Guido Gorgatti, un actor de trayectoria


Como un chico sonriente y feliz, que ni la lluvia lo detiene, ni los años, Guido Gorgatti se para frente a la escalera mecánica de un lujoso centro comercial cercano a la calle Posadas, en una zona distinguida de Buenos Aires e intenta bajar por los peldaños que suben. Sabe que le sacan fotos y la cara se le ilumina con esa sonrisa que este actor le pone a casi todos sus personajes desde hace más de 80 años en la escena nacional.

Nació en un pequeño pueblo de Italia y llegó a la Argentina en 1929, fue testigo de un Buenos Aires con “macrof”-hombres que explotaban a las prostitutas- y desde muy chico estudió teatro en el Labardén con Alfonsina Storni como maestra de Arte Dramático. APTRA lo premió con el Martín Fierro a la trayectoria y puede celebrar la distinción con trabajo, porque desde hace tres años forma parte de “Un cortado...historias de cafés” por Canal 7, donde interpreta a un mozo gallego. Todavía contento por el lauro, recibió a Info Región para contar algo de su intensa y larga carrera artística, como un chico sonriente y feliz, que ni la lluvia lo detiene, ni los años.

- ¿Cuáles son los recuerdos de su llegada a la Argentina?

- Son bastantes decepcionantes porque yo vivía en un pueblito llamado Rovigo, cerca de Crespino y había una cosa de libertad, la vida era distinta, con parques, jardines, cosas lindas, y cuando vinimos llegamos a una casa de Uspallata 1700, era una especie de conventillo donde vivía toda la familia, y ahí había prostitutas, macrof, no era el decorado límpido y puro que yo había visto en Italia.

-¿Cómo entró en el mundo de la actuación?

- Cuando estábamos en el Teatro Labardén me llamó Claudio Martínez Paiva para hacer en Radio Municipal un monólogo, cuando tendría 12 años, así que empecé a conocer a mucha gente. Después fui a “Ronda policial”, un programa que transmitía todos los sucesos policiales, como un noticiero. Lo hacíamos el mismo día. Esto era en Radio Porteña, y ahí mismo estaba Radio Belgrano y Mitre, en calle Belgrano 1841. A los 14 ó 15 años no podía hacer ni galanes ni chicos, por la voz, por eso hice con Roberto Prince efectos especiales, la copa de champagñe, los platos, la cocina que se movía, los batidores para las comidas, como si fuera una cosa viviente, hasta que me contrataron para hacer dos radioteatros, uno con Horacio Torrado y Elsa Piocelli, y otro con Juan Carlos Lamas y Blanquita Del Prado. Hasta que hice los sonidos para “El Relámpago” que empezó en 1950, y Miguel Coronato Paz me puso como actor cómico en Radio El Mundo. Ya empezaba la televisión con algunos bolos y también hice cosas en El Teatro Astral, una especie de revista con Tincho Zabala y Blanquita Maro.

-Su aprendizaje se dio en el escenario, actuando...

-Sí, se formó en el trabajo diario. Y cuando hice “El Relámpago” había una ley que prohibía a los actores hacer doblaje. Yo hacía los sonidos, entonces me dijeron que iba a ser actor, y arranqué como cómico.

-A lo largo de su carrera trabajó con muchos actores. ¿A quiénes recuerda?

- Trabajé con Tita Merello en el teleteatro “Acacia Montero”; con Luis Sandrini en la película “Los chicos crecen”, y luego con Niní Marshall hice la comedia “La octava mujer de barba azul”. Fue muy matizada mi actuación, con muchos actores.

-¿También trabajó con Alberto Olmedo?

- Sí, filmé algunas películas con él pero no fuimos grandes amigos. Fui más amigo de Porcel. Él era muy simpático, nos reíamos mucho, vivíamos en la misma cuadra, en la calle Posadas, así que teníamos una amistad bastante fluida.



- Hice “El novio de la Lucita”, de Roberto Gil en la calle Corrientes, en radio Splendid. Después hice varias imitaciones, como la de Gila, “Que se ponga”, que lo hice en la Revista Dislocada.

-Se lo ve muy conforme con el trabajo que está haciendo en “Un cortado…historias de café” por Canal 7.

-Desde hace tres años que estoy haciéndolo y me gusta mucho. Por entonces, a Leonardo Bechini, el director de la ficción, quien me eligió, le pregunté ¿por qué me elegiste para hacer esto? y me respondió que me vio en cosas dramáticas, cómicas, cosas distintas, “me gustó como trabajás”, me dijo. Ahora me estoy yendo a grabar.

-¿Cuál fue la sensación cuando lo llamaron de Aptra para premiarlo por la trayectoria?

- Era justo el premio, quiero decir que era a tiempo, porque tengo casi 80 años de profesión -se ríe-. Me alegra mucho, tuve unos doscientos llamados telefónicos de gente desconocida que me felicitó y estoy muy contento.

-Le gusta la radio, el teatro y la televisión. ¿Dónde cree que desarrollaría mejor su trabajo?

-En los tres, porque cada uno tiene un misterio. El teatro es el summum de todo, trabajar en el teatro ya es ser un buen actor. En la televisión se pueden corregir muchos errores porque se vuelve a grabar, y en la radio, por una equivocación se puede volver atrás, en realidad ahora, antes no se podía. Los tres son maravillosos.

-¿De que no se olvida Guido Gorgatti?

-No me olvido de ser actor. Es uno de los trabajos más lindos y más receptivos que uno puede tener, porque uno va por la calle y lo besan, lo acarician, la gente tiene como una cierta amistad, como si uno fuera de la familia. Por eso adoro tanto ser actor.



Beto Solas