Riesgos de un hábito peligroso


Entre febrero de 2012 e igual mes de 2013 se expendieron 180.000.000 de medicamentos de venta libre en el país, según un informe del Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos (SAFyB). Tales cifras indican que los argentinos adquirieron en el período apuntado un promedio de 500.000 envases de medicamentos de venta libre por día. Lo preocupante es que, según un relevamiento realizado por la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), un 82 por ciento de la población se ha automedicado con esas drogas y, lo que es más grave, la mitad de ellos admitió desconocer los efectos adversos de aquello que ingieren.

Si bien en diciembre de 2009 el Senado aprobó la ley 26.567 que prohíbe el expendio de medicamentos (incluso los de venta libre) fuera de las farmacias, la tendencia a la automedicación sigue siendo una realidad que preocupa.

“Existe un número alto de la población, aproximadamente uno de cada cuatro argentinos, que consume sin prescripción médica. Algunos lo hacen con una vieja receta médica, que no se siguió controlando y que la vienen utilizando, no hace meses, sino hace años. Muchas veces por tener un médico amigo o farmacéutico, se sigue obteniendo los medicamentos y eso puede llegar a ser muy peligroso”, apunta la médica psiquiatra Verónica Mora Dubuc, vicepresidenta del área de Juego Patológico y Adicciones Comportamentales de la Asociación de Psiquiatras Argentinos.

Si a la facilidad para adquirir medicamentos de venta libre -sin necesidad de receta o prescripción médica- se le suma que los mismos hayan sido “prescritos” por el vecino, el familiar o aquel otro que probó con tal o cual droga y le “hizo bien”, los cócteles se transforman en una bomba de tiempo a punto de estallar.

Según los profesionales consultados, el uso inapropiado de medicamentos, por la falta de regulación que existe en el mercado farmacéutico y el bombardeo publicitario, además de no lograr el efecto deseado, puede llegar a ocasionar adicciones y hasta la muerte por intoxicación.



Tomar conciencia. El Instituto Argentino de Atención Farmacéutica (IADAF) y el SAFyB advirtieron, en un informe difundido en 2012, que “ocho de cada diez mayores de 18 años se auto medica” y el 50 por ciento de esa población “toma medicamentos en forma incorrecta”.

Es que, uno de cada tres fármacos comercializados en el país es de venta libre, según estima el Instituto de Estudios sobre Políticas de Salud (IEPS).

Así, los analgésicos, junto con los antiácidos, ansiolíticos y antialérgicos, son los medicamentos no prescriptos más usados y, aunque su consumo está visto como algo natural, los riesgos de la automedicación son enormes.

“Es muy importante aclarar que el acto de medicar es parte de una estrategia terapéutica que está vinculada con lo clínico y lo profesional. Es parte de una evaluación del estado de salud de una persona”, señala el presidente de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA), Horacio Vommaro.

Asimismo, afirma que la auto medicación “es un consumo de alguien que desconoce los efectos de una droga y que sólo tiene en cuenta una situación, como el insomnio, la ansiedad o la angustia, desconociendo las causas que pueden provocarle esos síntomas o trastornos”.

“Está comprobado que las benzodiacepinas (medicamentos psicotrópicos que actúan sobre el sistema nervioso central, con efectos sedantes, ansiolíticos o miorrelajantes, como relajantes musculares) no son la mejor medicación para el insomnio. Pueden ayudar a dormir, pero provocan un sueño que no es reparador para el organismo”, ejemplifica.

Por su parte, el presidente del Colegio de Farmacéuticos de Lomas de Zamora, Leonardo Fernández, ratifica que “el 80 por ciento de la gente se automedica”, y sostiene que “los medicamentos de venta libre tienen efectos adversos y contraindicaciones con otros fármacos o alimentos”. “No existe el medicamento inocuo”, resalta.

Según indica, el primer error es auto diagnosticarse: “A raíz de lo que creen que tienen, las personas deciden automedicarse con algún producto, sin saber a ciencia cierta si están en lo correcto”.

Otro riesgo de la ingesta de medicamentos no recetados, según advierten, es que “pueden enmascarar algún síntoma que complique después el diagnóstico del médico”.

“El médico lleva un algoritmo de trabajo en cuanto a cómo se comporta una patología y, por ejemplo, la patología para llegar a un diagnóstico puede ser la fiebre o el dolor. Si alguien está consumiendo un antipirético que suprime la posibilidad de tener fiebre, puede dificultarle el diagnóstico al médico, y así se complica aún más el cuadro de salud del paciente”, explica.

Al hospital Gandulfo de Lomas de Zamora son varios los pacientes que llegan con cuadros de intoxicación, como producto de la mezcla de drogas. “En la guardia se atienden muchos casos de pacientes que mezclan pastillas o medicamentos, y lo peor de todo es que se genera una conjunción de medicamentos que quizás no tenga nada que ver con el problema a tratar. Muchas veces no te confiesan que lo hicieron y los cuadros se complican el doble”, señala la directora del centro de salud, Nancy Gaute.

Para Vommaro, estas situaciones se dan porque “no hay conciencia de la importancia del cuidado de la salud”. “Si uno ve las encuestas que se hacen sobre algunos sectores de la sociedad, no aparece la salud entre las primeras causas de cuidado o preocupación”, indica.



Publicidad y malos consejos. Según un estudio del Colegio de Farmacéuticos de Lomas de Zamora, el 24 por ciento de la pauta publicitaria emitida en junio de 2013 en canales de aire corresponde a medicamentos de expendio libre (ver recuadro). En tales anuncios se suele ver a algún famoso, generalmente actores con gran credibilidad, que recomiendan tal o cual producto. Lo mismo que puede hacer un amigo, pariente o vecino.

“Hay una gran parte del consumo que va por fuera de las indicaciones médicas, es decir una vecina le recomienda a otra un comprimido que le hace bien para dormir y ésta lo toma. De esta manera, en el boca a boca se genera un consumo muy difundido por fuera de las prescripciones médicas”, describe Vommaro.

Las motivaciones que llevan a que una persona utilice fármacos sin la consulta previa a un profesional son múltiples. “La gente se automedica con los medicamentos que reconoce de alguna u otra manera, ya sea porque ya tuvo una experiencia previa con ese medicamento, porque lo ve en alguna publicidad o porque se lo recomienda un tercero. Esas son las principales causas”, define Fernández.

“Tienen la creencia de un síntoma recurrente y piensan ‘debo tener lo mismo que tuve hace tres años, entonces ¿para qué voy a ir al médico si ya sé lo que tengo que tomar?’”, analiza y advierte que “casi un cuarto de la torta publicitaria corresponde a la oferta de medicamentos, lo que influye mucho en la decisión de medicarse”.

“No pueden estar en las góndolas como si fuesen golosinas. Lamentablemente nos falta mucha educación con respecto a este tema”, sostiene el titular del Colegio de Farmacéuticos lomense.



Un mercado con pocas reglas. En 1991 se firmó un decreto de desregulación económica que generó ciertas facilidades para el mercado farmacéutico.

Esta norma flexibilizó las condiciones de habilitación de las farmacias en el territorio nacional, autorizó la venta de medicamentos sin receta fuera del ámbito de las farmacias, y extendió la autorización para la importación de medicamentos a farmacias, droguerías, hospitales públicos y privados y obras sociales.

“Eso también trajo aparejado un mal concepto de venta libre”, opina Fernández y justifica: “Porque no quiere decir que se puedan vender en cualquier lado, como lamentablemente pasa en Capital Federal, donde no está regulado”.

Define, por el contrario, que venta libre “quiere decir que no se necesita prescripción médica para adquirirlo”, aunque aclara que “siempre hay un profesional -si se adquiere en la farmacia- que puede orientar y decir ‘este medicamento no lo debe tomar sin antes acudir al médico’”.

Lo cierto es que la facturación de la industria farmacéutica sigue en aumento. En 2010, un estudio del Instituto de Estadística y Censos (Indec) registró un aumento del 21,7% en el mercado. El colapso en el sistema de salud, que hace que muchas veces se evite la visita a un profesional o a una guardia médica, sumado al bombardeo publicitario, la cantidad de información disponible en internet sobre cualquier patología y la arraigada costumbre de “aconsejar” sobre medicación hacen que el remedio se torne, en casos, más peligroso que la propia enfermedad.