Ansiedad en los tiempos del posmodernismo


La ansiedad es como el miedo. En su punto justo, éste último actúa como una señal de alerta ante una conducta de riesgo: entonces, es bueno sentirlo para no ser temerario e imprudente ante determinadas situaciones. Lo mismo ocurre con esta sensación de estrés, inquietud y preocupación que se conoce como ansiedad. “Es una manifestación del psiquismo equivalente a la fiebre para el cuerpo. Expresa que algo inquietante está pasando en el psiquismo de la persona, pero no siempre se puede inferir la causa de manera clara”, advierte el psiquiatra y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) Juan Eduardo Tesone (M.N. 44190).

Así, sentir ansiedad, estrés o miedo frente a determinadas situaciones de la vida es algo normal. Sin embargo, de acuerdo a la magnitud y el nivel de repitencia de estos episodios, puede transformarse en un padecimiento mucho más grande y ser acompañado por pánicos, fobias o los llamados Trastornos Obsesivos Compulsivos (TOC’s).

“En estos casos, la ansiedad se vuelve un síntoma patológico. Es la expresión de un conflicto interno o intersubjetivo. La punta del iceberg de una problemática más compleja. En estos casos es conveniente pedir ayuda terapéutica para intentar llegar al nudo de los conflictos que generan el problema”, recomienda Tesone.

Algunos de sus síntomas -transpiración, dolor en el pecho, falta de aire, terror, mareo- pueden confundirse con un ataque cardíaco, de ahí su fuerte impacto en la vida cotidiana de quienes los sufren. Aunque aún no se tienen certezas sobre su verdadero origen o raíz, especialistas se debaten entre la predisposición genética y los cambios sociales que colaboran en su desarrollo, como la inmediatez y la aceleración en que estamos inmersos.



Identificar la enfermedad. El ataque de ansiedad es una patología que puede manifestarse a través de diferentes trastornos que, aunque distintos, coinciden en algo: la imposibilidad de manejar la inquietud y la angustia que dominan a quienes los padecen.

“Consta de un conjunto de síntomas conductivos, que son normales si se producen como respuesta a una situación o contexto determinado”, indica a este medio el director del Centro de Investigaciones Médicas de Ansiedad (IMA), Enzo Cascardo (M.N. 69377).

Y explica que “la intensidad de los síntomas es leve en el caso de la ansiedad normal, que se extiende mientras dure el estímulo que la desencadenó”.

“Un caso de ansiedad normal es, por ejemplo, estar preparando la fiesta de 15 de tu hija o la previa a realizar un examen. Sentimos escalofríos, dolores, temblores o molestias en el estómago, entre otros síntomas, acompañados de un estado emocional particular”, describe.

En la misma línea, Diego Tzoymaher (M.N. 36683) -también de IMA- señala que la ansiedad “es un mecanismo, una sensación muy similar al miedo, que aparece en situaciones puntuales”. “En una medida moderada y justa, hace que la persona esté alerta o se prepare para determinadas situaciones”, advierte.

No obstante, remarca que “en otras personas, con características particulares, puede presentarse una anomalía”. “Eso es lo que llamamos trastornos de ansiedad, con la ansiedad patológica como característica”, destaca y asegura que “aparece de una manera tan intensa que, lejos de ayudar a prepararse mejor ante determinadas situaciones, puede complicarlas completamente y hasta paralizar o impedir a la persona a desarrollar determinadas acciones”.

Uno de los más invalidantes es el llamado ataque de pánico. “Son ataques de ansiedad graves, de miedo intenso, que ocurren brusca eimprevistamente. Alcanzan su pico máximo en diez

minutos y, luego, van disminuyendo. Si se repiten, puede transformarse en un trastorno”, detalla Cascardo. En este marco, se produce lo que los pacientes llaman “el miedo al miedo” o la

“ansiedad anticipatoria” que, según el profesional, es “el miedo permanente a tener más crisis de pánico o estar en una situación peligrosa”. “Eso genera un cambio de comportamiento en la vida de las personas, que pasa a depender de la posibilidad o no de tener una crisis de pánico”, sostiene.



La vida actual. Aunque no existe una determinación certera sobre las causas que pueden desencadenar estos trastornos, los especialistas se debaten entre los factores genéticos y el ritmo de vida actual, que nos contagia su inmediatez y su aceleración constante en todos los ámbitos.

“Las múltiples posibilidades de conectarnos, las redes sociales y la rapidez para resolver tareas que existen hoy es algo muy beneficioso. Pero también es cierto que recibir tanta cantidad de información hace que los niveles de ansiedad y estrés puedan multiplicarse”, sostiene Tzoymaher y asegura: “Últimamente notamos en el consultorio que en muchas personas se generan síntomas de ansiedad ante no estar conectados. Ansiedad por perderse algo en la red, por no estar al tanto del grupo de WhatsApp o no estar informado en Twitter”.

En ese marco, apunta que “hay gente que se desespera al tener el celular apagado o no poder usarlo”. “Estamos viendo muchas adicciones comportamentales, en las que las personas empiezan a tener comportamientos muy similares a las adicciones tradicionales, como por ejemplo el alcohol”, compara Tzoymaher.

En la misma línea, el psicoanalista miembro de APA Juan Cristóbal Tenconi coincide en que la vida actual hace que muy pocas personas puedan ser ajenas a este tipo de ansiedad.

“La vida moderna y urbana facilita la aparición de trastornos de ansiedad, dado que los habitantes de las grandes urbesestán sometidos a presiones de toda índole, en una vida que a menudo es vertiginosa y llena de obstáculos, ya sean laborales, de vivienda, transporte, inseguridad, desocupación, fragilidad laboral, etc”, opina y asevera: “El psiquismo no permanece indemne frente a las presiones, obstáculos y conflictos sociales”.

Cascardo, en tanto, disiente con esta mirada y menciona que

“la frecuencia o prevalencia de los trastornos de ansiedad en la población es igual en el ‘primer mundo’ que en el ‘tercer mundo’”. “No es que cien personas que vivan bien tengan menos trastornos que los que la pasan peor. Es una cuestión de tener una vulnerabilidad o no tenerla”, considera.

Sin embargo, reconoce que “los ambientes más tranquilos o predecibles desencadenan menos trastonos de ansiedad”.

“Su total y prevalencia a lo largo de la vida está en, más o menos,

el 29 por ciento de la población. Es un número altísimo, que quiere decir que uno de cada tres individuos tuvo, tiene o

tendrá un trastorno de ansiedad en algún momento de su vida”, comenta.

En tiempos revoltosos y demandantes, si la psiquis es vulnerable se puede ser propenso a padecer la problemática, que es más común de lo que se cree y afecta a gran cantidad de personas sin que ellas mismas lo sepan.