El trasplante de órganos vitales salva vidas: la importancia de ser donante


"A veces uno tiene que pasar por estas situaciones para plantearse el tema. A Vicky le tocó desde la panza, ya sabíamos que necesitaba cirugía, pero hay gente que de la nada necesita un trasplante, algunos son chicos y todavía es mucha la gente que decide no donar.”

Habiendo superado el dolor y conservando la alegría por el “milagro” de salvar la vida de su hija, Carolina Els mantiene su convicción de exaltar el acto de donar órganos.

“Hay que romper los mitos. Es importante que la gente lo ponga en la mesa de discusión y se charle el tema porque salva vidas”, asegura la mamá de la pequeña Vicky De Mare, que a pocos días de cumplir tres años tuvo que someterse a un trasplante de intestino que necesitaba desde el momento en que nació.

Así como fue el caso de la nena de Lanús, hay una inmensa cantidad de vidas que pueden ser salvadas a partir de la donación de órganos. Si bien esta historia terminó de la mejor manera, hay decenas de miles de personas que fallecen cada año por no tener un donante que les provea de un órgano vital.

Sus familiares sostienen que lamentablemente aún vivimos en una era en la que existe un gran tabú en torno a la muerte, donde la premisa de “respetar a los muertos” lleva, a veces, a la crueldad de dejar que una vida más se vaya, quizás pudiéndose haber hecho un trasplante a tiempo.

Según el INCUCAI, la donación de órganos es posible sólo en cinco de cada mil fallecimientos debido a la complejidad de la operación; y la postura de no donar en gran parte de la sociedad disminuye aún más las posibilidades de evitar muertes.

“A la gorda se le detectó un problemita en la panza al tercer mes de embarazo, y después salió que tenía gastrosquisis”, cuenta Carolina en diálogo con Info Región. “De lo que se nos habló primero fue de transplante”, indica.

Según comenta, la nena estuvo un año y medio en terapia intensiva, sufriendo algunas infecciones, hasta que Fundación Favaloro la evaluó y, al año y dos meses, determinaron que ya estaba en condiciones de trasplante.

“Para nosotros el trasplante era llegar a una meta prácticamente imposible. Era muy chiquita y un trasplante es complicado”, expresa Carolina, recordando la consternación de aquellos días.

Sin embargo, el sueño se fue haciendo cada vez más cercano hasta que se dio y, como dijo la mujer: “Nos cambió la vida a todos, principalmente a ella”.

En cuanto a la ansiada llegada del órgano, Carolina afirma que “a pesar de que lo esperaba, cuando llega es algo inexplicable”. “Fue un choque de sentimientos impresionante, porque por otro lado es una operación complicada”, indicó.

“La gente tiene mucho temor cuando uno habla de trasplantes y donaciones, se toca el tema de la muerte, que en nuestra sociedad es complicado, pero hay mucha gente que lo está esperando y otra tanta que desgraciadamente fallece todos los días, ante lo que no se puede hacer nada más que dar vida a personas que lo necesitan, y que es el acto de amor más grande”, expone Carolina.

En la Región Sanitaria VI (Almirante Brown, Avellaneda, Berazategui, Esteban Echeverría, Ezeiza, Florencio Varela, Lanús, Lomas de Zamora y Quilmes), fueron 19 los donantes en lo que va de 2013, sin contar mayo.

Por otro lado, la lista actual de personas que esperan órganos a nivel nacional asciende a 10.602, mientras que en la provincia de Buenos Aires la cifra es de 4.496. De esa cantidad, 1.226 son pacientes de la región y el trasplante más necesitado es el renal, con 562 personas a la espera de un riñón.

Durante 2012, en tanto, la Región Sanitaria VI fue la que registró más donantes (64).

Quienes tuvieron la solidaridad para preocuparse por los demás en un momento duro fueron Oscar Castellucci y Ana Herrera, aún cuando estaban atravesando el inmenso dolor de haber perdido a su hijo, Martín. No obstante, la voluntad de donar órganos ya había sido manifestada en vida por el propio joven.

“En 2005 fuimos juntos a votar y ahí estaban las mesas del Incucai, entonces hablamos del tema. Él me dijo que estaba dispuesto, que le parecía importante donar”, le comenta Oscar a Info Región, con el recuerdo intacto.

Plantea que “uno cuando conversa estas cosas lo hace en términos generales, no piensa que va a suceder”.

“Después, cuando pasó lo de Martín, lo tuvimos presente y con mi señora compartimos la idea de que es importante participar del proceso de donación”, apunta el papá del joven que fue víctima en 2006 de un patovica de La Casona de Lanús, que lo golpeó hasta dejarlo agonizando en la puerta del boliche.

Según indicó, “no se pudo donar todo, pero sirvió para trasplantar a siete personas”.

Acerca de la identidad de quienes recibieron los órganos de Martín, Oscar marca que sólo conocieron a dos de ellos y que “se dio casi casualmente”.

“Increíblemente, el primer contacto fue en el mismo diciembre de 2006”, cuenta.

El INCUCAI brinda datos del donante como del trasplantado, pero no personalizados. A pesar de esto, hubo un médico que se dio cuenta de la relación entre el riñón que recibió su sobrina, Bibiana, con lo que le había pasado a Martín Castellucci.

“Él nos permitió ubicar a Bibiana cuando aún estaba internada, y cuando la vimos fue terrible, fue de muchísimo impacto. No tuvimos ni posibilidad de reacción porque casi no pudimos hablar”, expresa Oscar y asegura que todavía conservan la carta que la mujer les mandó posteriormente, agradeciendo a la familia.

El segundo receptor encontrado fue Julio Rodríguez, quien se contactó con el matrimonio Castellucci por medio de Facebook cinco años después, el mismo día en que se cumplía un nuevo aniversario de la muerte de Martín.

“Vive en Tucumán, pero nos vemos un par de veces al año”, resalta Oscar y sostiene que “es importante donar, porque es darle vida a otra persona. No sólo es un gesto solidario”.

“Cuando hablábamos esto con Martín, él tenía 20 años y me hizo la reflexión de que uno nunca piensa que va a morirse, pero si después de muerto podés ayudar a otras personas es extraordinario, y si convencimos al menos a una persona para que sea donante, estoy satisfecho”, completó.

Un caso muy particular es el de Roberto Issa y Lucía Gómez, dos vecinos de Adrogué que se conocieron en un centro de diálisis y hoy son pareja. Se encontraban en lista de espera para recibir un riñón y, con seis meses de diferencia, ambos fueron trasplantados.

“En el momento que se me informa que no me funcionaban los riñones yo no lo asumí.”, explica Roberto.

“Con la operación de Lucy empezamos a tener un poco más de confianza, aunque a mí se me vino el mundo abajo porque no quería seguir dializando. Para nosotros ya era un hábito ir juntos al centro”, relata el hombre.

Su mujer fue trasplantada el 15 de junio de 2008 y seis meses después le tocó a Roberto, que asegura: “Cuando me llamaron fue una emoción para mí y para toda mi familia. Ese momento en el que te dicen que llegó tu órgano es inolvidable, muy lindo”.