“Esto es como volver todo para atrás, volver al primer día”


La voz de Silvia Morales se quiebra cuando dice que se siente desamparada por la Justicia, cuando recuerda los ojitos marrones de ingenuidad de Santi y la forma cruel en que se lo arrebataron en ese invierno de 2005. Porque aunque ya pasaron siete años, el dolor es el mismo e incluso más. La angustia se reavivó en las últimas semanas de diciembre, justo antes de Navidad, cuando la Cámara de Casación Penal absolvió a Enrique Eloy Coito Piriz y ordenó al Tribunal que fije una nueva pena para Ana Isabel Machado Vargas, ambos condenados a prisión perpetua por el homicidio de Santiaguito. “Vamos a pedir la elevación a la Corte Suprema”, expresó la madre del nene.

Santiago Miralles fue secuestrado y asesinado en 2005, cuando tenía apenas seis años. Por el hecho, en 2008 los cuatro acusados fueron condenados a prisión perpetua, fallo que en diciembre último rectificó la Cámara de Casación Penal, que confirmó la condena de dos de los condenados pero ordenó absolver y rever la de los otros dos.

“Estoy bastante decepcionada, llegamos a sentir que se estaba haciendo justicia, pero esto vuelve todo para atrás”, se lamentó Silvia en diálogo con este medio y adelantó quepedirá a Casación que “el caso vaya a la Corte Suprema“. Además, expresó que se siente “totalmente desamparada ante la justicia”: “Esto es volver todo para atrás, me siento como el primer día”.

Walter Miralles, el padre del pequeño asesinado, también apuntó que el fallo de la Cámara que absuelve a Piriz, que había sido condenado a perpetua, “demuestra una injusticia” y que “no leyeron como corresponde la causa”.

Santiaguito fue visto por última vez a las 16 del miércoles 13 de julio de 2005, cuando jugaba en la vereda de su casa de Canning, en Esteban Echeverría.

De acuerdo a la investigación, casi 24 horas después sus familiares recibieron una llamada extorsiva en la que un hombre les exigió 20 mil pesos para liberarlo. Los padres del nene desaparecido lograron juntar para el día siguiente unos 5.000 pesos, pero los delincuentes nunca más se comunicaron.

El cadáver del niño fue hallado tres días después de su desaparición en un pozo ciego ubicado en el predio de la quinta lindera a la casa de los Miralles.

La autopsia reveló que el niño murió como consecuencia de un traumatismo de cráneo y asfixia por inmersión, ya que recibió al menos dos golpes en la cabeza provocados por una maza u otro objeto similar.

Una vez inconsciente, pero aún con vida, lo introdujeron en la cámara séptica con un soga atada en la cintura a la que anudaron una caja con cerámicas.

En diciembre de 2008, el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata condenó al matrimonio de Enrique Eloy Coito Piriz y Ana Isabel Machado Vargas, al hijo de estos, Henry Alexander Coito Machado, y a su padrino Abel Domínguez Farías, a la pena de prisión perpetua.

Los jueces Carlos Rozanski, Norberto Lorenzo y Horacio Insaurralde los consideraron coautores de "secuestro extorsivo triplemente agravado por tratarse la víctima de un menor de 18 años, haber participado en el hecho tres o más personas y haberse ocasionado intencionalmente la muerte de la persona ofendida".

Durante el debate, los imputados no declararon en el juicio y sólo se limitaron a decir que la causa "estaba armada".