Artistas de la región celebraron el Día del Músico


Un acorde, un instrumento o una melodía. Son el medio que tiene un artista para poder expresar lo que sale de lo profundo de su ser. Ayer los músicos celebraron su día, luego de una ley aprobada en homenaje a Luis Alberto Spinetta.

En ese marco, distintos reconocidos artistas de la región cuentan su vínculo con la música, la profesión y algunas anécdotas que jamás olvidaran.

Con el sello del barrio. Diego Demarco comenzó a cantar tangos de muy chico de la mano de su abuela, a los 6 años. Hoy tiene 45 y una larga carrera y trayectoria junto a Los Auténticos Decadentes, detrás.

En su adolescencia en el barrio de Turdera, ciudad a la cual le compuso una canción unos días antes de que naciera su hijo Lautaro, se enganchó con el punk rock. Luego se unió a Los Auténticos Decadentes y su vinculo con la música nunca se detuvo.



“Siempre fui bastante abierto musicalmente porque cuando era adolescente, si bien tenía esa rebeldía punk, escuchaba mucha música y me gustaba de todo. En los Decadentes vi que había mucha mezcla de estilos musicales y eso es muy difícil que suceda, por eso me gustó muchísimo”, sostuvo en diálogo con Info Región.

Señaló que en el primer show con los Decadentes fue en Pinar de Rocha y que por la vergüenza tocó “detrás del telón”. Al ser consultado sobre el show que más recuerda, puntualizó el realizado en El Palacio de Los Deportes en México, por la “enorme cantidad de gente”, aunque aclaró que “cada show tiene lo suyo y es especial a su manera”.



“Hoy a la música la tomo como algo más espiritual, más adentro mío, trato de disfrutarla yo. Es el arte más profundo que hay, la música te llega y es algo maravilloso”, concluyó.

Una vida para la Guitarra. Juanjo Domínguez tiene 65 años, es considerado uno de los guitarristas argentinos más grandes de la historia, y es oriundo de Burzaco. A lo largo de su vida ha compartido escenario con los más grandes de la escena nacional e internacional, desde el Polaco Goyeneche, Guaraní o Dyango.

“Mi acercamiento a la guitarra viene desde los 4 o 5 años. A los 6 ya empecé a estudiar conservatorio y me recibí a los 12 años de profesor. En ese momento todos los vecinos del barrio pusieron plata para comprarme una guitarra, porque en ese momento era muy difícil acceder a un instrumento. Yo tocaba con una guitarra prestada hasta ese momento. Hoy ese instrumento, mi primera guitarra, está en el museo Min-On de Tokio, Japón, al lado del violín de Niccolò Paganini y del piano de Frédéric Chopin”, retrata en diálogo con este medio.

Luego de varias agrupaciones durante la adolescencia, Juanjo se largó como guitarrista solista a los 24 años y desde allí la aventura lo llevó a situaciones inimaginables. Con más de 180 discos en su haber, recorrió el mundo con su música: Realizó 9 giras a Estados Unidos, 11 a Japón, Europa la conoce de punta a punta; también visitó Turquía, China, Costa Rica, Chile y Brasil.

“La música es parte de mi vida. Da vuelta en mi cabeza constantemente, estoy todo el tiempo creando. Ella vive en mí. La siento como una pasión que se transformó en trabajo, pero también la siento como un hobbie”, señaló Juanjo, quien bautizó a su hija con el nombre de Cecilia, como la patrona de la música.



Al ser consultado sobre la importancia de la guitarra en su vida, expresó: “Tuve un accidente grave una vez y lo primero que pregunté a los médicos era si podía tocar la guitarra, porque si no podía hacerlo para mí la vida no hubiera tenido significado”.

De Adrogué al mundo. Marcelo Mira toca la batería desde los 11 años. “Siempre me llamó la atención el instrumento”, retrata. Casi sin pensarlo, el bombo, el redoblante y los platillos iban a llevarlo por todo el mundo…

Fue baterista de Memphis La Blusera, la célebre banda encabezada por Adrián Otero. Sin embargo, todo comenzó de muy chico. “Siempre me llamó la atención el instrumento, desde cómo suena hasta la estética arriba del escenario. En ese marco, con unos amigos decidimos hacer un grupo, yo elegí la batería y a partir de ahí me fui asesorando y a escuchar todo lo que podía. Ahí arranqué. Tenía 11 años y al principio mi familia lo veía como una gracia, pero cuando vieron que iba a en serio me puse a estudiar”, contó a Info Región.

“La banda se llamaba Onda Corta y en los primeros recuerdos que tengo es de hacer música para cuatro o cinco personas en los ensayos. Luego… varios años después como recuerdo máximo que tengo es haber tocado con Memphis en el Teatro Colón. Me acuerdo que la orquesta empezó con una introducción y nosotros saliendo de a poco. Todavía conservo la camisa de ese show. Es algo irrepetible”, recordó quien también fuera baterista de Los Guarros cuando telonearon a los Guns N' Roses ante 50 mil personas en el estadio de River Plate.



Con respecto a su pasión por la música y a la batería, expresó: “Es algo que no puedo expresar en palabras, yo amo ese instrumento y hasta el día de hoy sigo aprendiendo, y de sacar cosas nuevas. Con respecto a la música en general, tengo cientos y cientos de CDs y me los pongo en el auto y trato de escucharlos a todos mientras manejo. Escuchar música me pone de buen humor y me saca de los bajones. Algunos necesitan oxigeno, yo necesito música”, finalizó.

Casi por casualidad, a sonar en todas las fiestas. Gustavo de Mendonca “paraba” en una galería cercana al ENAM de Banfield. En una oportunidad durante su adolescencia se programó un festival de música y ante la invitación de unas chicas de la escuela, él les inventó que tenía una banda y que les parecía “copado” participar de la jornada.

“Fui al almacén del barrio ubicado en las calles Rodríguez Peña y Almafuerte y les conté a mis amigos la inesperada situación. Juntamos gente y en 15 días armamos la banda. En esas juntadas locas salió el tema “Tomate un vino y olvidate”, arrancó de improvisto, de casualidad y terminamos tocando ante miles de personas y en muchísimas fiestas y programas televisivos”, explicó el líder Los Tulipanes.



Señaló que siempre tuvieron un público “familiero”. “Hace más de veinte años que venimos tocando, es algo increíble mirar para atrás y ver todo lo que pasó”, señaló.

Recordó que iban a la puerta de las escuelas y les daban a los chicos y chicas monedas para llamar a las radios y pedir por sus temas. “Les decíamos llama y decí ‘Hola soy fulanito de Banfield, queremos el tema de Los Tulipanes, gracias. La radio está buenísima’. Hacíamos 50 llamados por día y llegamos a estar primero en todas las radios del país, siempre peleándola”, expresó entre risas

“Ese día que nos juntamos con los chicos para armar esa banda de improvisto lo que menos pensé fue que se iba a convertir en parte de mi vida. Mi viejo mecánico y mi vieja ama de casa, nadie en mi casa era músico. Hoy es mi fuente de trabajo, mi alegría, es sentirme vivo. Si pasa mucho tiempo sin salir a tocar siento que estoy muerto. Arriba del escenario me siento en mi lugar en el mundo”, expresó.

Hernán Ferraro