El camino del titiritero de Banfield


Bobi aparece desde un armario, envuelto en una manta, protegido de la humedad y el frío, tiene en los ojos la ternura del cobijo. Sergio lo toma entre sus brazos y cuenta que es el primer personaje que construyó. Con él en brazos golpeó puertas en Bolivia y otros países de América por donde hizo el camino de artista trashumante. Bobi cobra vida, se hace esbelto y se le ensancha la espalda. Un buzo con la frase “Banfield capo del sur” delata su pasión por el Taladro, mientras que de su enorme boca de gomaespuma se escapa una carcajada. Ofrece su mano enorme para estrecharla con este cronista que, sorprendido, se dispone a tomar nota de su historia y la de Sergio Mercurio, su creador, que recibió a Info Región en su casa y contó cómo decidió convertirse en el titiritero de Banfield.

-¿De chico te gustaban los títeres?

-Nací en 1968 en Banfield y no tengo recuerdos de la infancia en que los títeres me hayan gustado, de hecho creo que tenía cierta repulsión, lo que sí creo que me marcó fueron los Muppets. Me acuerdo de esperarlos con mi hermano más chico, pero jamás se me cruzó por la cabeza ser titiritero.

-¿Qué otras cosas tuvieron significación en tu infancia?

-Me crié para el lado de la calle Condarco, en Banfield. Para mí era muy fuerte subir a la terraza de mi casa, ver que el barrio terminaba, era muy fuerte como imagen. Porque veía eso, ahí termina y no hay más nada después. Muchas veces me puse a pensar para qué lado miraba, para el lado de San José, y había un vacío bien grande, era campo, desolado. Entonces eso me marcó mucho, ver los pibes en la calle, chicos muy humildes. Incluso me marcó porque yo no me sentí parte de ellos, porque los miraba como si fueran héroes, hacían cosas que a mí me daban miedo.

-¿Cuál fue tu formación?

-Estudié educación física, me recibí de eso. Después estudié entrenamiento de gimnasia artística, cine, fotografía, teatro, taller literario, todo lo que me gustaba lo hacía, lo único que nunca hice fue estudiar títeres.

-¿Y dibujo?

-Sí, también. De chiquito había hecho eso y curiosamente ahora estoy volviendo bien fuerte al dibujo, porque es un objetivo que tengo a mediano plazo, un proyecto con el dibujo, específicamente con la historieta.

-¿Vos construís los títeres?

-Sí, yo construyo todo.

-Cuando construís un personaje, ¿lo pensás y lo dibujás?

-Primero era muy arbitrario el trabajo, jamás me cuestioné lo que estaba haciendo, sólo lo hice. Comencé a cortar un colchón y apareció un muñeco. Hoy es una cosa más meticulosa, hago el dibujo, la rotación del dibujo, hago la porcelana en chiquito y actualmente estudio caricatura para perfeccionar la mano, para que el trabajo evolucione un poquito más.

-¿Es titiritero aquel que diseña y construye sus personajes?

-Argentina tiene como una tradición del titiritero y tiene algunas que son totalmente arbitrarias, para mí perjudiciales en la evolución de un trabajo artístico. Originalmente acá se pensaba que el titiritero tenía que construir el títere, y yo construyo mis títeres pero esto es una casualidad, el titiritero es el que se para adelante tuyo con un títere y hace que vos le creas al títere. Terminé siendo titiritero porque reunía un montón de cosas que a mí me gustaba hacer.

-¿Entonces cuándo y por qué decidiste ser titiritero?

-Porque lo que yo quería hacer era conocer América, quería viajar, vivir en América. Cuando tenía veintipico de años tenía preocupaciones existenciales, entonces pensé que un largo viaje me iba a ayudar a encontrarme. Me largué con las cosas que creía que me pertenecían, con lo que yo había escrito, me fui con cámara, con textos, con proyectos de recreación y con unos títeres. La dinámica del viaje me demostró que lo que más me servía para seguir viajando eran los títeres, me permitían comunicarme con la gente, decir cosas y ganar un poco de plata para seguir.

-¿Y en ese camino decidiste encarar la profesión?

-Me propuse llegar hasta México, pero en dos años no había pasado de Sucre, en Bolivia. Fue un viaje iniciático, que me iba formando en todo, ahí me empezaron a decir titiritero. La única cosa que me quedó concreta es que yo venía de Banfield y quería llegar a México, y lo otro que sé es que con todos los que me encontré me decían que era titiritero, entonces decidí llamarme el titiritero de Banfield. Ahí empieza a aparecer esto del oficio y mucho más tarde lo de la profesión, y lo desarrollé durante los dos años que me llevó el viaje.

-¿Qué vas a hacer en julio?

-Estoy tratando de darle más bola a Argentina y empecé a insistir un poco más acá en Banfield. El 11 de julio, en el Teatro El Refugio, voy a hacer tres espectáculos con los que viajé por América. Los viernes `De Banfield a México´, con Marcelo Boccanera, los sábados `En camino´ y los domingos el `Titiritero de Banfield´. Si a alguno de Capital le gusta mucho que se tome un micro, y si no que venga gente de acá.



Beto Solas