Ana Acosta: Mi prioridad es el teatro


Ana Acosta recibió a Info Región en su camarín del teatro Astral donde casi todas las noches se sube al escenario para interpretar dieciocho personajes en el unipersonal dirigido por Carlos Evaristo, “Mi brillante divorcio”, la historia de una mujer de mediana edad que tiene que lidiar, de repente, con una vida que no se imaginaba.

Actriz multifacética si las hay, Acosta se hizo conocida por su participación en el éxito televisivo “Peor es nada” de la mano de Jorge Guinzburg y Horacio Fontova. Sin embargo, sus comienzos fueron, casi por casualidad, en el teatro, cuando dejó de lado sus ganas de ser psicóloga para dedicarse por completo a la actuación.

Televisión, cine y teatro son los espacios en los que incursionó, tanto en la comedia como en el drama. No obstante, a la hora de elegir, la artista prefiere los géneros relacionados con el humor ya que, según afirma, “permiten otro tipo de relación entre el actor y el público”.

Minutos antes de salir a escena, la actriz charló con Info Región repasó su carrera, habló de la obra y opinó sobre las nuevas generaciones de actores.

-¿Cuándo aparecen los deseos de ser actriz?

-En realidad fue un hecho fortuito. Dicen que no existen las casualidades sino las causalidades, pero lo real es que no pude entrar en Psicología, que era la carrera que yo iba a seguir. En ese momento yo estaba atendiendo el negocio de mi papá en Liniers y llegó la actriz Patricia Castel. Le pregunté dónde había estudiado teatro y me dijo que en el Conservatorio Nacional. Al día siguiente fui, averigüé el plan de estudio, me interesó lo que dictaban en el primer año y me pareció bueno para no perder la continuidad de estudiar. Terminé de dar la materia número 12 y ahí me di cuenta de que lo que me gustaba era eso. Me gustaba más eso que estar atrás de un sillón analizando a la gente.

-¿Cree que hay relación entre la psicología y la actuación?

-Creo que el teatro es una forma de curar un poco las heridas. El buen teatro y el pasatista, el que es sólo para entretener, también. Capaz que durante una hora y media, esa persona que viene con todos sus problemas la pasa bien y me parece que es un poco curativo. Se supone que la psicología tiene que ver con eso. Así que en algún punto se unen.

-¿Qué llegó después del Conservatorio?

-Di unas cuantas audiciones hasta que quedé para un elenco de una comedia musical. Luego di otra audición con Pepe Cibrián y con él estuve cinco años haciendo cuatro comedias musicales. Con Pepe hicimos “Los Borgia”, en esa yo di audición porque él no me conocía y le gustó, la Campoy me destacó entre los 40 y pico que éramos y desde ahí la adopté como madrina. Y la segunda vez fui convocada por Pepe para hacer “Aquí no podemos hacerlo”, la tercera fue “Invasiones inglesas”, que ahí volví a dar audición porque era en el teatro San Martín y me gané el personaje de la virreina de Sobremonte. Con esa obra gané mi primer premio, en ese momento era el Premio Municipal. Luego llegó la tele.

-Y después cine... “El caso María Soledad”

-Sí hice “El caso María Soledad”, era un personaje bastante complicado porque era la representación de Ruth Salazar, una mujer que en ese momento era considerada una sospechosa. Yo no pude viajar a Catamarca porque tenían miedo que me pasara algo, así que hicimos todas las tomas acá. Fue algo que realmente me encantó porque hasta ese momento la gente me conocía a través de la televisión, por “Peor es nada”, además de las comedias musicales. Tenía una imagen muy de actriz cómica y Héctor Olivera fue el que confió en mí para hacer un personaje dramático, dentro de una película muy testimonial. Así que se lo agradezco toda la vida, siempre que puedo lo digo.

-Hizo drama pero también comedia. ¿Con cuál de los dos géneros se siente más cómoda?

-Me gusta todo. Pero reconozco que el hecho de hacer humor acerca mucho a la gente. Porque la gente quiere mucho a los que hacen humor, el trato que tiene la gente con el actor prestigioso, dramático, es diferente al que tiene con el actor cómico. A mí misma me pasa. Si me acerco a Alfredo Alcón hay una cosa de respeto absoluto, a pesar de que él es un divino y es súper gamba. En cambio con los actores cómicos el trato es mucho más cotidiano, es un contacto mucho más estrecho. Por eso a mí me place mucho hacer humor.

-Por estos días encara “Mi brillante divorcio”, un unipersonal en el que conviven tanto el dolor y la ternura, como el humor y la alegría. ¿Qué puede contar de esa obra, donde interpreta 18 personajes?

-El personaje protagonista es Ángela María Álvarez, una señora de unos 40 y largos, a quien su marido la abandona por una chica más joven, y su hija decide irse a vivir con su novio. Entonces ella se queda en la casa familiar sin sus dos grandes afectos. Lo que plantea esta obra es que Ángela no habla ni con revanchismo, ni con rencor sino todo lo contrario. Lo que ella se plantea es qué hacer con esta vida nueva y sabe que tiene que seguir viviendo. Tiene que ver con un personaje muy tierno, que reconoce sus errores y sus fallas, debido a la crisis que tiene con su marido, y que a partir de ahí decide, como puede, retomar una vida distinta a la que venía teniendo.

-¿Cómo ve a la nueva generación de actores?

-Hay una muy buena, y una televisiva que me preocupa. El hecho de ser actor de teatro lo obliga a uno a saber pararse, a saber caminar un escenario. Hay una muy buena generación de actores jóvenes, Rodrigo de la Serna y también Belén Blanco, Carolina Fal, actrices que hacen mucho teatro y que eso les permite un desenvolvimiento mayor que una chica que empieza en tele. Igual el actor de teatro puede incursionar en la tele. A mí me costó, yo había trabajado mucho tiempo en comedia musical, donde todo es para adelante porque está la platea. Y pasar a la televisión fue durísimo, tuve que acostumbrarme a lugares muy chiquitos y bajar el tono de voz. No me preocupan los chicos que están en televisión y siguen haciendo televisión, me preocupan cuando ya pasan a ocupar otros lugares para los que no están capacitados.

-¿Cuáles son los proyectos para este 2007?

-Seguir con esta obra, que me demanda mucho laburo, es una hora y 25 minutos que estoy en el escenario. Quiero disfrutar esto que estuvimos ensayando tanto tiempo con el director. Televisión, si aparece algo, como siempre bienvenido será, pero no algo que requiera 12 horas diarias y no me permita hacer teatro. Mi prioridad siempre es el teatro.