Poco populares, pero igual de apasionantes


El eco de la voz del estadio resuena en el sofisticado túnel que conduce al campo de juego. Afuera, las cámaras japonesas de alta definición preparan sus flashes para acribillar a fotos a los protagonistas, que llevarán a cabo el espectáculo que se verá en todo el mundo. En los vestuarios, los jugadores se preparan para salir a escena. Se calzan sus entalladas camisetas, se mojan el cabello y lo embadurnan de aquel gel importado, ese que le dará forma al peinado que lucirán esta noche y que se comentará en los canales de televisión tanto como la gambeta o el gol que abrirá el marcador. Con suerte, alguna revista de moda se hará eco de su estilo y lo comentará en su nota central.

Los botines nuevos, de colores estrambóticos, esperan por ser el molde de aquel pie derecho que quedará en la historia de algún club. A la hora de salir a la cancha, los 22 protagonistas reúnen en aquel tunel valores en la moneda más cara del planeta. A la orden, pisan el verde y parejo césped y reciben los flashes de aquellas cámaras que, por un momento, los encandilan.

Ocupan el lugar que millones de personas alguna vez soñaron o siguen soñando ocupar, aquel cercano a la gloria y por el cual dejaron una gran cantidad de aspirantes atrás.

A la misma hora, por estos lares, Florencia se pone su camisa de juego, toma su bate y se junta con sus compañeras. Afuera, las esperan las tímidas instantáneas de las diminutas cámaras de fotos y los gritos de sus padres, ansiosos por verlas batear en uno de sus tantos partidos de softbol.

Lejos de los intereses económicos, la difusión y la pasión que despiertan los deportes más masivos, existe un mundo que para muchos es desconocido, pero que genera el mismo amor por la camiseta y el deporte. Se trata de prácticas que no han logrado popularizarse en el país, pero que en la región tienen su lugar.

Disciplinas como softbol, béisbol, críquet, bowls, equitación y pato, dan cuenta de un espíritu completamente distinto al futbolístico. Basados en la sencillez, el espíritu amateur, el amor al club de pertenencia y el sacrificio para cumplir las tareas semanales, los deportistas que los practican sólo esperan aquel momento de disfrute en el que se sale a la cancha.

La pasión es la misma, y no hay dinero ni publicidad que pueda cambiarla. No salir en televisión ni tener millones de espectadores no altera su sentimiento de pertenencia ni los valores transmitidos en el deporte que los apasiona, desde el más conocido hasta el más anónimo.

Softbol y Béisbol en Lanús. Los Leones y Las Leonas de Lanús son los únicos referentes de estos deportes en la región. En el caso de las mujeres, practican el Softbol. Los hombres, por su parte, juegan al Béisbol.

Carlos Seguí es el entrenador de las chicas y colabora también con el equipo masculino. Fue jugador de Béisbol con la camiseta de River Plate y hace más de 40 años que su vida está ligada a ese deporte. Haciendo historia, recuerda el origen de la práctica de la actividad en el distrito: “En diciembre de 1999, Eduardo Schutze, fundador de Los Leones de Lanús, comenzó este proyecto de enseñar Béisbol en la UNLA. Habló con la rectora de aquel momento y le cedieron el predio, con la esperanza de que se arrimara algún chico. Para su sorpresa, se acercaron un montón de pibes y quedó chico el lugar”, cuenta.

Es por eso que, luego de entablar conversaciones con las autoridades municipales de ese entonces, se comenzó a entrenar en el parque Eva Perón, lugar que sigue siendo base del Sóftbol y el Béisbol de la zona.

“En un primer momento, solo había tierra y piedras. Pero allí comenzamos a practicar y a crecer como actividad”, relata Seguí.

Sus inicios se remontan a 1973, cuando arrancó a jugar en River. “En ese momento, todos los clubes tenían al Béisbol entre los deportes amateurs”, asegura.

Y destaca: “Hace 42 años que tengo este bendito amor hacia este deporte. Nuestra suscripción está siempre abierta porque somos un polo inclusivo. En nuestro equipo de Béisbol tenemos cubanos, dominicanos, paraguayos, mexicanos, coreanos, es un crisol de razas. En Softbol también tenemos chicas dominicanas, bolivianas. Todo el mundo tiene las puertas abiertas. Estamos en constante captación de jugadores. Queremos que esto crezca como nunca”.

Para practicar Béisbol en la región, la única opción es Lanús. De otra manera, habría que acercarse a Flores, Caballito, Liniers, Ciudad Evita o Agronomía. El Softbol, por su parte, se practica en Berazategui, La Matanza o La Plata.

El Críquet, masivo en el otro lado del mundo. Deporte principal en Australia y Nueva Zelanda, entre otros, pero poco difundido en Argentina, es considerado el segundo más popular del mundo, detrás del fútbol. Un claro ejemplo de esto fue la alta asistencia del público en la última final de la copa mundial. Australia derrotó a Nueva Zelanda, y al estadio concurrieron más de 93 mil personas.

Diego Lord, presidente de la Subcomisión de Críquet del Lomas Athletic Club, jugó en la selección Argentina y disputó dos mundiales. Hoy sigue jugando para su club y es uno de los profesores. “El criquet se transformó en mi pasión, me gusta más que cualquier otra cosa en el mundo”, indica, luego de aclarar que anteriormente también jugaba al Hockey.

“Cuando era chico, era como un deporte de verano. En el invierno, todos jugábamos al Hockey y al Rugby en el club, y en verano al Críquet”, señala.

Y destaca los valores que busca transmitir el deporte. “No hay lugar para la mentira y la trampa, el árbitro siempre tiene la razón y los jugadores tienen obligaciones éticas y morales, cosa que no ocurre en otras disciplinas”, afirma.

A su vez, sostiene que es “apasionante” porque “hay que jugar mejor que el rival para ganar”. “En el fútbol, por ejemplo, se puede ser peor y obtener un resultado positivo. Acá no, si sos peor que el otro, perdés”, indica.

En el Lomas Athletic, alrededor de 60 chicos practican Críquet. Y, según precisó Lord, cuando se suma la colonia de verano, el número asciende a 200.

Bowls. Quizás se trate de una de las rutinas menos conocidas del país, ya que sólo se practica en cinco clubes: Lomas Athletic, Club Atlético San Isidro (CASI), Club San Martín y Ferrocarril Mitre.

Consiste en un juego similar a las bochas, que se disputa sobre césped y con bolas que tienen algunas de sus caras aplastadas. Cuando se largan sobre la superficie, describen una elipse. El objetivo es acercarlas a una bocha blanda, de menor tamaño que el resto.

“El juego consta de 4 bochas. Cada jugador tiene las suyas. Se juegan dos copas, una se llama Cunningham y otra Hollyman”, detalla Jorge Darío, integrante de la Subcomisión de Bowls del Lomas Athletic.

“Nosotros siempre convocamos a todos los socios del club y a amigos nuestros que quieran practicar el deporte. Los convocamos, les enseñamos y los hacemos participar. Somos alrededor de 50 personas, por lo general mayores de 40 años”, detalla.

Allí realizan torneos internos. Aunque, según sostiene Darío, también se desarrollan competencias inter clubes organizadas por la Federación Argentina de Bowls. “Hay abiertos de distintas disciplinas también. En este deporte, Argentina ha participado a nivel internacional en todos los mundiales”, precisa a Info Región.

En cuanto al ambiente que rodea el deporte, lo describe como “lleno de camaradería”. “Es un juego que te permite estar jugando, conversar con tu rival, fumarte un cigarrillo y tomarte un gin tonic. Como se juega de septiembre a mayo, los torneos suelen ser de 9 de la mañana a 5 de la tarde y, cuando terminan, se hace un tercer tiempo donde la pasamos muy bien”, afirmó.

Escuela de equitación en Avellaneda. También es una actividad poco común en la región. Lo cierto es que, de martes a domingos funciona en el Campo Hípico y de Pato Barracas al Sur un espacio para que los jóvenes y niños amantes de los caballos puedan montar y jinetear a gusto.

“Es una escuela donde se enseña a montar y a saltar. Empezamos en un nivel inicial hasta llegar a competir dentro de la escuela. Ese sería el nivel máximo. Una vez que los chicos aprendieron a montar, compiten representando a la escuela en concursos como práctica dentro del club y luego en otros lugares”, cuenta Romina Orfi, encargada del establecimiento.

A su vez, señala que allí asisten chicos de variadas edades. “Tenemos desde cuatro años hasta adultos. Los niños arrancan con ponis y, a medida que van creciendo y progresando, van avanzando”, sostiene. La escuela recibe hoy a 85 alumnos.

Con menos flashes y difusión que deportes como el fútbol, el tenis o el rugby, estas disciplinas poco comunes también han logrado abrirse paso en el país y la región ha colaborado en esa tarea. Epicentros de varias de las prácticas, los distritos de la zona son cantera de profesionales que practican deportes menos reconocidos, pero igual de exigentes y apasionantes.