Por qué algunos barrios siguen inundándose


Siempre que llueve, para, pero las consecuencias muchas veces perduran. Al día siguiente de la tormenta, las condiciones climáticas pueden mejorar y, si hubo inundación, el agua baja, pero la angustia de reponer las pérdidas y de volver a empezar, recién comienza.

En muchos barrios de la región esa situación se repite cada vez que llueve con intensidad. En cuanto el cielo se pone gris y comienzan a caer las primeras gotas, la desazón y la incertidumbre invaden a los vecinos, que rezan porque las tormentas no sean fuertes ni prolongadas, dos factores que inciden en la imposibilidad de desagote y que, en casi todas las oportunidades, terminan de la misma manera: con el agua adentro de los hogares.

Las zonas aledañas al arroyo Galíndez, sobre todo en el área de Temperley Este, aunque también a la altura de Lanús, y las cercanías del Arroyo del Rey, principalmente en la llamada “Cuenca baja” (que integran barrios como Villa Lamadrid, Villa Albertina, Santa Marta, Villa Independencia y Parque Baron) son algunas de las más damnificadas.

Quienes residen en la zona piden que se construyan aliviadores, tanto en el Galíndez como en la parte oeste de Del Rey, con sus respectivas estaciones de bombeo.

“Siempre que cae una gota comenzamos a tener miedo porque sabemos que la situación se va a complicar”, asegura Oscar, vecino de Villa Fiorito, una de las localidades más propensas a inundarse de Lomas de Zamora.

En Almirante Brown, los continuos desbordes de los cauces de Las Perdices y Las Piedras también generan terribles anegamientos y tragedias como la sucedida durante el temporal acaecido el 7 de febrero, cuando la enorme crecida en el último de los arroyos arrastró y mató a una mujer en Rafael Calzada.

En este marco, organizaciones vecinales y entidades como los denominados Foros Hídricos reclaman con urgencia que se mejore el sistema de desagote de las ciudades, sobre todo de aquellas ubicadas en las zonas más deprimidas de la región.



Proyectos inconclusos. Las quejas del Foro Hídrico de Lomas de Zamora son incesantes y apuntan, principalmente, a las obras que se iniciaron en la desembocadura del Riachuelo, que nunca fueron terminadas. El caudal de agua caída en las últimas tormentas hace de esta cuestión una emergencia.

Según Vïctor Frites, integrante del Foro, las zonas más perjudicadas por las inundaciones abarcan desde Camino de Cintura hasta la calle General Hornos, en los barrios aledaños al Riachuelo, como Cuartel IX, Villa Fiorito e Ingeniero Budge.

“Todas las obras se hicieron para sacar el agua del centro de Lomas, que hoy se dirigen hacia el Riachuelo, pero no se ha hecho ningún tipo de obra para resolver los problemas de la Cuenca baja”, señala Frites.

Si bien en el arroyo Unamuno (que serpentea las zonas de Banfield, Villa Centenario y Villa Fiorito) ya existe una estación de bombeo, “en las dos últimas inundaciones las bombas no funcionaron por falta de limpieza y porque no hay mantenimiento”. Mientras que en el arroyo Del Rey “estaba en licitación la estación de bombeo, pero no ha sido implementada su ejecución”.

Las estaciones de bombeo son plantas ubicadas en la desembocadura de los arroyos y su función es impulsar el agua para que desagote en el Riachuelo una vez que se cierran las compuertas para impedir que el agua entre desde el río hacia el arroyo y agrave la situación.

Sobre ambos cauces, “la Provincia desarrolló un proyecto de aliviador tomando los barrios de Villa Lamadrid, Santa Marta, Villa Albertina, Parque Barón y Parque Independencia”. “Ya hace dos años que el proyecto está, pero no tiene ningún tipo de financiación”, indicaron.

Otro dato que inquieta a los vecinos es la paralización de algunas obras que resultan esenciales para la zona. “Desde 2009 que están paradas las obras que habían sido iniciadas en 2006, como por ejemplo la del arroyo Del Rey, de la cual depende que no se inunden muchos barrios de la región”, agrega Ramón Mondragón, que también integra el Foro.

A esto también se suma la paralización de los trabajos en el aliviador del Unamuno, tareas iniciadas en 2012, que se suspendieron debido a la falta de pago de los trabajadores. Además, en 2013 se licitaron obras como la estación de bombeo en el arroyo del Rey, que “todavía no comenzaron por falta de presupuesto”, se quejó Mondragón.

Durante los últimos temporales, los barrios Olimpo, Juan Manuel de Rosas, Santa Catalina y otros cercanos sufrieron inundaciones que llegaron hasta Camino de Cintura.

Alberto es vecino de Ingeniero Budge y afirma que “cada vez que llueve la situación es terrible”. “Durante la última inundación, llegaron a entrar a mi casa unos 60 centímetros de agua. Es inimaginable la desesperación que a uno le agarra cuando eso pasa. Sentís que todo se va por la borda y que no podés hacer nada para arreglar la situación”, expresó.

En Villa Fiorito, sobre una calle de tierra, vive Oscar, que describe como “terrible” su situación ante cada tormenta. “La suciedad y la mugre, las malas condiciones de los accesos y los desagües, todo contribuye para que cada vez que llueva sea un verdadero martirio”, indica.

Lo cierto es que en el centro de Lomas también padecen problemas con las lluvias. “Principalmente del otro lado de Alsina, que comprende el aliviador de los arroyos Las perdices y Galíndez, por la cantidad de edificaciones que se han hecho sin ninguna obra hídrica, a excepción de algunos sumideros en el Galíndez”, detalla Frites.

Mientras que Mondragón resume: “En muchos casos las obras ya están licitadas o comenzadas, el problema es que no concluyen”.



El Galíndez, oculto hasta que sale a flote. Cada vez que las nubes cubren el cielo de Temperley, comienza la preocupación. En esta localidad lomense todas las miradas apuntan a un mismo inconveniente: el desborde del arroyo Galíndez, cuyas obras de entubamiento datan de la década del ‘30 y hoy por hoy no dan abasto.

Este arroyo nace del lado Este de la estación de Temperley y, en su recorrido atraviesa el centro de Lomas de Zamora, Almirante Brown y Avellaneda. En Lanús, el cauce se bifurca en cuatro sendas, de las cuales sólo una cumple con su función, evitar los desbordes del mismo.

“Las zonas más afectadas son Temperley este, Lomas este y Banfield este. Sólo en Temperley hay más de 50 manzanas perjudicadas”, describe Bárbara Tarillo, integrante de la organización Basta de Inundaciones.

“El Galíndez está entubado desde 1932 y la obra que se necesita es un canal aliviador que vaya paralelo al arroyo”, explica la vecina y asegura que “esa es la única solución definitiva, pero no se hace”.

Si bien se efectuó un estudio de la cuenca en 2010, según aseguran el mismo “quedó en la nada”. “Este reclamo se hace desde la década del ‘70. Es una obra grande y llevaría unos cuantos años, pero nunca se realiza. Sólo se han hecho paliativos que alivian la lluvia cotidiana, no la inundación cuando llueven más de 40 milímetros”, criticó.

En esta zona de Temperley el agua ha alcanzado los 60 centímetros, mientras que los hogares sufren desbordes de cloacas y grandes pérdidas materiales y los comercios ven arruinada su mercadería. Esto sin mencionar el anegamiento total de las calles y la inundación casi por entero del paso bajo nivel de la localidad.

Por más que traten de ser prevenidos, en Temperley cuando el agua se amontona y cae de forma rápida, “es imparable”.



Las Piedras que tapan a Brown. Los problemas de inundaciones en Almirante Brown están vinculados a los arroyos que forman parte de la Cuenca Las Perdices: el arroyo Las Piedras y el arroyo San Francisco.

En la zona de Don Orione Viejo se vivieron muchas dificultades en las últimas tormentas. “La zona inundable va desde la calle Araujo hasta el Arroyo Las Piedras. Eso antiguamente era un reservorio de agua, pero hoy son lugares bajos en los que se han construido viviendas”, comenta Juan Vegué, integrante del Foro Hídrico local.

“El agua busca su nivel ante estas fuertes tormentas y las zonas más bajas son las que más lo padecen. En este caso, el agua se mete en las casas, provocando daños materiales en muebles, electrodomésticos, y también en la salud”, asegura.

Según Vegué, ese curso de agua está “falto de mantenimiento” en ciertos lugares del distrito: “Por un lado, los vecinos no lo cuidan y tiran basura de todo tipo y, por el otro, al Municipio le cuesta mucho estar presente en todos los lugares y siempre se encuentra trabajando sobre lo urgente”.

En Almirante Brown, las inundaciones también se dan a causa de la falta drenajes pluviales. “Hay una falta de compromiso múltiple. Son obligaciones del Estado y del Municipio, pero también falta de ocupación por parte del vecino en cuidar lo que está hecho”, considera el miembro del Foro.

Asimismo, opina que “los vecinos deberían reunirse en asambleas y resumir sus necesidades y problemas de forma unificada”. “Muchas veces la falta de respuesta en el distrito se da porque el vecino no hace un reclamo formal”, indica.

Si bien el combo de problemáticas que dispone el escenario perfecto para que se produzcan las inundaciones en la región incluye la falta de conciencia en el cuidado ambiental, la carencia de obras hídricas troncales que permitan evitar que todos los cursos de agua se descontrolen cada vez que llueve es una pata fundamental que, de ser resuelta, podría evitar el calvario de las decenas de barrios que comenzaron a temerle al agua.