La huella que Julio Cortázar dejó en Banfield


Hay personas que pasan por la vida sin dejar huella y hay otras, cuyas pisadas pueden reconocerse desde lejos. Éste es el caso de Julio Cortázar, quien hace mucho tiempo describía a Banfield, su barrio, como un reino convertido en paraíso. Las calles tienen su huella e Info Región las volvió a recorrer.

Julio Cortázar nació en Bruselas -por la actividad diplomática de sus padres- el 26 de agosto de 1914. Pero no se valora tanto en las solapas de los libros la importancia que tuvo Banfield en su formación personal, en el verdadero nacimiento del escritor, que comenzó con poemas para enamorar a una compañera del colegio Julio A. Roca (que hoy lleva su nombre). También fue Banfield la cuna de sus primeros amores y sus primeras frustraciones, que se vieron plasmados en muchos de sus cuentos.







Y las calles tienen su huella, su pluma, historias que aún no fueron contadas, las veredas todavía recuerdan el paso de este escritor… Y él nombra a Banfield en varias de sus obras, lo recuerda, lo añora. Info Región recorrió el camino de Cortázar, aquel que está señalizado pero que parece imperceptible para el transeúnte alienado.

Silvia Bonfiglio explica la importancia de esta ciudad, del recuerdo de Cortázar y la reiterada aparición del nombre Banfield en las obras. “En su cuento Bestiario, la única estación que se nombra es Banfield”, señaló, y acotó: “En el cuento Deshoras relata las calles empedradas donde estaba su casa, sus juegos infantiles y su primer amor a los 12 años. Hay muchos cuentos donde hace referencia de este lugar y nos permite imaginarnos de alguna manera lo que fue”.

El lugar donde el escritor cursó sus primeras letras fue la escuela 10, en la actualidad, llamada “Julio Córtazar”. “Esta escuela lo vio crecer, hacerse hombrecito, fue un alumno ejemplar y un honor para todos los que vivimos en la zona”, manifestó la mujer, mientras recorría junto a Info Región aquel camino...

“Es uno de esos escritores universales pero que nos pertenece a nosotros como argentinos y banfileños. Fue un ícono para muchos de la revolución en las letras. Cortázar decía que para ser revolucionario había que ser revolucionario en lo que uno hacía y creo que él lo demuestra”, resaltó Bonfiglio acerca de la importancia de recordar a Cortázar en los colegios.







La puerta del tradicional “Country club” de Banfield, ubicado en Belgrano y Rincón, está embellecida con un mural que representa el cuento “Casa Tomada”, publicado en 1946. Las manos de los hermanos protagonistas del cuento “salen” de la pintura y están representados de manera escultural, entre sus manos se encuentra la llave que tiene es un símbolo en el mensaje del relato. “La llave está realizada como si fuera un puente y revela una de las tantas lecturas ideológicas. Ante el ascenso del peronismo en las clases bajas, la intelectualidad argentina decide irse y Cortázar un tiempo después piensa que bueno hubiera sido quedarse para recibir a estas masas”, explicó la profesora, y agregó que “ese es el puente que debería haber entre los que tienen la posibilidad de dar el conocimiento y los que lo necesitan”.

En tanto, otros de los murales realizados por el artista local Jorge Gionco junto las personas de su compañía unida en “El Galpón de Banfield” fueron los que están plasmados en la calle Levalle, esquina Maipú, y representa el cuento cortazariano “Continuidad de los parques” que había sido publicado dentro de una antología titulada “Final del Juego”. “Este cuento nos habla del espacio real y del espacio ficcional y como el autor se involucra hasta la muerte con la lectura”, explicó Silvia. Destacó, en ese marco, la importancia de “rescatar a un ser humano que pesca lo sensible en lo cotidiano, un maestro para explicarnos la ternura de los vínculos cotidianos y cercanos”.







“Toco tu boca, con el dedo toco el borde de tu boca...” Así comienza el capítulo siete de la novela Rayuela, la cual el pasado 28 de junio cumplió 50 años exactos del día en que salió de la imprenta y está plasmado sobre la calle Maipú. “Este libro marcó a muchas generaciones y sigue marcando, para muchos fue un antes y un después de leerlo”, contó Bonfligio. “Hay que tener una gran pluma para poder contarnos esta sensibilidad”, concluyó emocionada la profesora que tiene como obligado a este autor en las lecturas de sus alumnos.

En esa misma calle principal banfileña también se encuentra una representación pictórica del cuento “Axolotl”. Un mismo mural une la torre la iglesia “Sagrada Familia” con las plumas del pavo real como representación parisiense. “Estos fueros dos puntos de Rayuela y el corazón partido que ha tenido Cortázar durante su vida”, aclaró Bonfiglio.

Julio Cortázar vivió desde los 4 hasta los 17 años en Rodríguez Peña 585 en Banfield Oeste, un lugar que lo marcó a fuego. “Banfield fue mi reino, un paraíso donde yo era Adán”, había dicho en una de sus declaraciones. En el actual chalet se encuentra una placa que recuerda a los caminantes que el escritor vivió allí y en la esquina, “La pluma que apuñala” el símbolo vivo clavado en un libro de mármol que sirve de metáfora a la tarea del escritor que “marca” cuando es leído.







El cuento “Los venenos” tiene mucho de autobiográfico y transcurrió en esta casa donde el escritor vivía con su madre y su hermana. “Estas son las calles que lo forjaron, que le dieron esa magia, eso fantástico que fue y que es”, consideró la profesora.

“Banfield es el tipo de barrio que tantas veces encuentras en las letras de los tangos”, había dicho Julito, como le decía su madre, cuando había sido interrogado en vida sobre su infancia. Entre sus aficiones estaban el tango, el jazz y el box y así se plasmó en el último mural realizado en la calle donde se encontraba su casa.

“Es el que me ha llevado a descubrir en la escritura la búsqueda de la autenticidad, la ruptura de algunos moldes y el hecho de escribir desde Buenos Aires aunque el lugar geográfico no sea Europa o París”, reflexionó Silvia Bonfiglio sobre la influencia de este autor banfileño en su vida.

Como se ve, Banfield dejó una marca imborrable en uno de los más grandes escritores que dio la Argentina. Aunque pocos lo perciban, su paso por la localidad se descubre en los diferentes murales y esculturas realizadas por el artista local Jorge Guionco, la escuela que lleva su nombre o la plaqueta que recuerda que hasta los 17 años Cortázar estuvo ahí. De ahí nace mucha de su inspiración y la añoranza por ese barrio se puede percibir en varias de sus obras. El camino de Cortázar, solamente hay que abrir los ojos.

Malena Pallás