La biblioteca de Luis Guillón inauguró su centro cultural


Al mismo tiempo en que celebraba su 50º aniversario, la biblioteca Florentino Ameghino de Luis Guillón inauguró su centro cultural Brígida Walsh. Anabella Manoukian, secretaria de la comisión y nieta de una de las fundadoras, explicó que esto les permitirá darle un espacio propio a las muchas actividades que realizan.

La biblioteca popular Florentino Ameghino de Luis Guillón cumplió 50 años. Pasó mucho tiempo desde que fue inaugurada en un garaje alquilado para albergar los primeros 1000 libros hasta el día de hoy, que cuenta con 27 mil volúmenes y un recinto propio que fue ampliado varias veces con el correr de los años y acaba de inaugurar su centro cultural.

Anabella Manoukian, secretaria de la comisión y nieta de una de las fundadoras, en diálogo con Info Región, valoró la ampliación de la institución con la construcción del centro cultural. “Cada vez queda más chico para la cantidad de gente que se viene sumando. Se da tango, folklore, y son actividades que requieren de más espacio”, consideró.

“Hace unos años diversas actividades culturales se vienen realizando apretujadas en el salón de la biblioteca y entonces nos permitimos soñar con un centro cultural, donde se pudiesen expresar las artes, realizar exposiciones, teatro, conferencias, conciertos, y tantas cosas más. Donde no haya necesidad de trasladarse a otros lugares, que esté cerquita, que sea accesible a todos”, comentó en su discurso durante el acto por el aniversario.

Según explicó Anabella, el centro cultural Brígida Walsh toma su nombre de su abuela, una de las fundadoras de la biblioteca popular. “Ella era bibliotecaria; vivió hasta los 101 años y hasta los 97 estuvo atendiendo la biblioteca”, rememoró, y agregó: “Trabajé en la biblioteca desde los 14 años y hasta los 21, y después quedé en la comisión, pero soy licenciada en bibliotecología, así que seguí sus pasos”.

Brígida, junto con Elena de Flamarión, dueña en aquel momento del colegio Mariano Moreno, fueron quienes tuvieron la iniciativa al notar que para conseguir libros debían movilizarse hasta la capital federal. En la tarea de fundar la institución, las mujeres se encontraron con otros vecinos en la misma situación que se fueron sumando a su causa. “Le pusieron mucha voluntad, averiguaron cómo era la organización y después ella fue la que atendió durante muchos años, hasta que falleció, ad honorem. Yo desde chica colaboré y después estuve al lado de ella. Evidentemente la vocación se transmitió”, concluyó Anabella.