Los clubes de barrio siguen luchando para preservar su identidad


A pesar de los cambios culturales, de las nuevas formas de entretenimiento vinculadas a la tecnología, de los problemas económicos y de que su etapa de oro, donde vivieron su auge, parece haber quedado atrás, los clubes de barrio de la región siguen diciendo presente gracias al esfuerzo de los miles de socios que no los dejan caer y que hoy, en su día, celebran la existencia de estas instituciones que siguen siendo reservorio de identidad, tradición barrial y memoria colectiva, además de valores vinculados a la familia y el bien común.

La instauración del día que les hace honor no es ajena a la región y se remonta a mayo de 2004, cuando se estrenó Luna de Avellaneda, la película de Juan José Campanella que fue filmada casi íntegramente en la sede del Club Juventud Unida de Llavallol, ubicado sobre Antártida Argentina.

La trama del film, que cuenta la historia de Luna de Avellaneda, un emblemático club de barrio que ha vivido una época de esplendor y en la actualidad se encuentra inmerso en una crisis que pone en peligro su existencia, muestra a las claras el esfuerzo de la comisión directiva por salvarlo de la quiebra o, peor, de su venta a manos de un empresario que pretendía convertirlo en una casa de juego.

Lo cierto es que esa situación no distaba mucho de la que atravesaba el club de la localidad lómense. “En 2004, el Club Juventud Unida de Llavallol estaba en bancarrota. Teníamos deudas por todos lados, que fue lo que básicamente planteó la película. Gracias a la filmación, que se hizo en nuestras instalaciones, pudimos pagar todo lo que debíamos y salvar el prestigio del club”, cuenta hoy, orgulloso, Rolando Russo, miembro de la comisión directiva, a Info Región.

Y también fue sobre la base del argumento del film que se sancionó con fuerza de Ley (es la 13747) el Programa Provincial Luna de Avellaneda, que insta a “la recuperación y preservación de espacios comunitarios históricos de los Clubes Sociales y Sociedades de Fomento con un mínimo de 50 años de fundación y de actuación en sus distritos”.

Y si bien la crisis que los aqueja, y que comenzó a hacerse sentir en los años ’90, pudo ser contemplada por la normativa, en la actualidad son muchos los que siguen funcionando a pulmón, gracias a la participación y las innovaciones llevadas adelante por sus socios.

“Afrontamos muchos problemas económicos ya que no recibimos subsidios, también la pérdida de identidad ya que las instituciones ya no tienen el mismo valor que en otras décadas y cambios culturales porque los chicos de ahora no disfrutan de los clubes de barrio como lo hacían nuestros padres o nosotros mismos”, señala Mariana Lesci, presidenta de la Comisión Directiva del Club Defensores de Banfield.

Así, si bien muchos han levantado su perfil a partir de la contribución del film y la Ley, en los últimos años también fueron decenas los que han desaparecido de la mano de las nuevas tecnologías y el entretenimiento virtual.

“Hoy Internet ofrece un entretenimiento individual en los chicos, que logra que se conecten con sus amigos y que interactúen a través de la pantalla de la computadora. Los clubes deben enfrentar esta realidad mediante nuevos proyectos para atraerlos con sus actividades”, subraya en diálogo con Info Región María Alejandra Rolón desde el Club Burzaco.

Y en eso están todos por estos días, ofreciendo actividades de todo tipo, desde disciplinas de baile o deportivas hasta recreativas y culturales.

“Muchos chicos han vuelto a ver hoy al club como una gran familia. La cohesión social es contener a esos chicos, que crezcan y tomen el hábito del deporte”, señaló Lesci desde el “Defe” de Banfield e indicó: “Nosotros somos una Comisión Joven de chicos que se crió en el club y nunca se había planteado ser dirigente. Arrancamos con 347 socios activos y hoy podemos decir que Defensores de Banfield tiene 2000. Logramos que los chicos sientan al club como si fuese su casa”.

Y Russo coincidió: “El club Juventud Unida de Llavallol tiene una importante misión, que es sacar a los chicos de la calle, darle apoyo, actividades y muchas veces alimentarlos”.

En tanto, Rolón señaló la importancia de que los clubes vuelvan a ser lugares de encuentro. “La gente no asiste tanto como las décadas anteriores, por eso debemos procurar brindar nuevas alternativas”, apunta.

Pese a los diversos problemas, los clubes de barrio se muestran optimistas frente a las situaciones que viven y creen que con esfuerzo, innovaciones y recambios generacionales podrán llevar adelante su historia y seguir manteniendo sus tradiciones. Es así que en este nuevo día que festejan muestran sus esperanzas renovadas y sus ganas de seguir adelante.