La carrera por la Tecnología


Pasar del disco de pasta al de vinilo y de allí al cassette como principal soporte tecnológico para escuchar música le demandó a la industria tecnológica unos ochenta años del siglo XX, es decir que varias generaciones convivieron con una misma tecnología y además contaron con tiempo suficiente para procesar los cambios.

En contraste, en apenas 15 años apareció el DAT (Digital Audio Tape), un cassette con una calidad de sonido muy superior a la del tradicional, luego surgió el Compact Disc y enseguida diferentes formatos digitales para almacenar audio con múltiples opciones tecnológicas para reproducirlo, que van desde equipos de audio con capacidad de ejecutar archivos MP3 hasta computadoras personales, I-pod, y teléfonos celulares con tecnología para transformar en do menor y en fa sostenido una interminable sucesión de unos y ceros, que es en definitiva lo único que comprenden los equipos digitales.

Tantas modificaciones tecnológicas, que se extienden a todos los ámbitos de la vida moderna más allá de los ejemplos anteriores acotados sólo a la reproducción de música, se produjeron en un lapso más corto que el de una generación, lo que pone en evidencia que el desarrollo tecnológico, la producción industrial y el consumo se han espiralado de un modo hasta ahora desconocido para la humanidad.

La notebook, la palm, el reproductor de Mp3, el celular que, además de su función de emisor y receptor de llamadas tiene una cada vez más larga lista de utilidades: cámara de hasta 2 mega píxeles con flash, doble pantalla, Windows, Reproductor de videos en formato DivX, reproductor de Mp3, conexión bluetooth, filmadora, reproductor de videos, y lógicamente acceso a la red, son todos objetos que se incorporan cada vez con mayor velocidad a la vida cotidiana acompañados de la certeza de que su posesión resulta trascendente para la vida del hombre moderno.

El vértigo con el que se producen los cambios tecnológicos, que casi no ha dado tiempo a los miembros de una misma generación a adaptarse a ellos, abre un interrogante inevitable hacia el futuro: ¿Hasta dónde llegará esta búsqueda alocada por objetos Hi-Tech cada vez más diminutos, veloces y multifuncionales? ¿Tendrá el ser humano capacidad para seguir absorbiendo la oferta tecnológica si continúa acelerándose como hasta ahora durante las próximas décadas?.

“Si bien hay intención de seguir reduciendo tamaños y aumentando la portabilidad y la movilidad de los productos, vamos a llegar a un momento en el que esa cantidad de información que se ofrece no podrá ser absorbida desde el punto de vista humano. La limitación no estará en los productos, estará en la gente, que terminará quedándose con los aspectos básicos de cada dispositivo”, opina el Ingeniero Eduardo Aguirre, especialista en telecomunicaciones y docente de la Universidad Tecnológica Nacional.

Para el profesional, el límite no estará dado por la tecnología sino, se podría decir, por la cultura, que es en definitiva lo que determina el comportamiento final del ser humano. Según esa hipótesis, habrá una suerte de retorno a las fuentes de modo que la música vuelva al equipo de audio, las comunicaciones personales al teléfono y las instantáneas a las cámaras fotográficas.

Al contrario, otros suponen que aún hay resto para la concentración y la multifuncionalidad: “Pronto vamos a recibir en nuestros hogares un cable o una señal satelital que descargaremos en un monitor digital a través del cual accederemos a Internet, televisión digital, radio digital, y canales de música, todo en un mismo aparato, desde donde también podremos establecer comunicaciones telefónicas o realizar videoconferencias”, retruca Sergio Nergin, especialista en informática.

En realidad, nadie duda que el desarrollo tecnológico continuará sorprendiendo y facilitándole la vida al ser humano, la pregunta es si podrá seguir haciéndolo durante mucho tiempo con la aceleración que lo hizo hasta ahora y si será en la misma dirección.

Aguirre piensa que no. “Nos encontramos en un pico de aplicación de toda la investigación básica que se hizo hasta el momento, pero estamos llegando a una meseta, donde el consumo y la produccción mermarán hasta que haya un nuevo cambio de paradigma y surja una nueva base tecnológica”, conjeturó.

Sobre ese punto en realidad no parece tampoco haber demasiada divergencia, excepto respecto del momento en que se producirá el nuevo salto tecnológico y la dirección que tendrá.

Pero por lo pronto, la mayoría de los amantes de las nuevas tecnologías se concentran en disfrutar el buen momento. Es el caso del ingeniero en electrónica Hugo Stupenengo, que se desempeña como Service Manager de clientes en una empresa de comunicaciones, para quien “son evidentes las ventajas que aportan los nuevos dispositivos que ofrece el mercado".

“Es cierto que la gente hoy consume mucho, pero es porque la relación precio prestación es cada vez mejor. Como los costos de tecnología han bajado notablemente, el acceso a ella se ha hecho masivo, y todo aquel que quiere tener calidad y prestaciones, no debe desembolsar una cantidad de dinero que en otra época era prohibitiva. Por otra parte, los mismos dispositivos que hoy bajan de precio son cada vez más potentes, y vienen con cualidades que antes eran inimaginables”, elogió Stupenengo.

Para Aguirre, en cambio, el proceso de disminución de precios y mejoramiento de las prestaciones de los equipos tiene un origen más complejo y un futuro que lo es aún más.

“La productividad elevada de la tecnología está dada por una fuerte competitividad entre empresas, porque la gente no tiene una necesidad tan alta de tecnología”. La definición es categórica y comienza a operar como divisoria de aguas respecto del destino de tanto desarrollo tecnológico volcado al consumo cotidiano.

Para el docente de la UTN, “los productos que están en el mercado en este momento surgen a partir de investigaciones que se hicieron hace 20 años. Hoy se está notando una merma en esas investigaciones, sobre todo en el campo de la electrónica y de las comunicaciones, es por eso que se ha llegado a un suerte de saturación de posibilidades en la información que le puede llegar al consumidor final”, señaló el profesional, para quien “el incremento de producción y la diversificación de todo tipo de productos es una presión de las empresas para seguir adelante”.

Pero ¿qué pasa en las sociedad? ¿Cómo repercute en los usuarios esta sobre oferta de tecnología?

Un relevamiento que realizó Info Región en las casas proveedoras de tecnología de Lomas de Zamora, Almirante Brown y Esteban Echeverría develó que, en cuanto a tendencias de consumo, el grupo de los jóvenes es el más proclive a abalanzarse sobre los nuevos lanzamientos de la electrónica y de la informática. Los más codiciados siguen siendo los celulares “multifunción”, aunque en los últimos tiempos las cámaras digitales, las palm –computadoras de mano- y los reproductores de MP3 vayan escalando posiciones en la lista de los mejores vendidos.

“Podríamos decir que el 80 por ciento de los que vienen a comprar tecnología son gente joven, y en menor porcentaje familias. Sale muchísimo todo lo que sean cámaras, reproductores de MP3 e informática. No es que las ventas suben, es mejor, se mantienen altas. ¿Si vemos entusiasmo y fanatismo en los que vienen a comprar?, sí, mucho,”, señaló a este medio el encargado de un local de Compumundo de Lomas.

Un testimonio similar fue el de Ramiro Martínez, vendedor de una casa de electrodomésticos de Monte Grande.

“Los más entusiastas son los adolescentes que muchas veces vienen a ver qué pueden llevarse con la plata que tienen y siguen prefiriendo los celulares, que ya no se conforman con que manden mensajes, sino que exigen que tengan cámara. Los que tienen entre 25 y 35 años vienen con deseos más definidos, en general periféricos para la PC y cámaras digitales. Después están los que vienen desesperados a buscar cosas que ni siquiera están en el mercado, y que suelen ser los más fanáticos”, indicó.

“Soy fanático, es verdad. Al celular me lo compré por Internet, porque acá no se conseguía, y ahora tengo otro en vista, que tiene además radio FM integrada, cámara de 2 mega píxeles, conexión WI –FI, y reproductor de Mp3 stereo. Lo que necesito es un comprador para este, porque el otro sale 3.400 pesos”, cuenta Gustavo con un halo de preocupación que no suena muy profundo.

El entusiasmo que se refleja en el relato de este empleado de una empresa de telefonía, de 31 años, soltero y de clase media, es el panorama que se vive en la era de la tecnología, donde cada vez son más las voluntades que corren tras los avances de la ingeniería electrónica y la informática, “por gusto”, “por placer” o “por curiosidad” y sabiendo que una vez logrado el objetivo, pronto, muy pronto, surgirá un nuevo fetiche por el cual soñar, y esforzarse hasta alcanzarlo cueste lo que cueste.

El ingeniero Stupenengo coincidió en que “son los jóvenes los que más compran”.

“Las nuevas generaciones son más abiertas a los cambios que se están produciendo, y es en parte porque ya nacieron con ellos instalados. Esto tiene que ver con la evolución normal de las sociedades”, sostuvo.

El también ingeniero Mariano Daponte adhirió a las palabras de Stupenengo, e introdujo en el debate un factor que adquiere relevancia entre los jóvenes, y especialmente entre los adolescentes: la socialización.

“Más alla de las innumerables ventajas que ofrecen los avances tecnológicos, si las nuevas generaciones están más en el tema es porque lo toman como una cuestión de pertenencia a un grupo. Es decir, quien está con lo último está bien visto dentro de su ambiente. Por esto mismo es que todas las campañas publicitarias apuntan a ese segmento”, indicó.

De todos modos, hay quienes ofrecen una visión distinta sobre la compra masiva de los nuevos productos, y que si bien reconocen la relevancia que ha adquirido la tecnología en la sociedad actual, dudan de que sean estas las verdaderas razones que justifiquen su consumo.

Desde la vereda de los críticos, el sociólogo y ex decano de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora Pablo Martínez Sameck, opinó que “quienes consumen tecnología en forma casi compulsiva pueden estar buscando inconscientemente sentirse preparados para sobrevivir” dentro de un sistema que, en su opinión, “no ofrece demasiadas oportunidades ni expectativas de futuro”.

“En este contexto económico y cultural los chicos encuadran sus angustias particulares, sus incertidumbres y esta idea de “no future” encapsulándose en un escepticismo respecto a las relaciones políticas y en un descreimiento sobre las posibilidades de progreso, con lo cual esta empatía tecnológica les permite abroquelarse para estar aptos, cada uno a su modo. La tecnología viene a llenar un gran vacío, es una compensación emocional y afectiva que nos permite estar en potencial competitividad si sabemos bajar un MP3 o si sabemos usar una laptop”, remarcó.

En este punto del debate los profesionales que analizan la veta si se quiere negativa de la acopiación de productos tecnológicos y aquellos que hacen un culto a los avances de la informática y la electrónica, coinciden en resaltar un fenómeno: hoy en día el nivel adquisitivo o de instrucción no son determinantes si se trata de tener un celular o una cámara digital. Pese a las diferencias de ingresos o a los estudios cursados, los distintos sectores que componen la sociedad parecen convergir en un punto: el deseo por lo último y los esfuerzos -mayores o menores- por conseguirlo.

En esta instancia, la titular de la cátedra Consumos Culturales de la UBA, Ana Wortman, hizo hincapié en el trabajo de la publicidad y el marketing, que según consideró, más que vender un periférico para la PC, un reproductor de MP3 o un DvD, ofrecen -mediante un discurso cuidadosa y minuciosamente construido- la ilusión de pertenencia a un modelo cultural.

“Desde las mismas agencias de marketing y las empresas se ha detectado que todos quieren consumir, que todos quieren algo de la vidriera. Excepto las del cuerpo, todas las necesidades son creadas, y el desarrollo de la economía gira en torno a rodearlas de un halo místico. Lo que uno compra en la actualidad satisface una necesidad y también satisface un estilo de vida, mejor dicho siempre que compra, uno compra un estilo de vida y una identidad”, subrayó.

Sea como sea, la tecnología se ha convertido en una necesidad de los jóvenes y no tan jóvenes: una gran porción de la sociedad actual ya no compra diarios porque los lee por la Web, va poco al cine porque baja las películas de internet y prefiere mirarlas y escucharlas a través de los modernos DVD y home theatre en el living de casa y hasta toca poco el teléfono de línea porque ahí están los mensajes de textos, estrellas indiscutibles de las nuevas formas de comunicación.

Más alla del debate, la realidad es que las nuevas generaciones van incursionando, cada vez más, en un mundo digital plagado de dispositivos multifunción y manuales de uso que sitúan la felicidad al alcance de un botón y que se han convertido en los nuevos fetiches del siglo XXI.

Para los chicos de hoy gran parte de la identidad se construye a partir de esos aparatos a los que temen o rechazan sus padres, pero que en la actualidad les permite “estar conectados” y adquirir las competencias necesarias para moverse en el universo de la realidad tecnológica y virtual, nuevo espacio de interacción y de ascenso social.