Mirá, mirá, mirá, sacale una foto...


Temperley venció 1-0 a Los Andes en el último clásico del año con un verdadero golazo del uruguayo Jorge Martínez Ramos a los 30 minutos del segundo tiempo, se quedó así con la última gran alegría del campeonato y, sobre todo, no le falló a los miles de hinchas celestes que colmaron el Alfredo Beranger.

Así, tras noventa minutos donde hubo de todo y para todos los gustos, el Gasolero terminó festejando una merecida victoria –premio a su actitud en el complemento- que le permite cerrar el 2006 con una sonrisa de oreja a oreja y, de pasó, mandar al infierno a sus archirrivales lomenses.

A priori, la fiesta estaba asegurada por el marco que le dieron ambas hinchadas, la local llenando las dos tribunas que se erigen detrás de los arcos y la platea, y la visita haciendo lo propio con la popular que da a las vías del ferrocarril.

Sin embargo, el ambiente que se vivía afuera del rectángulo de césped no contagió a los jugadores, que aportaron muy poco al espectáculo y terminaron redondeando unos primeros 45 minutos muy pero muy aburridos.

Es que desde un comienzo Los Andes demostró su actitud hacia el clásico: no quería perder y por eso salió decido a esperar en su campo. Así, cuando el local tenía la pelota esperaba con diez jugadores y sólo dejaba libre a Enrique Colliard que, sin embargo, no iba más allá de uno a dos metros del circulo central.

Por el lado del conjunto Gasolero no era muy distinto, porque tenía el dominio de la pelota, pero no sabía qué hacer con ella porque carecía de alguien que se calzara la pilcha de conductor y se encargara de mover los hilos de mitad de cancha hacia delante.

Por eso, llegaba alguna que otra vez por las bandas, pero sin poder preocupar demasiado a Matías Carníval. Incluso, por esa misma falta de ‘ideas’ de su rival, el Milrayitas comenzó a ganar terreno y hasta llegó con algo de peligro al arco de Federico Crivelli.

Así, la primera de la tarde fue para los de Lomas, que a los 16’ generaron el primer ‘Uhh’ cuando Lázaro Bazán metió una volea que se fue a un metro del palo izquierdo defendido por el uno celeste.

Sin embargo, fue sólo eso y de ahí en más nuevamente primó el pelotazo, la urgencia por llegar sin pensar demasiado y, sobre todo, asegurar el cero en el arco propio que ir a buscar la victoria.

Recién a los 30’ el Cele insinuó con un desborde de Luis Rodríguez que lo dejó mano a mano con Carníval, pero que despejó Jorge Balanda. El Milrayitas respondió ocho minutos después cuando, una apilada individual de Martín Castagnino y un posterior buscapié, no pudo ser conectado de taco por Daniel Verga a un metro de la línea del arco. No más que eso para los primeros 45’.

En el segundo tiempo, en cambio, hubo mucha acción. A los 2’ el Indio Núñez mandó un buscapié que sacó Iarossi sobre la línea, el Milrayitas respondió en la jugada siguiente con un contragolpe que empezó Castagnino -y que Vega dilapidó buscando antes el penal que el arco-, y a los 4’ le anularon un gol por posición adelantada de Stalteri, tras cesión de Soler.

El partido había cambiado por la actitud con la que había salido a jugar el local y porque Los Andes ahora respondía como podía, y preocupaba a Crivelli.

Sin embargo, el delirio llegó como premió para el que buscaba más y asumía los riesgos de querer ganar el clásico a los a los 29’, cuando Jorge Martínez Ramos se escapó por la izquierda y clavó un derechazo desde el vértice izquierdo del área grande, que se metió en el segundo palo y dejó sin chances a Matías Carníval.

El 1-0 hizo justicia en el marcador porque, sin ser muy prolijo, el Cele había sido más. Ni siquiera los ingresos de Brítez Ojeda o el pibe Martín Ávalos le aportaron ideas a un deslucido Milrayitas. Los dirigidos por Mario Rizzi fueron un calco del equipo irregular que deambula sin rumbo por la Primera B. Y el Cele, sin mucho más, pero con una genialidad del uruguayo Martínez Ramos y mucha actitud, se abrazó a un triunfo que le permite terminar el año con una sonrisa.



Juan B. Vega