Amistad entre el hombre y la mujer: vínculo que se abre paso entre tabúes y prejuicios


Quizás porque el hombre y la mujer, juntos, son símbolo de trascendencia y reproducción o por una cuestión meramente instintiva arrastrada por el inmenso poder de la sexualidad es que, en casos, su relación íntima no puede ser concebida por fuera del deseo y la atracción física. Aunque esta idea resultara una falacia, una imagen de un hombre junto a una mujer o viceversa, remite irremediablemente a la “posibilidad” de que entre ellos exista un vínculo amatorio o de tipo sexual.

La cultura de países desarrollados bajo la creencia cristiana (la Biblia culpa a Eva de haber mordido “la manzana del deseo” que nos arrojó fuera del paraíso) y ciertos prejuicios que en las sociedades actuales, basadas en la igualdad de los géneros, parecieran extemporáneos pero aún siguen firmes, hacen que muchos cuestionen o miren con desconfianza un vínculo de amistad entre un hombre y una mujer.

Mañana se festeja en todo el mundo el Día del Amigo y es por eso que, esta vez, Info Región decidió preguntarse ¿por qué en una sociedad que avanza conforme va dejando tabúes de lado, se discute aún sobre la validez de la amistad entre dos personas de diferente sexo?

Es cierto que hay casos y casos, “amigos con derechos”, eternos amores platónicos, ex parejas que se llevan bien y una realidad incuestionable: a ellos les cuesta más que a ellas concebir este tipo de relaciones. No obstante, según los profesionales, esas parecieran no ser razones válidas para negar la existencia de vínculos de afecto personal, puro y desinteresado entre el género femenino y el masculino.



Diferenciar las pulsiones. Desde Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, se sabe que la sexualidad cumple un rol fundamental en las relaciones humanas. Símbolo de la supervivencia de la raza humana, pero también “la fuerza motivacional más importante”, según el médico austriaco.

En su obra “Tres ensayos sobre una Teoría sexual” la define como uno de los elementos claves de la personalidad, ya que influye en prácticamente todas nuestras decisiones, al menos a nivel instintivo; al tiempo que detalla el concepto de “pulsión” como la fuerza que nos mueve al deseo, pero que es moldeada por la socialización. Es decir, la represión del instinto “animal” a través de la cultura y las conductas socialemente aprendidas.

Es así que desde el lado del psicoanálisis advierten que uno puede tener amigos -sean hombres o mujeres- gracias a que está reprimida la corriente o pulsión erótica, lo que permite la libre disponibilidad del “amor tierno”, sin conductas de índole sexual de por medio.

“Hay que diferenciar el amor tierno del amor sensual. La pulsión sexual no queda reprimida, sino que no llega a su satisfacción sensual, lo que sí sucede con la tierna”, explica en este sentido Luis Kancyper, miembro titular en función didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).

“La pulsión sexual se manifiesta en dos niveles: el sensual y el tierno. En una amistad pura, entonces, los placeres sexuales tienen que ser detenidos en su satisfacción sensual y permanece únicamente la ternura”, señala el psicoanalista.

Sostiene, además, que incluso en una relación de pareja “es necesario que haya tanto amor como amistad”. “Porque si no hay amistad no se mantienen vivos los niveles de ternura y de estabilidad en el vínculo, y tampoco en una horizontalidad de respeto recíproco”, asegura.

“No es una cosa versus la otra, sino que son dos expresiones diferentes que tienen sus propias leyes”, afirma Kancyper e insiste en que “amor y amistad son dos afectos que no necesariamente se contraponen”, ya que en ambos existe “la confianza recíproca”.

Para Enrique Novelli, también miembro de la APA, la amistad es una las tantas “vicisitudes del amor”. Indica que existen muchas relaciones basadas en la reciprocidad amorosa, más allá de una pareja: “Las de padres e hijos, las del maestro con sus discípulos, otras de reciprocidad que radican en beneficios mutuos como las comerciales, las de los miembros de un club, etc”.

“En todas ellas participa el amor, que los reúne. También pueden ser cordiales y armónicas, pero no por ello son de amistad. Sólo lo son cuando perduran en el tiempo, los participantes se eligen entre sí y además se sienten libres, pues el vínculo amistoso sólo es en libertad”, sostiene.



Un prejuicio que perdura. “No existe, es mentira, en cualquier tipo de relación entre un hombre y una mujer hay un deseo o un gusto detrás. Creo que las personas que se consideran amigos o amigas es porque han intentado algo y no les ha sido posible y, antes que nada, es mejor ser amigo”, asegura convencido Fabián Córdoba, al ser consultado por Info Región.

Para él, las amistades entre personas de distinto género siempre esconden un “interés” por parte de uno u otro. “Siempre hay una intención por parte de alguno de los dos, lo que pasa es que a veces no termina en nada porque nadie da un paso, o porque lo dan y rebotan contra una pared”, opina.

Raúl Moreno, en tanto, considera que es posible “siempre y cuando alguno de los dos esté en pareja, para que no se genere ningún tipo de confusión”. “De lo contrario, siempre se puede esperar que uno de los dos tenga alguna intención que puede manifestarse o no”, apunta.

Kancyper opina que este prejuicio se mantiene vigente porque “entre hombres y mujeres siempre hay una rivalidad de género”. En este contexto, menciona el “poder” como un aspecto que está presente en todas las relaciones: “Cuando uno está enamorado, uno al mismo tiempo es esclavo del amor y se erige en dueño del amado. Una gran distinción es que las relaciones de dominio en el caso de la amistad, a diferencia del amor, necesitan ser transitoriamente canceladas”.

Así, distingue que “en el amor uno quiere poseer a quien lo posee a uno”. “O sea que es una relación de cierto dominio”, afirma. En la amistad, en tanto, “no se cancela la pulsión de dominio, no hay un dominador y un dominado”.

Insiste, asimismo, en que “hay relaciones que son tiernas, pero que no despiertan sensualidad”. “En la amistad, además, a diferencia del amor, ambos tienen que ser elegidos. En el amor se puede estar enamorado de alguien sin que el otro esté enamorado de mí”, remarca el psicoanalista, apuntando al “plano de horizontalidad” que tiene la amistad.

En ese sentido, advierte que “aquel hombre que no pueda ser amigo de una mujer tampoco puede ser amigo de un hombre, porque confunde las relaciones de poder y de sometimiento”.

La socióloga Cecilia Arizaga opina que esta desconfianza parte de “viejos prejuicios que siguen circulando en la sociedad”. “Si bien aparecen nuevas formas de relacionarse entre los hombres y las mujeres, esas formas culturales más antiguas todavía están vigentes”, considera.

El antropólogo Pablo Wright, en tanto, explica la complejidad de esta discusión: “La tensión sexual siempre está presente, pero también es modelada por la cultura, lo que tiene que ver con el autocontrol”.

“Yo diría que es un tabú que tiene sus variaciones; desde la cerrazón total de decir ‘no, no puede haber amistad entre el hombre y la mujer’ a la amistad abierta y completa”, señala. “Creo que en este siglo y en este lugar, la amistad entre hombres y mujeres sí puede existir”, asegura Wright, aunque advierte que dicha amistad debe estar acompañada de reciprocidad “y que no haya un desfasaje entre las metas, porque sino aparece la tensión sexual y el fin es otro”.

La conclusión de los profesionales, en definitiva, es que este tipo de vínculos no debería sorprender a nadie, más allá de cualquier idea preconcebida.



Un vínculo de reciprocidad. Aunque no todos los hombres opinan como Fabián y Raúl, es cierto que las mujeres son más propensas a creer en la existencia de este tipo de amistades. Teniendo en cuenta esta tendencia, ¿se podría pensar que el hombre por naturaleza ejerce más resistencia a una relación puramente amistosa con una mujer?

Para Wright es subjetivo ya que “tiene que ver sólo con trayectorias individuales”. “Se las universaliza en que ‘como me pasó a mí, les pasa a todos’, pero no es así”, indica. “Si dos personas fueron pareja, pasado ese umbral es difícil ‘volver’ a ser amigos porque la amistad es una intimidad, una relación altruista entre dos personas donde hay reciprocidad, donde uno no aspira más que el otro”, explica.

Asimismo, reconoce que el nuevo posicionamiento de la mujer influye en que haya más casos de amistad entre sexos opuestos. “La mujer ahora tiene más control de su deseo. Porque antes era, en teoría, sólo el hombre el que deseaba y la mujer era pasiva, pero ahora que está aceptado socialmente que la mujer muestre su deseo, entonces le pone un freno al hombre o lo habilita a ser amigos o tener otro tipo de relación”, menciona.

El tema es complejo y está lleno de aristas, ya que las historias personales son de lo más variadas. Lo importante, quizás, es dejar de lado los prejuicios y entender que este tipo de relaciones recíprocas entre hombres y mujeres, a esta altura de la civilización y la humanidad, son posibles.