Guillermo Capocci, un explorador musical de este lado del mundo


Nació en Morón, pero su vida transcurrió en Banfield, cuando era un barrio “sin rejas, con mucha calle y fútbol”, tal como relata. Empezó a estudiar derecho en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ), pero con el tiempo incursionó en códigos diferentes al Civil o Penal. Su padre, que advirtió enseguida el amor del hijo por la música, le pidió que opte por algún camino, pero que sea cual sea, “lo haga en serio”. Ahí fue cuando, sin dudarlo, Guillermo Capocci abandonó las aulas universitarias y se sumergió de lleno en los pentagramas. Pasó por el Conservatorio Julián Aguirre, también de Banfield, y luego optó por la Escuela de Música Popular de Avellaneda, donde se sintió “a gusto”.

Dice que pondría en el mismo conjunto a Atahualpa Yupanqui, Johannes Brahms y a Miles Davis porque no cree en los géneros, sino en “una esencia que va a las allá de las formas”.

Su disco “Milésimas”, que acaba de presentar, evidencia influencias del folclore y música rioplatense, pero Capocci evita las clasificaciones e insiste con la experimentación.

A los 44 años tiene fe en las nuevas generaciones y considera que la actividad musical en la región “está más fuerte que nunca”.

-Nació en Morón, pero se vino al sur…

-Sí, nací en Morón. Después viví en Banfield, un barrio típico, ese que los ancianos dicen que no existe más. No había tanta reja, mucha calle, mucho fútbol, pelota, autitos. Estaba bien, era algo muy lindo, yo veo las generaciones que están atrás nuestro y hacen algo parecido. Pero la institución de la calle aflojó, se genera esa cosa de pánico, que creo no es bueno.

-¿Cuándo aparece la música?

-La música aparece en la escuela, había una guitarra que le había regalado mi abuelo a mi hermana, a la cual ella nunca jamás le dio importancia. Mi vieja tocó el piano y mi viejo es un melómano empedernido, tiene discos de cualquier cosa. Yo estudié Derecho en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora y la mía fue una familia de clase media no acomodada, entonces yo no laburaba. Venía bien en la Facultad, pero mi vieja decía que estaba cada vez menos con los códigos. Y un día me lo encontré a mi viejo en el Centro Cultural San Martín. Fuimos a tomar un café. Me comentó lo que mi mamá pensaba y me aconsejó: `Hacé lo que quieras pero hacélo en serio´. A partir de ahí lo primero que hice en serio fue no pisar más la Facultad.

-¿Cuáles fueron los pasos que siguieron en el nuevo universo?

-Empecé a limar un poco más dentro de la música. Iba al Conservatorio Julián Aguirre, con Daniel Jáuregui. Pero ahí había un ambiente de riña entre la música popular y la clásica. Por eso decidí irme a la escuela de Avellaneda. Pero cuando fui a buscar la nota del examen el director de Avellaneda me llevó al despacho y me dijo que había entrado primero. Ante esto, yo pensé: `A esta escuela no puedo ir, yo no puedo entrar primero´. De todas maneras, dos años más tarde di el examen como un tipo normal y me quedé más a gusto. Entré en el ciclo medio, tuve unos maestros increíbles. Y me recibí. Es raro que los músicos nos recibamos, le di el título a mi vieja.

-¿Qué experiencia obtuvo en la escuela de Avellaneda?

-Me inventaron una referencia, de la cual me alejo o acerco, me organizaron una verdad parcial que está ahí y me sirve para vincularme con el resto de mi vida musical. La institución forma gente, una referencia y algo común. Lo que es bueno es buscar maestros. La escuela me dio la forma. Hoy por hoy con todo lo maltratada que está, esa escuela está buenísima. Tengo muchos alumnos de ahí y amigos.

-¿Cuál es su género preferido si es que lo tiene?

-No quiero refugiarme en ningún género ni en ningún instrumento, hay cosas que están en otro lado, no en las formas. En los géneros hay un refugio, pero no creo en eso, creo en una actitud creativa, tengo una intención de ser creativo, no sé si me sale. Por ejemplo, a Atahualpa Yupanqui, Johannes Brahms y Miles Davis los pongo en un conjunto y a Frank Sinatra, Luis Miguel y Los Nocheros en otro. A todos los respeto, hay una esencia que va más allá de las formas, que supone un estilo. Incluso puede haber otras disciplinas que interactúen con la música.

-También vivió la experiencia de editar discos, hace poco presentó “Milésimas”...

-Sí, es el más reciente, un disco de canciones, se llama `Milésimas´. Lo empecé sin querer en casa y un día pasó que no podía decir lo que me pasaba con las notas porque era demasiado. Entonces tomé la letra de un bolero de un amigo y la hice zamba. La canción tiene que ser algo simple. En este disco hay zambas, música rioplatense, vidalas, pero no quiero definir los géneros. Este es el primer disco que hago solo y de canciones. Lo presenté en el teatro Ensamble, después fui a San Telmo.

-¿Cómo ve la música en la región?

-Como nunca, está fuerte como nunca, y hay una tonelada de gente que viene atrás nuestro que está haciendo unas cosas muy lindas. Todos están formados, hay un nivel mejor y mucha actividad, los pibes hacen muchas cosas.



Beto Solas