La tensión en Chile no cede. Las protestas se multiplican y crecen las víctimas fatales: ya son 13. Los ciudadanos desafían el toque de queda y continúan saliendo a las calles, que fueron militarizadas por orden del presidente Sebastián Piñera.
Esta madrugada hallaron el cadáver de un hombre que murió electrocutado en medio del saqueo a un supermercado en el centro de Santiago y de otro en la ciudad de Talcahuano, a unos 500 kilómetros al sur de la capital, que fue atropellado por un camión de la Armada cuando los soldados llegaron a intervenir en otro saqueo. Estas dos muertes se suman a las anteriores y llegan a 13.
Santiago fue el escenario más candente. Tanto carabineros como militares custodian las calles y las terminales de transporte público. Los santiaguinos hacían largas colas esperando la apertura de los supermercados para aprovisionarse de artículos de primera necesidad.
Las expectativas de los ciudadanos están puestas en la reunión que Piñera sostendrá hoy con los presidentes de todos los partidos políticos para buscar acuerdos y poner en marcha medidas en beneficio de la población. Entre esas medidas mencionó una baja en los precios de los medicamentos, la potenciación del sistema de pensiones y mejoras para la salud y la educación, las principales demandas de la sociedad chilena.
Anoche, aún con la vigencia del toque de queda en varias ciudades, los ciudadanos apelaron a una creativa forma de manifestarse en un emblemático edificio de la capital, que fue iluminado con un láser con la leyenda “No es guerra”, en alusión a las palabras que había utilizado Piñera.
“Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie y que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite, que está dispuesto a quemar nuestros hospitales, el metro, los supermercados, con el único propósito de producir el mayor daño posible”, había advertido el jefe de Estado.
