Tenencia de armas: ¿Colaboran en la defensa propia o generan más violencia?


Según una estadística reciente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en América Latina tiene lugar el 42 por ciento de homicidios con armas de fuego a nivel mundial por año, a pesar de que sólo cuenta con el 14 por ciento de la población del Globo. En este contexto, la adquisición de armas de fuego para tenencia personal genera un debate filoso en la sociedad. Aunque las políticas de desarme buscan concientizar sobre los riesgos de portarlas, hay quienes se escudan en la creencia de que “son un modo de defenderse” y, de esta forma, respaldan el discurso pro armamentista.

“En el caso de que pase algo yo siento que tengo en mis manos la posibilidad de defender a mi familia”, justifica Emiliano (40), un vecino de José Mármol que compró un arma hace poco.

La inseguridad es tema de agenda nacional desde hace años y el índice de delitos violentos se sostiene en las áreas metropolitanas del país. Así, mientras la Policía y la Justicia se encuentran en el eje de las críticas en los debates mediáticos, la lucha contra la delincuencia ya es bandera de todas las facciones políticas, cada una con sus métodos.

Por eso es que las miradas con respecto a la tenencia de armas son diversas. Mientras las posturas a favor sostienen que son “la única forma de defenderse” dentro de una sociedad violenta, quienes están en contra advierten que las armas “redundan en un peligro mayor”.

“Creo que en un robo, un arma de por medio puede hacer que se desencadene más violencia y eso no es bueno para nadie”, considera Héctor (61), otro vecino de Almirante Brown.

Bajo esa impronta, el Gobierno nacional puso en marcha en 2007 el “Programa Nacional de Entrega Voluntaria de Armas de Fuego”, a cambio de un incentivo económico para reducir y prevenir la violencia armada. Hasta hoy se destruyeron 272.366 armas de fuego y 161.337 se entregaron de manera anónima y voluntaria.

A esto se suman proyectos en Nación y en Provincia, apuntados a disminuir la cantidad de armas en manos de civiles. ¿Armarse o desarmarse?, esa es la cuestión.



A favor del desarme. “Un arma menos en circulación es un arma menos que puede ser disparada”, es la premisa del Registro Nacional de Armas (RENAR) para fomentar el desarme voluntario.

Entre 1990 y 2008, en Argentina el grupo de edad que concentró la mayor cantidad de muertes por armas de fuego fue el de 20 a 29 años (15.462 decesos), según un estudio publicado por desarmevoluntario.gob.ar.

“Estoy en contra de la tenencia. Cuando era chica entraron a robar a mi casa y yo agarré el arma que teníamos. Estaba sola con mi hermana y me asusté, pero ahora que soy adulta pienso que tenerla a mano es muy peligroso”, opina Gimena (27), de Turdera. Y justifica: “No estoy de acuerdo con que la tenencia pueda potenciar la seguridad porque las estadísticas indican que cuando hay un arma es mayor la probabilidad de muerte”.

Marcos (27), de Temperley, asegura que nunca se le ocurrió tener un arma en su casa. “Es una responsabilidad muy grande y tengo miedo de dejarla en algún lugar, que mis hijos la encuentren y que jugando les pueda ocurrir una fatalidad”, expresa

“Creo que la seguridad está en manos de los encargados de fomentarla, la Policía. Lo mismo con la Justicia”, señala y manifiesta: “Prefiero que si me roban se lleven las cosas y listo, y no que por saber que estoy armado puedan pegarme un tiro sin siquiera poder intentar defenderme”.

La principal razón de Héctor para no tener armas es que “no podría matar ni lastimar a alguien”. No obstante, el vecino de afirma que “da bronca ver tanta violencia, porque uno se siente indefenso”.

Por su parte, Juan (55) de Lanús indica que “hay muchos casos en los que el arma no tiene el seguro puesto o se cae y se escapa un tiro”. “Podés herir a gente querida e incluso hasta matarla”, sostiene.

“Me daría paranoia tenerla en mi casa. Prefiero confiar en las fuerzas de seguridad, sin necesidad de que yo tenga que convertirme en una especie de superhéroe anónimo”, sostiene.

En este contexto, lo que pretende el Plan de Desarme Voluntario es sensibilizar a quienes perciben que el arma es un peligro potencial, ya sea porque no están preparados para usarlas, porque hay niños en la casa o porque hay antecedentes de violencia en algún miembro del grupo familiar.

Argumentos para armarse. Existe una serie de requisitos para adquirir un arma. Asimismo, también difiere el permiso de tenencia del de portación. Sin embargo, según datos del RENAR en el país hay 1.376.000 armas registradas y existen sólo 640.226 usuarios identificados.

La mayoría de las armas que son ilegales fueron legales en algún momento, pero han terminado en el mercado ilícito por distintos mecanismos. De hecho, la gran mayoría de las armas utilizadas en delitos son ilegales. Aquí es probablemente donde radica la razón de los ciudadanos que defienden la posesión de armas.

Lo cierto es que, ya sea que se compre un arma siguiendo todos los pasos que requiere la ley (ver recuadro) o que se consiga en el mercado negro, el daño que causan es el mismo.

“Hay mucha inseguridad en el país y la verdad es que no confío en las personas que tendrían que cuidarme. Hay mucha corrupción y entre el miedo y la inseguridad se hace muy difícil llevar adelante la vida”, expresa Emiliano (40), vecino de Mármol que decidió comprarse un arma por protección.

Aclara, no obstante, que “hay que ser precavido y utilizarla con seguridad”. “Es bueno ir a algún tiro federal para adquirir experiencia”, sostiene.

Ricardo tiene 38 años y vive en Adrogué. Tiene una escopeta calibre .12 que pertenecía a su abuelo y, además, una pistola Bersa calibre .22 desde hace 15 años.

“La compré en otra etapa de mi vida por una cuestión de defensa y ahí quedó. No me siento más seguro con ella, ni tampoco la tengo encima en la vida cotidiana. Es más, desde hace años que no la uso. Una vez me asaltaron y no la tenía conmigo, pero la hubiera utilizado si hubiera tenido la oportunidad”, asegura.

“Yo tengo un arma desde hace muchísimos años”, comenta, por su parte, Alberto (64) de Rafael Calzada. “Mi papá tenía un pequeño campo en Florencio Varela donde teníamos animales de granja y, en ese momento, compramos un arma para seguridad en el caso de que alguien quisiera robarnos los animales. Por suerte nunca tuve que usarla, pero tenerla en la casa, bien escondida, me da tranquilidad y sensación de protección”, expresa el hombre.

Asimismo, aclara que la tiene “siempre dentro de casa”. “Hay mucha gente que la lleva encima mientras maneja o la lleva consigo. Yo no tengo tanta paranoia”, asegura.

No obstante, es necesario tener en cuenta que una de las principales vías de provisión del mercado negro de armas es, justamente, el robo y hurto de armas de civiles en casas particulares.

Se puede estar a favor o en contra, sentirse más seguros por portarlas o percibir el mismo peligro, lo cierto es que un arma sólo es capaz de brindar dos cosas, muerte y desolación. Su uso, además, tampoco garantiza la protección o defensa de aquellos que las utilizan sino, por el contrario, una mayor exposición en situaciones de riesgo.