De Lanús, con un canto de viento y raíz


Cuando mira sus fotos se descubre “cada vez más parecida” a su madre, la santiagueña Lucía Díaz Toledo. Evoca e intenta traducir en el brillo de sus ojos y en lo delicado y tenue de su voz toda esa historia. Y canta, y busca, y su canto se hace viento de norte a sur. De Santiago del Estero a Lanús. Música, canto y esperanza. Se llama Edith Rossetti y, si bien nació en Capital Federal, se crió, se formó y arraigó en Lanús, donde aprendió las simples y grandes cosas que se adquieren en las veredas de la provincianía del conurbano bonaerense. Es profesora de piano, musicoterapeuta, docente y, definitivamente, cantante de canciones criollas.

El encuentro con Info Región se produjo en un tranquilo restaurante de Lomas, donde puso sobre la mesa su segundo disco “Al pie del viento”, motivo central de la entrevista.

Sin embargo, durante la charla, apareció el repaso de su vida, el recuerdo de su abuelo violinista y su papá cantor. La conversación fue como escuchar una zamba, en voz tranquila y llena de silencios, como la que le pedía su madre en los tiempos de infancia sobre el final de las juntadas musicales en familia, con el piano, en su casa llena de arte. Ella accedía y, sobre el deseo de su madre, fue naciendo cantora.

Rossetti se hace viento, trabajo y canto, de Lanús al mundo.

-¿Qué añorás de la infancia y de tu barrio?

-Me crié y vivo en Lanús y recuerdo todo, desde la época en que se tomaba el mate cocido en la vereda con los abuelos y los vecinos se convidaban bizcochuelos por las tardes, cosas que añoro y veo en las provincias. Recuerdo a mi mamá, a mi abuelo violinista, Juan Bautista Rosetti,a mi viejo cantando y la casa llena de música y amigos.

-¿Tu abuelo es el que te enseña el camino de la música?

-Él fue un genio. Me enseñó a leer música cuando tenía tres años, me mostraba las partituras y me decía que las corcheas eran como hormiguitas que iban para un hormiguero, las que iban para arriba eran más finitas y hablaban finito y las que iban para abajo eran más gorditas y hablaban con voces gorditas, entonces yo entré a la escuela primaria sabiendo leer música, antes que aprender a escribir o leer literatura.

-¿Y cómo siguió ese camino de aprendizaje tan precoz?

-Después vino el piano. Empecé a estudiar a los cinco años y a los doce me recibí de profesora. Después murió mi mamá, cuando yo tenía quince años, y nunca más toqué el piano. Mi vieja me escuchaba tocar con mi abuelo y su violín, y con mi viejo cantando, y ella, después de terminado todo eso, me traía la partitura de “La siete de abril” y me pedía que la tocara para ella. Ella traía las zambas, el folclore.

¿De dónde era tu mamá?

-Ella nació en Ojo de Agua, se crió en Quilino y después vivió en Deán Funes, en Santiago del Estero. A los quince se vino a Buenos Aires a laburar.

-¿ Entonces dejaste el piano y llegó el canto?

- Yo no sospechaba que iba a ser cantora, pensé que iba a ser pianista. Cursé mis estudios secundarios en Lanús, en paralelo con la Escuela Nacional de Danzas, y después la danza no funcionó y empecé a estudiar canto. Comencé cantando tangos, como en mi casa, y en 1997 el pianista santiagueño Marcelo Perea me propuso cantar sus temas. Ahí descubrí el folclore y me quedé allí.

-¿Volviste a lo de tu mamá?

-Sí, al principio pensé que podía ser como una añoranza o una forma de reencontrarme con sus cosas, pero después me di cuenta que era la vocación, eso era lo que me emocionaba.

-¿Y profundizaste tu formación?

-Sí, después vino la técnica, la formación, la facultad, donde me recibí de musicoterapeuta, y estudié canto en la Escuela de Música Popular de Avellaneda.

-¿Así desembocaste en el primer disco?

-Sí, el primer disco fue “Ashpa-Kaspi”, que significa “tierra y madera”, un homenaje a los maestros santiagueños con el pampeano Carlos Loza, que se encargó de la dirección musical y me motivó a investigar a los autores de La Pampa.

-¿Después de eso llegó “Al pie del viento”?

- Sí, después de tres o cuatro años. Investigué a los pampenos Bustriazo Ortíz, Ricardo Nervi, Lalo Molina y Roberto Yacomuzzi y descubrí un repertorio al que no me había animado antes y cuando volví a leer “El canto del viento”, de Atahualpa Yupanqui, entendí que mi segundo disco tenía que basarse en ese poema y en las obras que esquivan el paso del tiempo y el olvido.

-¿Quiénes te acompañan en el disco?

- En arreglos, guitarra y dirección musical está Leonel Iglesias, Leandro Garrandés en guitarra rítmica, Pablo Rodríguez en la percusión y también hubo invitados como el poeta santiagueño Alfonso Nassif, la pianista Sonia Possetti, el bandoneón de Daniel Vedia, Roberto Segret con el cello y el rockero Bachi Marín en bajo



Beto Solas.