Hombres y mujeres que dejaron su huella y su legado en nuestras ciudades


Hay personajes con los que nos topamos todos los días y, sin embargo, a veces pasan desapercibidos. Son grandes figuras que forman parte de otro tiempo, aquellos que forjaron nuestras ciudades y de los cuales quedaron sus emblemáticos nombres, que se hacen presentes en calles, centros de salud, plazas y algunos monumentos. Lo cierto es que es muy poco lo que se sabe de ellos, los motivos que los impulsaron a hacer algo por sus pueblos –hoy nuestras ciudades- e incluso sobre el legado que dejaron.

Cada huella en las calles que los recuerda y homenajea contiene una gran riqueza histórica y se volvió un hito de identidad a lo largo de los años. Así, resulta enriquecedor conocer por qué la plaza Grigera fue bautizada como tal o cuál es el motivo de que Canale sea la denominación de uno de los pasajes más pintorescos de Adrogué.

Más allá de los bautismos en honor a los grandes próceres nacionales, que se conocen desde la escuela primaria, muchos otros tienen que ver con vecinos destacados o pioneros locales de cada distrito que, sin ser tan conocidos, han sido fundamentales en la historia de sus ciudades. Nuestra región tiene los suyos.



Son salud. Se iniciaba el siglo XX y Lomas de Zamora aún no contaba con ningún hospital.

Es por eso que una vecina de la zona, Luisa Cravenna de Gandulfo, advirtió la necesidad urgente de tener un centro de salud propio y en 1902 le hizo saber al entonces intendente Manuel Castro que estaba dispuesta a donar una manzana de su propiedad para construir un hospital.

La donación se concretó el 13 de febrero, cuando Doña Luisa le otorgó a la Municipalidad un terreno de 12.532 metros cuadrados entre las calles Balcarce, Cevallos, Sarandí y Las Piedras.

“Tanto Luisa como su esposo, el corredor de bolsa Pedro Gandulfo, podían categorizarse como filántropos. Pedro tenía propiedades del lado oeste y del lado este, donde se alzaba el Hipódromo del Lomas Jockey Club entre 1904 y 1910”, comenta el coordinador de Investigaciones Históricas del Museo Americanista de Lomas de Zamora, Luis Letizia, en diálogo con Info Región.

En junio de 1902 se colocó la piedra fundamental del Hospital y el 9 de julio de 1906 se inauguró el entonces llamado “Hospital de Caridad”, que atendió a su primer paciente casi dos meses después, el 30 de agosto.

El nombre del primer cirujano del hospital, Bartolomé Calcagno, es ahora una calle lomense. Mientras que el mismo homenaje le hicieron al Dr. Juan Garona, director a partir de 1910, cuando el hospital se municipalizó.

El 12 de febrero de 1915, por resolución oficial del Municipio, el hospital pasó a llamarse “Luisa C. de Gandulfo”, como reconocimiento a sus donaciones. “Es un personaje muy importante de la historia lomense. Luisa fue una persona que siempre ha estado atenta a todo lo que tenga que ver con el bien común”, indica el historiador y periodista Carlos Liotta.

“Fue una dama de bien que siempre estaba dispuesta a brindar una mano”, señala Liotta y agrega que “un dato interesante es que la fachada principal del hospital se mantiene casi igual que la casa original”. “Por los deterioros del tiempo, se ha generado alguna que otra modificación, pero prácticamente es igual”, indica.

Otra mujer que dejó un gran legado en la salud de la región fue Sofía Terrero de Santamarina. Su esposo, Enrique Santamarina, cedió terrenos de su propiedad y de su “Club Social” para la fundación del partido de Esteban Echeverría, en 1913.

Doña Sofía, al igual que su esposo, colaboró constantemente en obras de bien público, sobre todo relacionadas a la salud. El 19 de marzo de 1930, de hecho, donó y equipó la sala de primeros auxilios San José, que sería el primer hospital de la zona, hoy transformado en un centro cultural.

El Hospital San José fue el centro de atención público del distrito hasta 18 de diciembre de 1976, cuando se inauguró un nuevo policlínico municipal bautizado como Sofía Terrero de Santamarina.

Si bien no tiene el mismo arraigo con la región, la primera médica del país, Cecilia Grierson, es parte importante de esta zona del Conurbano.

“Ella fue parte de la primera colonia de escoceses que en 1825 llegaron y se instalaron en Santa Catalina”, resalta Liotta y afirma que Grierson “es muy recordada, porque fue nada más y nada menos que la primera médica con identidad argentina”.

En la calle Alberdi de la localidad de Guernica, Presidente Perón, hay un imponente edificio que lleva su nombre. “El hospital de Presidente Perón fue llamado Cecilia Grierson para homenajearla y reivindicarla como una figura que estuvo y trabajó al servicio de la ciencia”, indica el historiador.

En Almirante Brown, en tanto, otro gran doctor hoy es emblema de un centro de salud que lleva su nombre a modo de homenaje. Lucio Meléndez (1844-1901) fue el primer docente de psiquiatría de Buenos Aires y participó en la Guerra del Paraguay como flebotomista y médico general. Luego formó parte de los servicios de asistencia pública obligados por las epidemias de cólera y fiebre amarilla de 1869 y 1871. Se lo llamó “el bautista de la psiquiatría argentina”.

Meléndez había nacido en La Rioja y pasó sus últimos días en Adrogué, donde se encuentra el actual Hospital Zonal General de Agudos Dr. Lucio Meléndez.

El historiador y profesor de Almirante Brown Daniel Chiarenza comenta que Meléndez “vivió en la zona de Burzaco a principios del siglo XIX y sus tierras están en ese lugar, era dueño de un gran lote. Sus herederos donaron los terrenos para que se construya allí el hospital”.



Son caminos. La cantidad de calles que llevan el nombre de figuras históricas locales es infinita, y cada historia guarda sus particularidades. Al doctor Meléndez, por ejemplo, también se le adjudicó una calle de dos cuadras de extensión, que corre casi paralela a la Avenida Tomás Espora.

Espora, a su vez, lleva su nombre en honor al primer marino argentino que dio la vuelta al mundo, quien además participó de la Guerra por la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata durante la primera parte del Siglo XIX, bajo el mando del almirante Guillermo Brown, que le da nombre al distrito.

Entre otros próceres nacionales que se ven a diario en las calles más importantes de la región, Francisco Laprida se destaca en Lomas de Zamora.

“La calle Laprida fue y es el eje de las Lomas de Zamora a través de los tiempos. Era la parada ferroviaria y el edificio, calle eje que sirvió para indicar a algún forastero que quería llegar a Lomas. Era ‘Laprida y la estación’ o ‘Laprida y la avenida’. Esos íconos se van transformando con los años y quedan como una referencia definitiva”, describe Liotta.

Lo cierto es que, según cuenta Letizia, anteriormente a la actual peatonal se la llamaba Calle del Progreso. “Ponerle su nombre tuvo que ver con una decisión que se tomó el 13 de marzo de 1876: se decidió que las calles y avenidas del distrito tengan el nombre de personajes que tuvieran que ver con la independencia y la emancipación de los pueblos”, explica.

Pero no todos los personajes que le prestan su nombre a las calles o avenidas de la región lucharon por la libertad o la independencia del país, también hay quienes aportaron en materia de planificación e infraestructura.

Por el año 1840 llegó a la Argentina un fotógrafo norteamericano de origen irlandés, Francis Meeks. Ya instalado en Buenos Aires, tuvo tres hijas: Clementina, Rosario y Lila, y un hijo llamado Francisco José Meeks, nacido en 1859.

Este último fue un personaje muy especial en la zona. Fue propulsor de unir Temperley y Lomas por medio de una calle paralela a las vías del ferrocarril, dado que los senderos que unían ambos lados atravesaban su quinta y la de la familia Del Arca, lo que hacía el camino muy dificultoso.

Es así que decidió ceder esa franja de tierra a la Municipalidad, además de donar los adoquines que correspondían al frente de su quinta. Del resto se hicieron cargo los vecinos y el Municipio. Se impusieron algunas condiciones, como la prohibición del tránsito de vehículos, carretas, carros y todo tipo de tránsito pesado; y que la Municipalidad se comprometa a barrer la calle y colocar plantas de acacias cada 12 metros. Hoy la avenida lleva el nombre de Meeks a su pedido.

Don Francisco fue, además, tesorero del Municipio y llegó a comisionado de la Municipalidad de Lomas de Zamora. “Era un estanciero, una persona que tuvo posibilidad de intervenir en la venta de ferrocarriles provinciales cuando fueron vendidos a los ingleses, razón por la cual tuvo grandes ingresos económicos que le propiciaron comprar grandes terrenos y propiedades. Entre ellas, una es la que se ubica en Lomas de Zamora, cuyas amplias dimensiones van desde las vías del ferrocarril hasta la actual avenida Hipólito Irigoyen, que anteriormente se llamaba Camino Real”, relata Letizia.

Asimismo, justifica que se le haya puesto su nombre a la avenida, ya que anteriormente “el único acceso de comunicación entre Lomas y Temperley era la calle Hipólito Irigoyen, entonces gracias a lo que hace Meeks, quedó abierta la comunicación interna entre los dos pueblos”.

Así, fueron muchos los hombres y mujeres pioneros de la zona que, con energía y audacia, dejaron su marca en la historia regional y contribuyeron a alzar las ciudades tal y como las conocemos hoy.

Un pueblo es construido por sus propios habitantes y, entre ellos, están los que por diferentes razones se han destacado. Personajes que son parte de la memoria, la identidad y que hacen a la pertenencia de un lugar.