Mes de Carnaval: una tradición que también tiene su fiesta en la región


Diversión, compañerismo, entusiasmo, baile y emoción, que se conjugan con brillos, lentejuelas, colores y destellos que iluminan la noche. Son varios los sentimientos, valores y vivencias que en las plazas, calles y clubes de la región comienza a despertar, por esta época, el carnaval.

Es que, en el segundo mes del año, el clima festivo y familiar se contagia entre hombres y mujeres de todas las edades. Mientras que, detrás de escena, la pasión y el esfuerzo de aquellos que forman parte de las murgas y comparsas, le ponen color y alegría a una fiesta gratuita y popular.

Mucho tiempo ha pasado de aquellos días en los que el desfile de murgas y comparsas era mal visto por los fundamentalistas de las buenas costumbres. Hoy, la fiesta carnavalesca representa también la recuperación del espacio público, el rescate de la calle para transformarla en terreno socializador.

Es febrero y el rey Momo también se presenta por estos lares, dando lugar a una fiesta de la alegría, un candombe popular con folclore propio que a lo largo de los años se ha ido adaptando a las épocas que corren, pero que siempre se ha caracterizado por una cuestión en particular: el culto al absurdo, a lo ilógico e inadmisible de cabezudos paseándose por las calles junto a carrozas con reyes o sirenas. ¡Démosle, entonces, la bienvenida!



Un nuevo florecer. Si las murgas fueran como las flores, febrero sería entonces la primavera del carnaval... Las plazas comienzan a llenarse de chicos y no tan chicos, de hombres y mujeres que se lanzan a celebrar esta tradición que, además de ser popular, data de más de cinco mil años en casi todo el mundo y tiene una particularidad: su carácter lúdico.

En la región, como todos los años, las murgas y comparsas se preparan para el desfile. Todas buscan superar lo actuado en la fiesta anterior y potenciar el desafío, renovando la puesta en escena, por lo que el trabajo comienza -por lo general- seis meses antes de las presentaciones, teniendo en cuenta la elección de la temática, la fabricación de los trajes y los ensayos.

Ese es el caso de Espíritu Cascabelero, agrupación de Lanús que este verano presentará su obra “El Juicio”. “En ella, cada integrante ocupará un lugar y representará a un miembro de la sociedad. Con bailes y gritos se dirán todo lo que no se dicen, se acusarán por todo lo que hicieron mal”, adelanta Damián Cacace, integrante de la murga que este fin de semana comienza sus presentaciones en la plaza Sarmiento, en 9 de Julio al 1900.

Si bien los va a ver “gente de todo tipo”, todos ellos tienen una cosa en común: “conocen los espectáculos y el manejo de la murga”, asegura Cacace.

En Espíritu las cosas se deciden en conjunto. “Tenemos una organización muy horizontal”, enfatiza y aclara que “además, el show es gratuito”, resaltando que ese aspecto es uno de los lemas del grupo murguero que nació a fines de los ‘90 y que hoy cuenta con más de 70 integrantes. “Serán noches de mucha alegría, con espectáculos, venta de buffet y disparos de espuma de nieve. Venimos trabajando en la presentación desde el invierno pasado y estamos muy contentos”, expresó.



Comparsa familiar. Kilómetros más al sur, en Burzaco, una comparsa también espera lucirse. Se trata de Los Ángeles de la Noche, una agrupación fundada por Rubén Riciotto, un romántico de la tradición que, a sus 59 años, se jacta de que a su grupo lo componen un círculo de familias.

A diferencia de la murga, la comparsa se compone de mayor cantidad de integrantes. “Nosotros buscamos imitar, salvando las distancias, lo que ocurre en Entre Ríos y una murga es la fiesta que tiene lugar en la ciudad de Buenos Aires”, explica Riciotto. Los Ángeles fue fundada en 2003 y actualmente se integra por casi un centenar de personas.

“Hace diez años que estamos en la comparsa, pero mi vínculo con el carnaval ya venía de antes, desde mi infancia”, aclara.

El momento actual es propicio para el derrame de carnaval. Riciotto sostiene que, a diferencia de otros años, la sociedad “ahora está más abierta” para este tipo de actividades, que él considera “artísticas”. “Es que los carnavales siempre fueron mal vistos. El deseo de cambiar eso fue un poco el leitmotiv de la creación de Los Ángeles”, cuenta.



El reconocimiento. Desde todas las agrupaciones coinciden en que los decretos presidenciales que establecieron los feriados de carnaval “han estimulado el movimiento carnavalesco”. Pero Riciotto no se queda con eso solo y apuesta a más. “Estoy pidiendo para, además de los clubes y plazas, hacerlo en las calles, para que forme parte del arte popular”, asegura.

Casi a la par, Cacace celebra que “hay una política de Estado que impulsa el desarrollo de las murgas”. “Una de las luchas que veníamos teniendo era esa. Un montón de murgas pedían por el feriado de carnaval y por la baja del decreto de la dictadura. A nosotros nos vino bárbaro”, admite.

Cuenta que, años atrás, cuando se juntaban en la plaza, desde la Comuna los echaban. Ahora la cosa ha cambiado. “Últimamente muchas murgas están siendo reconocidas como tales. Desde la Secretaría de Cultura de Lanús, por ejemplo, se fueron acercando para ver qué hacíamos. Entonces, empezaron a trabajar con nosotros”, apunta Damián.



Voces que pueden hacerse escuchar. Aunque el carnaval siempre estuvo relacionado a las clases populares, hoy pareciera adquirir un nuevo rol: suele actuar para muchos como espacio de contención.

“Hoy no existe una cuestión clasista porque participa gente de muchas clases sociales, pero sí es cierto que a los pibes que tienen menos recursos, menos posibilidades, la murga les sirve mucho de sostén”, explica Cacace.

Marcelo Di Fraia, director de la murga Los Renegados de Burzaco, manifiesta una postura similar. “Con esto saqué a mucha gente de la calle, a mucha gente de la droga, por eso también creo que es un espacio que contiene a los pibes”, expresa.

Y, conscientes de la realidad social en la que están insertos, llevan a cabo actividades solidarias para solventar a los que menos tienen. “Hacemos actos a beneficio para otras agrupaciones”, expresa.



Batucadas de corazón. ¿Por qué una tradición como el carnaval perdura tanto en el tiempo? Esa es una de las preguntas que Di Fraia intenta responder. Y aunque no encuentra palabras para describir lo que siente cada vez que el bombo y el platillo resuenan a su alrededor, está seguro de que “el sentimiento murguero y la alegría carnavalesca seguirán a través del tiempo”.

Para el director de Los Renegados, “hay que volver a la calle”. “El carnaval tendría que seguir manteniéndose y hacerse en la calle, como antes, cuando el desfile era sobre adoquines, entre payasitos lanza agua. Nosotros lo hacemos de corazón”, remarca.

Y seguro sea esa la mejor respuesta. Aunque el inicio de los festejos haya tenido relación con un tiempo religioso vinculado a la cuaresma cristiana, su extensión a lo largo del tiempo y su manera de perdurar quizás se deban a la forma en que la sociedad ha adoptado el festejo: permitiéndose un espacio para el juego y la deshinibición y haciendo que la fiesta deje recuerdos y anécdotas en todos los tiempos.



Walter Sosa