las netbooks cuando hablamos de esto, pero en realidad nuestros niños, nuestros jóvenes, están socializados con el uso de celulares, que también son una tecnología de información y comunicación”, aclara. “Hoy en educación estamos pensando en cuáles son los procesos particulares que se pueden rescatar con la utilización de estos dispositivos”, sostiene Ruiz.

“Nosotros somos inmigrantes digitales, vinimos a este mundo desde afuera”, sintetizan al respecto las psicopedagogas María Susana Tercelán y Andrea Biancardi, también docentes de la UNLZ.

Por el contrario, sostienen que “los jóvenes son nativos digitales”. “Ellos crecieron en este mundo, con todas estas herramientas que tienen un tremendo potencial educativo: blogs, wikis, Facebook, Twitter”, advierten. En este sentido, consideran que “es un desafío, pero también una oportunidad para los educadores, encontrar nuevas formas de enseñar y de diseñar programas para tratar de llegar a los alumnos, allí adonde están sus intereses”.

“El aprendizaje actual es mucho más virtual, multimedia y debe incluir experiencias multisensoriales. No debemos olvidarnos que esta generación creció con la televisión, YouTube y videos, no sólo viéndolos, sino también haciéndolos”, subrayan.



Los cambios a debatir. Frente a este escenario, surge la necesidad de una verdadera renovación educativa que se adapte a los tiempos que corren. Un nuevo enfoque desde el lado de los educadores, pero sobretodo un cambio profundo en el mismo eje educativo, tanto en materia de objetivos como de metodología.

En este aspecto, Gauna hace hincapié en la necesidad de “reconocer que los alumnos empezaron a cambiar su forma de aprender”. “También debe admitirse que el docente tiene una experiencia que empieza a ser poco adecuada y ese es un problema que hay que resolver”, sostiene y apunta que “en Argentina se están dando pasos importantes sobre esto, aunque es difícil”.

En ese marco, hace referencia a un congreso que se llevó a cabo en Palermo sobre “Cambio e innovación en el aula”. “En un momento se discutió cómo el aula debía extender su territorio y su espacio, quizás con la ayuda de plataformas virtuales como Twitter, Facebook e Instagram para poder seguir interactuando durante la semana y llegar al otro encuentro con un seguimiento. Ese panorama ya les hizo ruido a muchos docentes, hasta que se advirtió que ‘para eso es necesario el celular prendido en el aula’ y rápidamente se escucharon las negativas”, cuenta.

Y cuestiona: “Estamos en 2015 y eso todavía es una preocupación”. “Hay una especie de demonización de las tecnologías, en vez de reconocer que ellas, como extensión del cuerpo y las capacidades humanas, deben ser utilizadas con criterio y una finalidad específica”, considera.

Al respecto y, en el mismo sentido, Ruiz menciona casos de “escuelas que quisieron prohibir el uso de celulares en el aula para generar un cierto tipo de ‘orden’”. “Y eso es relativo, porque el celular puede ser una extraordinaria herramienta en el proceso de enseñanza y aprendizaje”, reflexiona.

“Me parece que en la escuela se generan determinados tipos de generalizaciones y prejuicios que tenemos que detenernos a analizar, porque por un lado los chicos escuchan que todos hablamos del uso de las tecnologías, pero por otro lado lanzamos una cadena de prohibiciones”, destacó e instó a pensar “cuáles son todos los procesos que se ponen en juego, más allá del procedimiento de uso de una tecnología cualquiera”. “Hay que repensar cómo conducir la máquina, no de qué manera enseñar a usarla”, asevera Ruiz y apunta que para ello “se necesitan docentes preparados y una fuerte capacitación al respecto”.

Similar es la opinión de Spanarelli, quien considera que el papel del docente en esta era debe ser “ayudar a generar criterios de búsqueda”. “Los chicos tienen la posibilidad de acceder a mucha información, pero nosotros debemos guiarlos para poder procesar toda esa información. Tiene que haber un acompañamiento por parte del docente para construirla con criterios válidos”, asegura.

“Si los alumnos buscan ‘reino animal’ en Internet les aparecerán millones de resultados, pero es necesario que puedan organizar y seleccionar la información útil para planificar las formas de utilizar las herramientas”, sostiene Spanarelli. “Es un desafío para el docente porque es también quien educa el que aprende, ya que hoy los alumnos conocen más de las TIC que los educadores”, resalta.

“Cuesta mucho salir de esta idea de control del aula, pero los que estamos en educación estamos peleando por ello. La escuela debe acercarse a vivir la realidad de los alumnos”, manifiesta.

Históricamente, el docente fue portador de un relato pedagógico que le transmitía a su alumnado. En el mundo de hoy, ese paradigma comienza a quedar vacío porque el acceso a cualquier tipo de información ya no está concentrado en un sujeto o en un libro, sino al alcance de todos. De ahí el desafío de quienes enseñan: ya no consiste en hacer accesible la información, sino en transformarla en conocimiento a través de su procesamiento y comprensión.