Estrés post vacaciones: el duro trance de que todo empiece otra vez


Cuando se comienza a armar el bolso, en ese momento pre- retorno, la sensación de malestar aflora y la frase retumba en la cabeza como anticipando el desenlace que, se sabe, es inevitable: “se terminó la buena vida”.

Y es cierto: lo bueno dura menos de lo que siempre se quiere, y esto corre también para las vacaciones. Cuando en el calendario se tacha el último día, la cabeza –a veces más rápido que el cuerpo- retoma su ritmo habitual de pensamientos y repaso de obligaciones: hay que volver a preparar el uniforme o el traje, programar el despertador, cambiar la tranquilidad por las bocinas; el verde o la playa por el tránsito, los semáforos, las filas y las esperas; y el relax y el ocio por las presiones de la vida diaria.

Para muchos, este cambio es natural, pero otros lo padecen un poco más de la cuenta. Según los especialistas, este quiebre de ritmos puede generar en algunos organismos un trastorno al que se define como “sindrome de estrés post-vacacional”, que provoca una sensación donde la angustia, la falta de concentración y los malestares físicos pueden ser las marcas.

Según explicó a Info Región la psicóloga Ana María Domínguez (MN 9670, MP 70276) si bien “no son muy comunes las consultas puntuales por estrés post vacacional”, “alrededor del 75% de las personas que recurren al psicólogo lo hacen por estrés” y muchos lo hacen cuando el año arranca otra vez y sienten el yugo de esa inevitable necesidad de re- acomodarse a la rutina.

“El estrés es una reacción del cuerpo y de la mente que las personas no pueden resolver por mecanismos comunes. Responde a cuadros de readaptación a una nueva situación, en este caso, volver a las actividades cotidianas”, señaló la licenciada a este medio, al tiempo que destacó que este tipo de síndrome tiende a aparecer en “personas que no han resuelto asuntos pendientes”.

“En vacaciones la gente se ve alejada de su entorno, ya sea social, laboral o afectivo y tener que volver, a veces, genera tensión”, explicó.

Según explicó Domínguez, el fin del periodo de descanso implica “que se empiecen a activar mecanismos para retomar las obligaciones” lo que muchas veces nos enfrenta a una “desorganización mental a la cual la persona no se termina adaptando”.

“Vuelve nuevamente a la tarea cotidiana y es como volver a retomar situaciones que consciente o inconscientemente tienen que resolver y eso alimenta más la conducta de estrés”, detalló

De acuerdo a lo que marcan los profesionales de la salud mental, el estrés post vacacional puede generar síntomas como “desgano, falta de interés, cansancio, dificultad de concentración, de atención, dolores corporales como dolor de cabeza, de espalda y ciertos problemas digestivos”.

Remarcan, en tanto, que la vertiginosidad de estos tiempos también influyen para que aumente la incidencia de estos problemas.

“Como profesionales observamos que toda la conflictividad que haya a nivel laboral, el entorno, el tráfico y la inseguridad influyen”, resaltó Domínguez.

Algo termina, todo comienza. Según advirtió a este medio el médico clínico Hugo Manso, (MP 221260) el estrés post-vacacional puede ser “normal o patológico”.

“En realidad es una reacción normal entre una emoción y una acción. El punto es que se vuelve patológico cuando uno no puede vehicular esa acción”, señaló.

Para el médico, “cualquier pérdida, en este caso las vacaciones que se terminaron o que parecieron insuficientes, implican un duelo”.

“La situación puede ser normal si uno logra adaptarse a todo eso que generó el disconfort. Ahora se vuelve patológica si no le encontramos la vuelta”, apuntó.

“La susceptibilidad a este cuadro tiene que ver con la respuesta vivencial que tiene cada uno sobre la situación, tiene que ver con la estructura psíquica, además de la experiencia previa y de predisposición personal”, señaló Manso, que agregó que hay quienes desarrollan síntomas agudos como, inclusive “taquicardia, palpitaciones, sensación de muerte inminente o sensación de insuficiencia respiratoria”.

“En mi consultorio se atienden docentes, que al inicio de la etapa laboral y hacia fines padecen estrés por distintas causas. Una de ellas es el cambio de rutina”, explicó.

La médica psiquiatra Natalia Corrado (MP 228645) también destacó cómo impacta “el contexto en el que vive el paciente” y dentro de él “las condiciones laborales, el contexto familiar, y todo lo que hace a la vida de las personas fuera de su trabajo”.

“A todos nos cuesta volver del descanso, del paseo y del disfrute de una vida relajada pero para que se trate de una cuestión patológica tienen que ver otras cosas. Tal vez las condiciones laborales no son las mejores, la persona puede estar mal paga, sentir una falta de valoración o trabajar muchas horas. En ese caso es la situación laboral la que potencia el malestar”, indicó.

“La realidad es que en la actualidad estamos disconformes con muchas cosas”, sostuvo Corrado, y con ella coincidió Domínguez.

“Hoy por hoy hombres y mujeres están sometidos a mucha presión y exigencia. Por eso este tipo de problemas se ve más”, destacó la psicóloga que agregó que el estrés puede atacar en la actualidad a “personas de todas las edades”.

Arrancar (y sobrevivir). Lo cierto es que después de las vacaciones la vida continúa y esto, lejos de ser trágico es lo mejor que puede pasar. Retomar el trabajo, volver al entorno cotidiano, reactivar los compromisos y proyectar. Pero, ¿cómo se hace entonces para arrancar sin que cueste tanto, o, lo que es más importante, sin que el cuerpo y la mente se resientan?

Tanto médicos como psicólogos sostienen que en estos tiempos hay hábitos que son nocivos y que son los que terminan provocando el estrés, un padecimiento al que se considera una de las epidemias del Siglo XXI (ver aparte).

“La gente no descansa, no duerme bien, yo observo en mi consultorio que los que se tienen que levantar a las 6 de la mañana, se acuestan a la 1. La falta de descanso es también un factor incidente para tanta problemática nerviosa y de estrés emocional pero a la gente le cuesta tomar conciencia”, explicó Domínguez.

Entre las pautas para evitar esto y combatirlo, entonces están “dormir 8 horas diarias, realizar actividad física, tratar de llevar una buena alimentación”, y fundamentalmente “tomar consciencia del problema y pedir ayuda”.

“Se debe recurrir a un profesional, pero también acomodarse y aceptar, que es lo que a la mayoría de los argentinos nos cuesta, no aceptamos las cosas que nos pasan”, concluyó Domínguez.

El despertador suena, y con él se despierta la mente de un salto y empieza a procesar la información de lo que viene, de lo que hay que hacer y de los objetivos que en este nuevo periodo se deben cumplir. Salir a la gran ciudad otra vez, enfrentar el caos del tránsito, sobrevivirlo, llegar a la oficina, ver otra vez a los compañeros, a los jefes, abrazar la tarea de todos los días que había quedado minimizada detrás de la inmensa ilusión de las vacaciones, pero hoy se contempla otra vez en su real dimensión...

La vida sigue, el año empieza y cuidar la salud, entonces, será la clave para poder transitarlo con bienestar.



Mara Dal Lago