Una vecina de Llavallol festejó sus 100 años


Nació en Gerli el 1 de diciembre de 1915. En esa localidad conoció a su compañero de vida, con quien se puso de novia a los 15. Siete años después se casó y con el tiempo llegaron los hijos y el sueño de la casa propia. Ayer, María Celia recibió a Info Región para recordar los momentos más importantes de su vida y sus sensaciones al cumplir 100 años.

“Vengo de una familia muy humilde, pero muy bondadosa. La pasé muy bien. Tuve mis altos y mis bajos: lo que es la vida”, dijo, y luego recordó: “Mi juventud fue muy buena. Cuando llegué a grande, encontré un compañero excelente, que además fue un muy buen padre. No tengo palabras para recordarlo. Se llamaba Alfredo Gianni. Era músico y bandoneonista”.

Cuando comenzó la relación, ella terminaba la primaria y él se acercaba a la mayoría de edad. Celia vivía con sus padres en Gerli y Alfredo trabajaba en una orquesta permanente de un hotel en Montevideo, Uruguay. El contrato que lo ataba era de siete años, por lo que se veían con intermitencias.

“Cuando faltaba algo más de un año para que termine el contrato, me mandó una carta en la que me pide que vaya a una joyería y que pida una medida de mis dedos. Como era inocente fui a buscar la medida y se la mandé, pero más de eso no me dijo. Cuando vino, le trajo a mi mamá un estuche y le pidió que lo guarde y que no me diga nada. Era 1936. El 8 de diciembre, por el Día de la Virgen, me invitó a la casa de sus padres. En un momento, mi mamá, que tambén estaba, abrió la cartera y le entregó el estuche. Alfredo me lo mostró y lo abrió: eran las alianzas. Me dio un beso y me dijo ´este es el mejor momento´, me colocó los anillos y fijamos fechas de casamiento. Se tenía que ir por última vez a Montevideo. El contrato ya terminaba. El 14 de octubre de 1937 nos casamos”, recordó Celia.

A los dos años nació el primer bebé, Líber, luego vinieron Horacio y Lidia. Todos superan los 70 años. Ellos le dieron a la mujer ocho nietos, quienes a su vez le regalaron la alegría de ser bisabuela de 13 chicos.

La casa propia. Tras el nacimiento de lo los hijos, el sueño de la casa propia comenzó a materializarse, pero no les fue fácil. Alfredo tuvo que dejar su pasión para brindarle un techo a su familia. “Mi esposo era muy trabajador con la música, pero no nos alcanzaba”, apuntó la cumpleañera. “El hermano de un cuñado era sastre a medida. Él le enseñó la profesión”, explicó. Luego de dominar el oficio, Alfredo consiguió trabajo en el Ministerio del Ejército del primer gobierno de Juan Domingo Perón.

Allí –según afirmó la mujer– diseñó uno de los modelos del uniforme del Regimiento de Patricios. “Ahí hizo su carrera. Luego, con tres compañeros compraron máquinas industriales y trabajaron por su cuenta.“Debido a que trabajó y trabajó hoy tengo esta casa”, recalcó. A sus 91 años, Alfredo falleció en 2004. Al día de hoy, Celia lo recuerda como “un excelente compañero y un muy buen padre”.

La sensación de cumplir 100 años. “Los esperé a los 100 años, creía que no llegaba”, reconoció. Pero, con una sonrisa pícara de oreja a oreja, afirmó: “Me parece que voy a vivir unos años más”.

Por último, Celia se animó a darle “unos consejos” a los jóvenes: “Le diría que sepan portarse correctamente. Que den mucho amor a todos y que no miren a quién; que no miren su estatura, ni su gordura ni su color. Que mientras puedan estirar la mano, no miren a quién”, dijo. “Que traten de ir siempre por el camino derecho. Que sepan que van a encontrar obstáculos, pero que los echen a un lado y que sigan adelante. Hay que ir con la frente en alta todo el tiempo. Tengo el orgullo y la satisfacción de haber llevado a los míos por ese camino”, concluyó.