Ya son tres los padres de Cromañón que murieron este año


Este 2016 se cumplirán 12 años de la masacre en el boliche Cromañón, que además de 194 víctimas fatales y decenas de sobrevivientes que optaron por quitarse la vida, dejó en el camino a 38 padres y madres que no pudieron seguir adelante con sus vidas. En su mayoría fallecieron por cánceres que se les presentaron después de la tragedia, mientras que otros por enfermedades cardíacas.

Desde la asociación civil “Familias por la Vida” aseguran que al año se producen entre tres y cuatro decesos de padres de víctimas. “Esto es muy doloroso. Carlos es el número 38 desde la tragedia. La tasa de mortandad de los padres de los chicos de Cromañón es muy alta, no solamente en comparación con las tasas de otras tragedias similares a nivel internacional sino también nacional. Son muchos los casos y, en su gran mayoría, por cáncer”, señala Nilda Gómez, que preside la ONG.

Carlos Escobar era papá de Sergio, uno de los 194 que dejó su vida en el boliche de Once. Falleció el lunes, poco más de quince días después que Jorge Giralt, cuyo hijo era socorrista de la banda Callejeros. Esa noche salvó muchas vidas, sin poder hacer lo mismo con la propia. El 21 de febrero también había abandonado la lucha Olga Gamarra, que había perdido a su hija, Laura Oviedo, y a su hermana, Mercedes Gamarra, en el incendio.

Nilda, como muchos otros padres, sostiene que Cromañón no duró una noche, sino que ese fin de año de 2004 comenzó. Es que, producto del dolor, son muchos los que cedieron en la lucha. “Que se hayan ido 38 padres no es casual. Hace un mes nos enteramos que falleció el primer papá de Kheyvis (el incendio en el boliche de Olivos que dejó 17 fallecidos el 20 de diciembre de 1993) y eso pasó hace muchísimo tiempo, de hecho ya habían pasado once años cuando ocurrió lo nuestro. Pero con Cromañón fue distinto”, señala y, aunque sin encontrar la causa precisa, insiste en que la tasa de mortalidad es alta y que, sin dudas, los vaivenes judiciales han afectado la salud de muchos. “Es lo mínimo que necesitamos para vivir en paz, un poco de Justicia. Saber que ya están presos, que pagaron en la cárcel”, señala Nilda, que nunca se rindió tras la muerte de su hijo, Mariano Benítez.

El estrés y el dolor tras la pérdida. Aunque se cree erróneamente que el llamado estrés pos traumático afecta sólo a sobrevivientes de tragedias o catástrofes, el psicólogo Alberto Dupèn (Mat. Nac 16365) desmitifica esta idea y asegura que los familiares de víctimas fatales también sufren sus síntomas. En el caso de los padres de Cromañón, sostiene que “no pueden evitar adjudicarse un cierto grado de responsabilidad” y “revivir constantemente la situación, por más que no hayan estado en el boliche”.

“La situación que se da con Cromañón es similar a la ocurrida luego de la Guerra de Malvinas. En los primeros cinco años, el nivel de mortandad de padres que ha habido fue altísimo”, compara el psicólogo, que es especialista en estrés pos traumático y ha trabajado tanto con veteranos como con familiares de caídos.

Señala que, pese a no haber podido evitar la tragedia que puso fin a la vida de sus hijos, los padres “no pueden dejar de hacer una evaluación, un mea culpa, de lo sucedido”. “Sienten mucha culpa respecto de lo que les sucedió, sienten que han fallado y se adjudican un cierto grado de responsabilidad”, señala.

Aunque cambien el escenario o las circunstancias en que fallecieron, el cuadro de situación según el especialista es el mismo: “Las personas padecen un fuerte estrés. Muchas experimentan la situación a través de sueños o recuerdos sobre lo acontecido. ¿Cómo ocurre esto último si ellos no estuvieron allí? Lo que sucede es que reviven la situación por medio de los relatos que existen sobre lo vivido”, explica.

“Se meten tanto en la situación, en cómo fue el hecho, en cómo ocurrió, que empiezan a incorporar ese hecho que no vivieron en sus sueños y pensamientos. Continúan con esas imágenes en la cabeza. Es como leer un relato antes de dormir o ver una película de terror, luego esto puede manifestarse en los sueños porque queda en el inconsciente”, argumenta.

Y sostiene que muchos caen en un mutismo asfixiante que puede manifestarse, luego, en un padecer físico. “Por lo general, se manifiesta físicamente, pero depende del perfil de personalidad. Muchos sufren del corazón y otra gran cantidad de cáncer, que es muy común en los familiares”, indica y advierte: “Ellos generan un auto reproche muy fuerte, interno. Y si no hablan, si no explotan, implosionan hacia dentro”.

Cintia Vespasiani