“La muerte no tuvo obstáculos en Cromañón”


“Sin todas estas actividades que tenemos hoy (por ayer), no pasaría un sólo segundo sin pensar o revivir ese día hasta el beso de las 3 de la tarde.” Ese beso fue el último, en vida, entre Mariano Benítez y su mamá, Nilda Gómez. Ni él ni ella imaginaban que la negligencia y la irresponsabilidad -sea en partes iguales o no- de funcionarios, empresarios y músicos haría de ese saludo una despedida que aún duele. Una despedida que para una madre nunca lo es.

Hoy se cumplen 12 años de la masacre que se llevó a 194 pibes en el boliche Cromañón y que más tarde barrió con decenas de sobrevivientes que bajaron los brazos y con 38 padres y madres que tampoco pudieron salir adelante y también se fueron de este mundo. A más de una década, los que siguen adelante continúan, heridos por la impotencia, lamentando una tragedia evitable que los separó de sus seres más queridos.

“La muerte hizo un esfuerzo terrible para atraparlos. Era imposible que pasara, pero se dieron todas las cosas y la muerte avanzó paso a paso y fue venciendo todos los obstáculos porque casi ni los hubo. La muerte no tuvo obstáculos en Cromañón”, señala a Info Región Nilda, que además de mamá es titular de la asociación “Familias por la Vida” y hasta se recibió de abogada para inmiscuirse en la causa.

“Es como si no hubiera pasado el tiempo. Yo me siento como si estuviera siempre en el mismo lugar. Entiendo que 12 años es un montón de tiempo, lo ves en los chicos que crecen, en los nietos y demás”, señala. Su voz se quiebra. Escucharla es sentir un cuchillo clavado en el corazón.



Cambios y no tanto. Aunque Nilda refiere que “se ha avanzado mucho” en materia de controles, atribuye las conquistas al trabajo de las asociaciones y, sobre todo, al compromiso de la gente que denuncia.

“Se ha avanzado mucho en lo cultural, pero esto es muy largo y lleva tiempo. Nosotros seguimos dando charlas a los chicos en las escuelas, a inspectores, policías. Hay que trabajar mucho para cambiar. La gente va entendiendo que Cromañón no tenía que haber pasado”, señala.

En ese sentido, apuntó que después de la tragedia se dieron “controles más estrictos en materia de nocturnidad y masiva concurrencia” en Capital Federal. “Ha mejorado, teniendo en cuenta que tiene que ver con un cambio cultural, una toma de conciencia, y todos esos son cambios que llevan mucho tiempo y se dan a muy largo plazo. El trabajo de manera mancomunada entre la sociedad civil y el Estado hizo que los controles rindieran efecto porque por fin de semana hay entre tres y cuatro clausuras por denuncias de la gente, que se empezó a comprometer y a denunciar. Eso es un cambio cultural.”, resaltó.

Homenajes Ayer a las 10, las familias que integran la ONG estuvieron presentes en el Concejo Deliberante de José C. Paz, donde se realizó un homenaje y se colocó una ofrenda floral. La actividad se replicó horas más tarde en Ituzaingó.

Desde las 15, en tanto, realizaron la conmemoración más multitudinaria en el santuario ubicado en Bartolomé Mitre y Jean Jaurés, en Once. Más tarde, desde las 18.30, Nilda fue ella la encargada de guiar una misa en la Catedral de Buenos Aires.

En Plaza de Mayo, como todos los años, se leyeron documentos varios de sobrevivientes, padres y cartas a los chicos fallecidos. “Es difícil, pero es una necesidad", señala. Los actos culminaron nuevamente en el santuario, donde se presentó la Orquesta Filarmónica de José C. Paz, se dio lectura a los nombres de los chicos y a las 22.50 se hizo la emblemática suelta de globos.

Cintia Vespasiani