Cuando la vida privada se vuelve on line


Mi príncipe azul”, publica en su estado de Facebook Tamy Arrigoni debajo de una foto en la que se la ve sonriente con su pequeño hijo. El post también da cuenta de que lo hizo desde su Blackberry. “Domingo lluvioso, pero en familia”, le sigue abajo Carla Rojas y acompaña la publicación con una instantánea de un almuerzo en la que parece ser su casa, que también comparte en la red de fotos Instagram y en su cuenta de Twitter. En esta última abundan las opiniones sobre la actualidad, aunque tampoco queda afuera del fenómeno de exposición constante al que invitan las redes sociales, ya sea desde los popularizados hashtags hasta el contar minuto a minuto las actividades diarias.

En el nuevo mundo on line parece haberse borrado la frontera entre lo privado y lo público y cada vez es más evidente un fenómeno contra el cual muchos han despotricado, incluso aquellos que hoy son adeptos: la exhibición. Salir de vacaciones y publicar por las redes sociales fotografías de los mejores momentos compartidos con la familia, la pareja o los amigos, tener un bebé y dar a conocerlo instantáneamente mediante un video, salir y publicar adónde, viajar y publicar adónde, comer y … sí publicar qué se está saboreando. ¿No será mucho?

Y, sobre todo, ¿existe consciencia de que cada foto, video o comentario que alguna vez subimos a Facebook, Twitter, YouTube, Tumblr o Instagram pasa a formar parte de la llamada “nube” de Internet y está al alcance de muchísimas personas inmediatamente en todo el mundo?

En diálogo con Info Región, el periodista especializado en tecnología y creador de E-blog, Leandro Zanoni, sostiene que en esta época ya no se puede hablar de intimidad ni privacidad. “Ninguna de las dos existe en Internet. Todos nuestros datos están al alcance, no solamente de un hacker, sino de cualquier gobierno y de todas las empresas que tenemos a nuestra mano a diario: Google, Facebook, YouTube, Apple, Samsung, tienen todos nuestros datos”, señala.

Bajo estas circunstancias, pretender pasar por la web sin dejar rastro es imposible. Pero, entonces, ¿por qué es que las personas se siguen exhibiendo constantemente? Status de popularidad, las redes sociales como punto de encuentro, la necesidad de “no quedar afuera” e incluso la percepción de que la vida mundana cobra “más intensidad” en las redes son algunas de las respuestas de sociólogos, psicólogos y especialistas en la materia que analizan esta nueva forma de mostrarse on line.



La necesidad de mostrarse. Según los profesionales, este afán de exhibirse puede responder a varios fenómenos, desde la necesidad de generar una “identidad on line” para no quedar afuera de estos nuevos espacios hasta una búsqueda de mayor “popularidad” social, aunque sea de forma cibernética.

“Vivimos en una época en la que la vida pareciera cobrar más intensidad en las redes sociales que en la realidad misma. Hay una necesidad urgente de vivir algo pero con la sola idea de subirlo a la red”, señala a este medio la psicóloga Any Krieger, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina.

Y opina que hoy “si uno no está inscripto en la tecnología, no existe”. “Está fuera del mercado por así decirlo y fuera de la vida misma”, reflexiona.

“Así como aprendimos, en su momento, a cepillarnos los dientes y a higienizarnos, pienso que esto es algo que se ha instalado como una rutina automática: me pasa algo, sacó una foto y la subo, como una forma de garantizar que ese momento ha sido vivido”, opina.

Pero ¿es realmente necesario tener que hacer público un momento ante miles de personas para darle más entidad al mismo? Según Zanoni, el cuestionamiento no es éste. “La pregunta es ¿hoy a alguien le importa su privacidad? Porque, en principio, pareciera que no”, advierte.

“En el caso de que sí les preocupara, también es muy difícil escaparle. Si tenés al menos una red social, ya no hay opción. Yo te doy un ‘Like’ en una foto y eso ya está almacenado en Facebook. Nuestros datos están en todos lados, tarjetas de crédito, GPS del celular, las compras, las ventas, el Cuit”, remarca y afirma que “el mundo avanza hacia la digitalización total”. “El que se queda afuera es un homeless”, opina.

Por otro lado, Krieger también atribuye el fenómeno a la vorágine que impacta de lleno hoy en la sociedad, donde los tiempos para socializar parecieran ser más cortos. “No hay demasiado tiempo para que las personas se encuentren en esta realidad tan veloz, por eso sienten en las redes sociales el punto de encuentro”, explica.

El sociólogo Federico Román distingue otro factor para explicar este afán de hacer público cada detalle o acontecer de la vida privada: el status de popularidad.

“El hecho de recibir muchos ‘Me Gusta’ en Facebook, por ejemplo, o de tener muchos seguidores en Twitter da una sensación de popularidad que a cualquiera puede resultar agradable. El caso contrario puede señalar un status social más bajo en Internet o no pertenecer a un grupo selecto o top en las redes sociales. En ese sentido pareciera volverse necesario tener algo que compartir”, describe.



Todo es posible con Internet. En otra época, no tan lejana, los medios de comunicación de masas eran el escenario perfecto para aquellos personajes que buscaban experimentar la fama o la popularidad, como sucedía con los “mediáticos” que aún deambulan por los pasillos de televisión. Lo cierto es que hoy no se necesita acceder a esos canales de comunicación para ser famoso, gracias a redes sociales como Twitter y YouTube.

“En el siglo XXI, la presencia de las nuevas tecnologías de la comunicación habilita la posibilidad de ser nosotros mismos quienes construyamos una imagen de lo que somos sin mediaciones y la proyectemos al escenario virtual”, observa la socióloga Ana Wortman, especialista en consumos culturales.

“Se pueden tener miles y miles de seguidores, imaginando un perfil en Twitter, construyendo un personaje, etc.”, sostiene y cuestiona: “¿Significa esto una democratización de las oportunidades de ser conocidos? ¿No hay ningún filtro o regla para figurar en la escena?”.

De esta manera, señala como ejemplo el surgimiento de cantantes a través de videos de YouTube caseros, que por alguna razón tienen éxito. “¿Por qué es gratificante en esta época salir del anonimato y tener nuestros minutos de fama? Esta premonición se ha consagrado y parece llenar de certezas a las personas, sentirse reconocidas en un mundo pleno de incertidumbres laborales, personales y afectivas”, explica.

Por su parte, los periodistas especializados en tecnología Leandro Zanoni y Federico Ini apuntan a las facilidades que otorga Internet, invitando constantemente a compartir datos personales.

Ini, encargado de los contenidos tecnológicos de los noticieros de Telefé, considera que “se cruzó la línea de la intimidad para pasar a exponer la vida de uno”. “Se publica dónde se veranea, qué se come, a dónde se va. Algo que normalmente años atrás nadie hubiese contado por televisión o en la radio”, asegura.

“Una vez que se cruzó ese límite, toda la tecnología y los dispositivos que tenemos al alcance, hasta los autos inteligentes o el SmartTV, conspiran para que podamos compartir información, recibir información y estar todo el tiempo conectados”, apunta.

“Creo que el 99,9 por ciento de las personas no leen los contratos donde se informa al usuario qué va a pasar con sus datos, dónde se van a procesar, con quién los pueden compartir. Hoy en día la gente venció ese miedo”, marca Ini y advierte que “a medida que todo se hace más fácil para poder elevar la información a Internet y propagarla, el público también termina siendo menos consciente de lo que implica eso”.

“Hoy en día internet se muestra como algo transparente, acabado y terminado, como un producto final. Y a mayores facilidades, a veces hay mayor desconocimiento de parte de la gente”, asevera el periodista.

Zanoni, autor del libro “El imperio digital”, destaca que “hubo un maridaje perfecto entre el progreso de la tecnología, como los dispositivos para capturar información, y el avance de la banda ancha”. Y tanto él como Ini coinciden en que “hay que tener un conocimiento bastante importante para poder utilizar hoy las redes y ser cien por ciento anónimo”. “Para un usuario promedio, no experto, navegar por internet sin dejar huellas es una utopía”, destacan.

Aunque sin dejarse llevar por la paranoia, resulta entonces conveniente evaluar o informarse antes de compartir cuestiones sensibles o todo aquello que hacemos y somos mediante estas nuevas vías de comunicación.

Así, sin quedarse afuera, debido a que todos los nuevos aparatos están dispuestos a llevarnos por este camino, quizás lo más eficaz sea establecer un filtro al momento de abrirse y revelar el otrora tesoro de la intimidad a miles de usuarios que, en casos, ni siquiera conocemos.