Una batalla que se puede ganar


"Esta enfermedad siempre se relaciona con la muerte, casi que no se la nombra, y eso no ayuda. Es importante que todas las personas que tengan cáncer sepan que hay una salida posible, que existe una cura, y que se logra con el reconocimiento de la misma, sumándole fuerza, lucha y esperanza.” Sus palabras suenan con entereza y con el énfasis de la valentía, esa que da hacerle frente a un monstruo, aunque éste exista sólo en el imaginario. Felipe R. (58) sabe que va a vencer. Porque está en camino, porque no se rinde y, sobre todo, porque cuenta con las herramientas necesarias para hacerlo: el amor a la vida y la fe en sanarse que le contagian todos los que lo cuidan y lo acompañan.

Como él, miles de personas en el país y millones en el mundo conocen la receta para salir adelante, aun frente a las estadísticas que acompañan cualquier referencia de la enfermedad o incluso las campañas de concientización. Saben que aferrarse a la vida, a la luz, al amor de quienes los rodean, a las ganas de seguir, es tan importante como cualquier tratamiento.

Hoy, como cada 4 de febrero, el mundo se une en una lucha para que la información llegue a todos y pueda ser útil al combate de una enfermedad que muchos temen, pero para la cual cada vez aparecen más instrumentos para hacerle frente y dejar el miedo de lado, algo esencial para batallarle y salir airoso.

En el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer, quienes atravesaron un período de su vida que probablemente los haya marcado para siempre -o tal vez aún continúen en la senda de la recuperación- destacan la necesidad de que se ofrezca un “mensaje esperanzador” para que todos aquellos que deban enfrentarse a los tratamientos, lo hagan con la idea de que “se puede”.

Así, tanto pacientes como médicos y psicólogos coinciden en que una de las fórmulas para que la esperanza se pueda concretar se basa en la combinación de los avances terapéuticos, el acompañamiento y el seguimiento constante de cada caso. Es así que quienes padecen cáncer descubren que no hay monstruo que vencer, sino sólo una enfermedad, y que deberán armarse de coraje, paciencia y esperanza para poder aferrarse a la vida con buena salud.



Un mensaje de esperanza. “Yo quisiera que se difunda la esperanza. Todo el mundo publica mensajes que dicen, por ejemplo, ‘murió de una penosa enfermedad’, porque siempre relacionan el cáncer con la muerte y no cuentan los casos de las personas que lo tuvieron y salieron y salen adelante”, resalta María del Carmen Mastrángelo, que a sus 63 años es una luchadora que superó un cáncer de mama que le diagnosticaron hace ocho.

Y quizás en ese sentido vaya la propuesta de este día establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde donde se advierte que la meta es “iniciar el camino para promover los medios necesarios para aliviar la carga mundial de la enfermedad”.

Definida clínicamente, consiste en “un crecimiento anormal de un grupo de células que deja de cumplir los patrones genéticos para los que estaba programado”, según apunta a Info Región el jefe de Oncología del Hospital Álvarez, Mario Bruno (Mat. Nac. 36.018).

Pero lo cierto es que, más allá de cómo actúe la dolencia, de cuáles son sus síntomas y los pro y los contra de los tratamientos, la iniciativa de la entidad mundial para trabajar durante este año está en consonancia con lo que desean quienes enfrentan la enfermedad día a día y pelean para ganarle: buscan que se den a conocer los avances que pueden lograr los pacientes con la ayuda de los médicos, la familia y la ciencia y que en su abordaje no todas “sean pálidas”, sino que se divulguen los métodos que existen para ayudar a convivir con un mal que se puede superar.

María del Carmen cuenta que al enterarse de que tenía cáncer “el impacto fue espantoso”, pero que después de eso, y a pesar del “enojo con la vida”, la situación no la paralizó y emprendió la lucha con la idea puesta en que realmente podía conseguir lo que quería, que fue hacerle frente a eso que se le presentó como un obstáculo.

“Lo tomé con seriedad, y a medida que iba haciendo los tratamientos me di cuenta que la enfermedad era muy agresiva y que de la misma manera debía ser mi lucha contra ella”, sostuvo la mujer.

Algo similar le ocurrió a Natividad Zaragoza, de 44 años, que hace cuatro tuvo un diagnóstico similar al de María y, luego de someterse a los tratamientos y comenzar la recuperación, pudo retomar su camino.

“No es fácil estar en tratamiento, pero se puede salir. Hay que tener esperanza, hay que creer en algo. El paciente es signo de lucha, de esperanza, de futuro, de proyectos. Con un buen diagnóstico, un buen tratamiento y un buen profesional que saque de la mente de las personas que tienen cáncer la idea de que se van a morir, se puede”, sostuvo la mujer.

En tanto, opinó que uno de los problemas con los que se enfrentan los pacientes es “la falta de información” sobre el tema, por lo que advirtió que “hay que tratar de cambiar ese panorama”.

“El paciente oncológico no tiene que tener miedo, hay otras enfermedades y no se informa tan mal como en el caso del cáncer. Creo que hay que cambiar el modo de informar y aquello que se informa”, indicó.



Prevenir y diagnosticar a tiempo. Ante el avance en tratamientos y los medicamentos que se suministran a los pacientes, los médicos remarcan la necesidad de diferenciar dos conceptos que son esenciales para tratar de evitar la aparición de la enfermedad o frenar la evolución de la misma.

“Una cosa es la prevención, cuando uno busca que no aparezca la enfermedad, y otra es el diagnóstico oportuno, cuando uno descubre la enfermedad en el momento adecuado y puede operar y extraer algo que afecta al cuerpo. Por ejemplo, una mamografía no es prevención, pero lo que hace es que se pueda diagnosticar antes de que aparezcan los síntomas y empezar a tiempo”, señaló Bruno.

En este punto, los profesionales señalan que es “de gran importancia” prevenir los tipos de cáncer que tienen causas conocidas y pueden advertirse antes de que evolucionen (porque existen otros que también tienen causas conocidas, pero no pueden evitarse), como el del cuello uterino y el de pulmón o el de vejiga. En estos dos últimos, el principal desencadenante es el tabaco y lo más alarmante es que no sólo puede producir efectos negativos en quienes fuman, sino en los que conviven con un fumador.

“De los que tienen causas conocidas, se puede buscar la vuelta y prevenir, pero hay otros de los cuales también se conocen las causas y no se puede. Por ejemplo, el de mama está relacionado con la misma hormona femenina, el estrógeno, que quizá no es la causa pero sí lo desencadena, lo mismo sucede con el cáncer de próstata, que tiene como desencadenante la testosterona”, especificó el médico.

Por otro lado, resaltan que hay que tener en cuenta que “bajo la palabra `cáncer´ se engloban más de 200 enfermedades distintas que no tienen nada que ver entre sí”, excepto por la condición de haberse producido por “el crecimiento anormal de las células”, con lo cual “el origen, la evolución, el tratamiento y el pronóstico de cada patología también es distinto”.

No obstante, insisten en que “muchos son prevenibles” y otros tantos se pueden detectar en las primeras fases de su desarrollo y luego “ser tratados y curados”.

“Incluso en etapas avanzadas de la enfermedad se puede retrasar su progresión y el dolor se puede controlar o reducir”, señalan desde el Instituto Nacional del Cáncer (INC), dependiente del Ministerio de Salud de la Nación.

Lo cierto es que Bruno también coincidió en que uno de los primeros pasos en esta batalla consiste en “perderle el miedo” a esa palabra, para lo cual es necesaria la educación. “Tiene que ser una enfermedad más y la gente tiene que saber que es prevenible y curable, que si se empieza a tratar en los estadíos iniciales, se puede curar e incluso tener una esperanza de vida muy larga, con buena calidad”, expresó.

En tanto, su colega y jefa de Oncología en el Hospital José María Penna, Clelia Vico, coincidió en que hay que trabajar en ese sentido ya que “el miedo a la enfermedad actúa como faz negativa de la prevención”. “A lo largo de mi práctica profesional, he podido comprobar que el temor es el peor consejero y, como tal, retrasa la consulta médica, lo que en la mayoría de los casos implica un diagnóstico tardío y una curación más dificultosa”, advirtió.

Frente a esto, desde la medicina respaldan y sugieren la idea de recurrir a otras disciplinas que vayan en línea con las disposiciones médicas a fin de que complementen el trabajo y colaboren a cambiar la concepción que se tiene comúnmente sobre esta enfermedad.

“El acompañamiento psicológico es muy importante, por un lado el que puede dar el médico y por otro el del psicólogo especializado en temas oncológicos, así como el apoyo de la familia. Cuando se le da a un paciente este diagnóstico, piensa que se le terminó la vida, es como un mazazo en la cabeza y el primer concepto que surge es que están muertos o que van a sufrir mucho. Entonces creo que hay que revertir esta situación”, opinó el oncólogo.



Una propuesta distinta, el mismo objetivo. Más allá de los tratamientos médicos, que son la base para la recuperación de los pacientes, se torna esencial para la evolución la posibilidad de acceder a otro tipo de terapias que ayuden a transitar el camino de la mejor manera posible. Un espacio en el que los pacientes cuenten con la participación de profesionales que trabajen en el aspecto anímico y en compañía de otras personas que hayan vivido la misma experiencia y tengan iguales intenciones: recuperarse y continuar “disfrutando la vida”.

En pos de esa meta trabajan los integrantes de la Fundación Apostar a la Vida, una entidad que desde hace 18 años se ocupa de que “el paciente pueda recuperar su equilibrio, su capacidad de decisión y realizar cambios de conducta desde una posición activa y no de resignación”.

Allí, todos los que se acercan tienen la oportunidad de contactarse con historias similares a las suyas. Hablar, escuchar y compartir eso que sólo ellos pueden entender. Las sensaciones, los miedos, la incertidumbre, así como también la alegría que representa cualquier avance positivo en su salud.

“Es importante en este trabajo psicoterapéutico que quienes comienzan un tratamiento oncológico cuenten con otros pacientes recuperados que les sirvan de referentes y tengan la asistencia de un psicólogo y coordinadores que puedan ayudarlos”, sostuvo ante este medio la psicóloga Susana Quintana, que acompaña a uno de los grupos de la ONG, que tiene sedes en varios puntos del Conurbano -entre ellos Lomas de Zamora- y la Ciudad de Buenos Aires.

En los encuentros, que se realizan una vez a la semana, se trabaja en torno a varias consignas y siempre bajo una regla principal: levantar la mano cuando se quiere hablar y escuchar a los demás con atención, de modo tal que se produzca un intercambio de experiencias y una “retroalimentación”.

“Tal vez lo que uno cuenta en ese momento no le sirve a otro, pero seguramente le va a servir más adelante, por eso siempre nos escuchamos”, agregó la licenciada.

La propuesta tiene como base cuatro ejes, “acción, contención, reflexión y cambio” y utiliza un “modelo en espejo”, a partir del cual quienes se integran al grupo se reflejan en otro y pueden ver los avances que ese paciente logró y así motivarse.

“Todos somos un espejo en el que se puede mirar un nuevo paciente que llega con miedos y sin esperanzas, y a la vez los nuevos nos recuerdan cuáles son aquellas conductas, pensamientos y hábitos que no conducen a la salud. Es una calle de doble mano”, opinó Dora, que ya superó su afección y ahora colabora con quienes se unen al grupo que a ella tanto la ayudó.

En ese sentido, y bajo esos pilares, pretenden transmitir a quienes atravesaron una situación similar la idea de que “sí se puede”

“Nos proponemos cambiar lo que es posible y tratar de eliminar los factores de riesgo, incluso los psicológicos, porque después de que se termina el miedo a la muerte es impresionante el cambio que hacen. La gente empieza a descubrir aquello que no sabía que tenía”, detalla a Info Región la psicooncóloga Silvia Garsd, presidenta de la Fundación.

Así, tanto los profesionales que coordinan las actividades como los miembros de los grupos destacan que las herramientas centrales para pelear esta batalla y lograr salir victoriosos radican en la constancia, la perseverancia y el aprendizaje, tanto en lo espiritual como en lo biológico y lo psicológico.

“Empezamos a pensar y a producir cambios en nuestros pensamientos. Aprendemos que si hacemos siempre lo mismo, no podemos esperar resultados diferentes. Aprendemos, de a poco a vivir el aquí y el ahora, aprendemos que el cáncer se cura”, resalta Dora desde la sede de Apostar de Lomas, que funciona gratuitamente los jueves a las 13.30 en Alem 243.

Es que tanto su historia, como la de Carmen, la de Felipe y Natividad, son luces de esperanza, faros en medio de la tormenta que ayudan a visualizar las aguas para detenerse por un momento a pensar que nada está perdido si las anclas deciden amarrar en el paraje más lindo, ese que todavía los sujeta con fuerza: la vida.



Romina Benegas