Karpov, de peón a rey


Su estatura moderada y la sonrisa que esporádicamente se le dibuja en el rostro, no responden al estereotipo del hombre ruso que predomina en nuestro imaginario, pero enseguida su hablar sereno y firme, los ojos claros, la mirada profunda, y sobre todo la solidez algo rígida de sus respuestas remiten a lo que es: uno de los más grandes jugadores de ajedrez de la historia.

Campeón del mundo durante más de una década, gran maestro a los 17 años, y rival de las más importantes figuras mundiales, este ruso nacido en los Urales hace 53 años visitó la redacción de Info Región y mantuvo una extensa entrevista en la que habló del presente de ese deporte, de las nuevas tecnologías de entretenimiento y de su interés por la ecología.

Anatoly Evgenievich Karpov, que llegó hace dos semanas a la Argentina invitado por la Asociación Miguel Najdorf y recorrió buena parte del país promoviendo el juego que lo convirtió en hombre de fama mundial, es una persona cordial y amable en el trato, dispuesta para hablar de aquello que se le pregunte y con pocas señales que pongan en evidencia la diferencia intelectual entre entrevistado y entrevistador.

El reportaje, asistido por una intérprete que traduce el inglés claro de Karpov, transcurre en un clima distendido luego de que el ajedrecista se interesara por el origen del financiamiento y la cantidad de alumnos de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, en cuyo ámbito funciona Info Región.

-Argentina está en la periferia de los países con mayor desarrollo de este deporte, además de estar lejos geográficamente de los países centrales que usted recorre a menudo...

- Sí, pero en ajedrez Argentina está en el mapa, casi en el centro. Hasta donde veo se ha avanzado mucho en el Ajedrez en la Argentina, he visto un lugar maravilloso, un gran “Chess house” en Villa Martelli. Con las dificultades económicas que existen, que por otra parte no son exclusivas de la Argentina, es extraordinario que exista apoyo de instituciones y gobiernos locales hacia el ajedrez.

- De todos modos el traslado suyo hasta aquí implica un esfuerzo para un hombre ya consagrado en este juego, ¿qué lo empuja a hacerlo?

- Promover el ajedrez. Estoy aquí por algunos programas, especialmente para escuelas y para niños, trabajando fundamentalmente con el equipo de la Asociación Miguel Najdorf, que lleva el nombre de un ajedrecista argentino al que conocí muy bien, ahora a cargo de Mirta y Victor, hija y yerno de Miguel. Estuve jugando en varios torneos en Buenos Aires y en el norte y el sur del país, y también promoviendo el ajedrez en las Escuelas. Visité en Rawson, Chubut, unos programas de enseñanza de ajedrez y me entusiasmó la posibilidad de poner en marcha carreras o estudios especiales en Salta para chicos hipoacúsicos. También la posibilidad de implementar programas de ajedrez en las cárceles para jóvenes delincuentes, algo similar a lo que se está haciendo con mi apoyo en el estado de San Pablo, en Brasil.

- ¿Por qué es tan importante, por qué merece el esfuerzo promover el ajedrez?

- Empecé con esta actividad hace más de 20 años con mis escuelas en el mundo. Tenemos escuelas en 16 países, en 22 provincias rusas, entonces entiendo que es el momento de apoyar a la Argentina y estoy abierto a esto.



Karpov lleva visitados más de cien países, habla ocho idiomas y es un antiguo militante a favor de la ecología y la paz mundial. Actualmente, además, es embajador de la UNICEF, es Presidente de la Asociación Nacional por la Paz (Rusia), fue diputado del Partido del Pueblo (Comunista), Presidente del Comité Internacional de ayuda para víctimas de Chernobyl, y es profesor de economía e Investigador de la Universidad de Moscú.



- ¿Qué es lo que le aporta a un niño el aprendizaje del ajedrez?

- El ajedrez les puede enseñar muchas cosas a los niños, que les pueden resultar útiles en la vida. Desarrolla la memoria, da idea de estrategia, lógica y se le puede enseñar a los chicos desde muy chicos. No se qué otras disciplinas le pueden ayudar a desarrollar estas nociones a niños de 5, 6 o 7 años. Es una juego importante para los chicos, y mi objetivo no es crear grandes maestros, porque para eso se pueden organizar escuelas especializadas, y hay un par de ellas en el mundo.

- Usted decía que no le interesa promover a un gran maestro, sin embargo se convirtió en gran maestro cuando era muy joven, casi un niño.

- Sí, y también fui un campeón muy joven

- ¿Por qué no promover entonces esa aspiración en los niños? ¿hay algo negativo en esa carrera por sobresalir?

- No. Sería lindo que pudiéramos hacerlo. Lo que digo es que a escala masiva es muy difícil que pudiéramos hacerlo. De todos modos, yo cree una escuela en la que queremos demostrar que el ajedrez es bueno para los niños en general, no sólo para tres o cuatro que tengan condiciones para llegar a ser campeones del mundo. Esa no sería una razón para promover la enseñanza del ajedrez en todo el mundo.

- ¿Cómo puede el ajedrez competir en la formación de los chicos con las nuevas tecnologías de entretenimiento, que apelan a la inmediatez, al efecto rápido, a la velocidad y a lo instantáneo?

- El ajedrez prepara a la persona para controlar el tiempo y distribuirlo de manera adecuada, para tomar decisiones, para poder responder por las decisiones tomadas... El ajedrez es un juego individual, en el que si uno pierde no le puede echar la culpa al otro. Si comete un error, hay que analizar por qué se produjo para no repetirlo en el futuro...

- ¿No considera que esa lógica entra en conflicto con esta cultura instalada entre los chicos a partir de la incorporación de las nuevas formas de entretenimiento electrónico?

- No estoy de acuerdo con que exista una cultura de las nuevas tecnologías, no podemos denominar a estos juegos estúpidos de las guerras de las galaxias en las computadoras como parte de la cultura. En cambio, el ajedrez sí es parte de la cultura.

- Sin embargo, ese tipo de entretenimientos está hoy muy arraigado en las costumbres de niños y jóvenes.

- Yo creo que es un conflicto de interés público o social y tiene que ver con los intereses de las grandes empresas. Contra ellas no podemos pelear con un cien por ciento de éxito pero creo que el pensamiento sí es parte de la sociedad, hay que ofrecerles a los jóvenes algo más interesante y más útil que lo que ofrecen los jueguitos electrónicos.

- Respecto de esta forma de entender la realidad que demanda el ajedrez, según lo que usted explicaba hace unos minutos, qué relación pudo tener el auge del ese deporte en la Unión Soviética durante el siglo XX

- La popularidad del ajedrez continúa hoy en Rusia. Ahora tenemos un abordaje un poco distinto del juego y también nuevas formas de razonarlo a partir de las posibilidades que ofrecen las computadores e internet. Tenemos oportunidad de desarrollar aún más el ajedrez a partir de la expansión de la web. Internet puede hacer algo por el ajedrez y el ajedrez puede hacer algo por internet.

- ¿No tuvo relación entonces con ese desarrollo del ajedrez las condiciones políticas y socioeconómicas de la Rusia del siglo pasado?

- El ajedrez es parte de la cultura del pueblo y del país. La ideología, la oposición de los Estados Unidos, la política, todo tuvo algo que ver. Cuando yo era niño Tal (Mijail, campeón del mundo 1960) se consagraba como campeón mundial. En esa época no había en la Unión Soviética una política de promoción del ajedrez, a pesar de que Tal competía contra otros grandes jugadores soviéticos. Hubo entonces un tremendo auge del ajedrez en mi país y por eso yo empecé a jugar.

- Entonces no se puede establecer que exista alguna relación entre ese modelo de organización política y apogeo del ajedrez.



El gran maestro, que desde hace unos años es además integrante del equipo de ayuda del presidente ruso Vladimir Putin, parece algo molesto con la repregunta. Como si no estuviera dispuesto a concederle a régimen comunista que imperó en la Unión Soviética algún mérito en el hecho de que nueve de los diez campeones del mundo entre 1948 y 1999 fueron soviéticos. Incluso a pesar de que en los años setenta su gran enfrentamiento con Viktor Korchnoi surgió luego de que el gran ajedrecista lo acusara de obtener privilegios del Kremlim a la hora de disputar con él el título mundial. Cuestionamiento que empujó a Korchnoi a su exilio en Holanda.



- Estoy tratando de probar con lo que digo que el interés por el ajedrez era por el juego en sí mismo. Tenía algún componente político pero también estaba relacionado con el interés de la gente. No es un 100 por ciento político el origen del impulso del ajedrez en la Unión Soviética. En el mundo, el primer pico de atención se dio a partir de la confrontación entre Fischer (Bobby, campeón del mundo 1972) y los soviéticos, a finales de los 60 y principios de los 70. Pero en otros países la difusión del ajedrez no ha tenido nada que ver con la política.

- Hoy, el mundo del ajedrez está dividido ¿usted está promoviendo la unificación del título?

- Estoy reclamando la seriedad en el ajedrez y la implementación de un sistema serio. No respaldo a las partes del mundo del ajedrez que tenemos hoy. En el interés de los profesionales del ajedrez y del juego mismo, necesitamos un campeonato mundial serio, por ende mejorar la imagen del título respecto de lo que sucedió en lo últimos 12 años.

- ¿Por eso critica usted el mundial que se está jugando en estos días en la provincia de San Luis?

- No quisiera atacar lo de San Luis. Es una competencia grande, pero no representa las nuevas ideas de organización del ajedrez.

- ¿Estaría dispuesto a encabezar alguna de estas organizaciones mundiales de ajedrez?

- No se. Tengo respaldo de distintos países para liderar estos cambios, pero no me decidí.

- ¿De qué depende esa decisión?



La rigidez rusa no impide que Karpov apele a la ironía, ratificada por su sonrisa, para responder con evasivas al ofrecimiento para encabezar la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), de la que se alejó en 1999, disconforme con los cambios introducidos en la definición del título mundial



- Depende de mi tiempo, que es muy importante porque tengo muchas actividades en el ajedrez y en la vida. Soy presidente de cuatro organizaciones grandes, de bien público, de medio ambiente, de un organismo internacional con sede en Suiza para el desarme nuclear, soy embajador de UNICEF, así que voy a tener que pensar si voy a cumplir con mis deberes.

- Usted, como campeón, fue representantes de uno de los países más poderosos del mundo, sin embargo usted en lo personal proviene de una familia de origen humilde. ¿Cree que su caso puede ser un ejemplo para otros jóvenes en condiciones parecidas en otros lugares del mundo?

- Puede ser un ejemplo, por supuesto, de que una persona cuando tiene un objetivo o un talento, si lo desarrolla, puede tener éxito no sólo en su profesión, sino también en otros aspectos de la vida, aunque en mi caso el mayor éxito es haber sido campeón mundial.

- El ajedrez exige pocos recursos materiales, en ese punto se me ocurre, salvando las distancias, algún paralelo con el fútbol, que sólo requiere de una pelota para que se entretengan 22 personas, que es justamente una de las explicaciones que se ofrecen sobre el desarrollo de este deporte en países pobres. ¿Cree que con el ajedrez podría pasar algo parecido si se lo incentivara entre los chicos?

-En el bajo nivel de competición, tiene razón, son dos deportes económicos. Pero a nivel profesional es absolutamente diferente porque el fútbol sí requiere muchos recursos, en tanto que el ajedrez profesional es mucho más barato y requiere menos inversión, de modo que lo económico nunca es un escollo para la práctica de este juego.

- Supongo que lo que voy a preguntarle se lo habrán planteado muchas veces, pero debo decirle que me llama la atención cierta paradoja en su historia profesional, me refiero a que usted llegó a ser campeón del mundo en 1975 ante la ausencia de su rival en la final, y muchos años después dejó de ser campeón por su propia ausencia en una final.

- No es una paradoja. Fischer desapareció, dejó de jugar y no tomó su oportunidad de defender el título. Pero luego yo tuve que derrotar a los más importantes gran maestros, a los mejores de ese momento, Korchnoi (Viktor) tuve que jugar a 32 partidas, que fue una cantidad superior a la que Fischer tuvo que jugar contra Spassky (Boris, campeón del mundo 1969), así que no tengo este problema personal acerca de si yo soy fuerte o no lo soy. La verdad es que lamento que él no fuese a jugar ese partido...

- Discúlpeme, pero la pregunta no buscaba ni remotamente cuestionar su carrera o su condición de campeón, sino simplemente marcar esa paradoja respecto del modo en que se consagró y el que dejó de ser campeón...

- Sí, pero hay diferencias. Fischer no apareció porque dejó de jugar, y yo sigo jugando. Simplemente yo no acepté el modo en que la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) cambió el sistema del campeonato mundial. Allí son pocas personas que toman decisiones y no expresan los derechos de los jugadores en el campeonato mundial. Entonces yo dije que si no respetan los derechos de los jugadores, qué otros derechos van a respetar.

- ¿Qué piensa acerca de la confrontación con las grandes computadoras?



Garry Kasparov, su archirrival compatriota y sucesor en el título mundial en 1985, aceptó en dos oportunidades el desafío planteado por IBM para disputar un match con una supercomputadora denominada Deep blue primero, a la que venció, y Deeper blue en su versión mejorada, ante la que cayó derrotado.



- Es interesante. He dicho hace tiempo que el ser humano le concede una ventaja a la computadora. Los programas de las computadoras tienen acceso a bases de datos con información sobre todo lo que se conoce respecto del ajedrez. El jugador no tiene acceso a toda esa información acumulada, entonces hay que emplear energía, tiempo y nervios para resolver situaciones que una computadora procesa en segundos. Antes de que los programas de computación fuesen tan poderosos, nadie me prestaba atención, pero ahora es momento de equiparar las condiciones. Es extraño para mi que inclusive en estos días los mejores jugadores siguan prestando su acuerdo a jugar en condiciones tan desiguales.

- ¿No se sentaría entonces ante una gran computadora?

- No, es interesante, pero las condiciones deberían ser iguales. Entonces ahí podemos sentarnos a hablar sobre los resultados. Qué podemos discutir ahora si las computadoras tiene un 20 o 25 por ciento de ventaja desde el principio.

- ¿Qué visión tiene hoy sobre la marcha de la economía en el mundo?



Karpov es, además, licenciado en economía en la universidad de Leningrado, y nunca renegó de su profesión para elaborar una mirada crítica respecto de la evolución de la economía mundial, en cuyo análisis le otorga un lugar preponderante a la preservación del medioambiente.



- Vivimos en un tiempo de cambio, y de problemas. Globalización, que tiene una cara positiva y otra negativa. Un filósofo chino dijo algo así como “es mejor evitar vivir en tiempos de cambios, especialmente si esos cambios se dan en tiempos muy cercanos a una revolución”. Pero creo que todo esto despierta más entusiasmo. Creo que los problemas más grandes que enfrentamos en estos tiempos no son de economía sino de ecología. No se cómo la humanidad los va a poder resolver, porque para hacerlo tiene que apelar a recursos financieros y asignarlos a resolver problemas ideológicos, pero ahí surgen los conflictos de intereses con los líderes políticos, porque la solución de los problemas ecológicos requieren de mucho tiempo, los políticos están esperando que pase la elección que viene, así que no les importa demasiado lo que va a pasar dentro de diez años. De modo que los organismos no gubernamentales, la prensa y la opinión pública son la única herramienta para ejercer presión sobre los políticos para que empiecen a hacer algo al respecto.