A 53 años del bombardeo a Plaza de Mayo, inauguran un monumento


Al cumplirse el lunes próximo 53 años del bombardeo del 16 de junio de 1955 a la Plaza de Mayo, la presidenta Cristina Fernández inaugurará el martes un monumento en recordación de los caídos en esos episodios.

Ese 16 de junio, 34 aviones de la aviación naval descargaron más de diez toneladas de explosivos sobre la histórica plaza matando a 364 personas y dejando heridas a unas 800.

El monumento en recordación a las víctimas consta de seis troncos de palma de entre seis y siete metros, coronados con figuras de hombres, mujeres y niños y máscaras de bronce que expresarán el horror del bombardeo contra civiles indefensos y cuyo objetivo era asesinar a Juan Domingo Perón.

El lunes próximo se cumplirá el 53 aniversario de aquel suceso y un día después la Presidenta dejará inaugurado el monumento que, además, tendrá una cinta de acero rodeando los pilotes y en la que estarán inscriptos los nombres de cada una de las víctimas, a modo de póstumo homenaje y como un símbolo de trascendencia.

La artista plástica Nora Patrich desarrolló una combinación de materiales y símbolos para recordar cuando las bombas cayeron sobre el centro de Buenos Aires.

"Los postes eran árboles que estaban vivos y ahora son troncos muertos y aquí me inspiré en dos imágenes: cuando empalaban las cabezas en las plazas mayores en la época de la Independencia y en los totems de Canadá, en la época en que estuve refugiada en Vancouver", explicó Patrich.

"El acero inoxidable de la cinta me remite a los aviones", dijo la artista y asoció que "de la misma forma en que los aviones dejaron una impronta en los seres humanos, ahora los nombres de las víctimas queda en el acero". "El bronce lo elegí porque es un metal cálido, humano", sintetizó.

El monumento, que estará en la Plaza España sobre el vértice que da a la calle Hipólito Yrigoyen, será inaugurado por Cristina el próximo martes a las 16 y se prevé la presencia de familiares de las víctimas del bombardeo y protagonistas del episodio.

Patrich recordó que la idea surgió de manera espontánea en un intercambio con funcionarios de la Secretaría de Derechos Humanos y que "la imagen" de la instalación "apareció muy rápido".

Según dijo la artista, que divide su vida entre Vancouver y Buenos Aires, cuando terminen las obras generales en la Plaza España, la escultura va a estar disponible al público.

La historia señala que en la mañana del 16 de junio de 1955, efectivos de la marina de guerra y "comandos civiles" intentaron sin éxito copar la Casa Rosada y tomar prisionero a Perón.

El mandatario buscó refugio en el edificio del Ministerio de Guerra y se dispuso entonces a sofocar la rebelión. Sin embargo, a mediodía, aviones Gloster Meteor de la Armada bombardean y ametrallan la sede del gobierno y la Plaza de Mayo.

"Así- según relata el autor Roberto Bardini- una de las primeras bombas impacta en el techo de la Casa Rosada y otra, alcanza a un trolebús completo de pasajeros que resultan todos muertos".

"Los aviadores subversivos lanzan casi diez toneladas de explosivos y el saldo arroja 364 muertos y mas de 800 heridos de diversa gravedad ya que unas 80 personas quedarían lisiadas", agrega.

Al día siguiente, el diario Clarín escribía: "Las palabras no alcanzan a traducir en su exacta medida el dolor y la indignación que ha provocado en el ánimo del pueblo la criminal agresión perpetrada por los aviadores sediciosos que ayer bombardearon y ametrallaron la ciudad".

Ese día de otoño de 1955 -agrega Bardini- "sería la segunda vez en toda la historia argentina que la ciudad de Buenos Aires era bombardeada".

"La primera había ocurrió a principios del siglo diecinueve, durante las invasiones inglesas de 1806 y 1807. Ese 16 de junio no había un estado de guerra, quienes atacaron por sorpresa vestían uniformes militares argentinos y las víctimas fueron civiles desarmados, también argentinos", señala el autor.

"Este tipo de hecho es enteramente ajeno a la historia de la Argentina moderna (...). El bombardeo del 16 de junio de 1955 explotó con una fuerza cataclísmica, por tanto, sobre una población civil condicionada por un siglo de paz y que tenía la confirmada creencia de que semejantes cosas no ocurrían en la Argentina. Se detecta en la gente no sólo el sentimiento de escándalo, sino de vergüenza de que semejante matanza de civiles inocentes pudiera haber ocurrido en el corazón de Buenos Aires", señala en su trabajo "Dossier Secreto.-El Mito de la Guerra Sucia", el periodista estadounidense Martin Andersen.

Andersen citaba así el informe de un analista de la Embajada de EEUU en un mensaje enviado a Washington poco después de lo ocurrido.

Perón no quería enfrentamiento entre las fuerzas armadas y, mucho menos, entre militares y trabajadores.

Aquel 16 de junio de 1955, después del primer bombardeo a la Casa de Gobierno, el general le ordenó a un mayor del ejército que fuera a hablar con el secretario general de la CGT: "Ni un sólo obrero debe ir a la Plaza de Mayo", dijo Perón al alto oficial, de acuerdo a las citas rescatadas por el historiador Pedro Santos Martínez en su trabajo "La Nueva Argentina".

Refiriéndose a los aviadores navales, Perón decía: "Estos asesinos no vacilarán en tirar contra ellos. Esta es una cosa de soldados. Yo no quiero sobrevivir sobre una montaña de cadáveres de trabajadores".