Elegir qué comer, pero con conciencia


"Estoy orgullosa de que en mi heladera no haya sangre animal. Lo vivo así y me siento bien conmigo misma. Incluso trato de usar productos de limpieza o cosmética que no estén desarrollados con productos derivados de animales”, resalta Gimena Figueroa, que elige ser vegetariana por sus convicciones éticas contra la matanza de animales.

Daiana Ganino es vegetariana desde hace ocho años y hace cuatro meses que comenzó su transición al veganismo, en su caso por considerarlo una forma “más saludable” de alimentarse. “Elijo no comer ningún derivado animal porque aprendí los procesos que conlleva la digestión de la carne en el organismo. Por eso opto por algo más natural y sano para mi cuerpo”, resalta.

Como ellas, son varias las personas que, ya sea por convicciones éticas, incluso por cuestiones religiosas o de salubridad, optan por eliminar el consumo de carne de sus vidas. Se jactan de llevar una dieta más sana y de poder suplir las vitaminas y proteínas que garantiza la carne. Pero ¿hasta qué punto es saludable eliminar los derivados de animales del régimen alimenticio?

Es que, si bien pueden reconocerse diferentes formas de alimentarse dentro del vegetarianismo (ver recuadro), se destacan dos tendencias: la de los veganos, que rechazan cualquier alimento de origen animal y sólo aceptan lo que proviene del reino vegetal; y los ovolactovegetarianos, que no comen carnes pero sí consumen derivados como huevo y leche.

Para la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), quienes siguen este último tipo de dieta cuentan con cierta “ventaja” y no constituyen “un riesgo” para su organismo, ya que los derivados de animales suplen la carencia proteica que sí puede generarse con una alimentación vegana, basada exclusivamente en vegetales.

En ese sentido, muchos especialistas en nutrición consideran que el veganismo “no es lo más recomendable”, lo que abre una fuerte controversia con aquellos que adhieren a esta corriente, que comenzó a hacerse popular en los últimos años.

Una dieta ovolactovegetariana, en tanto, tampoco es garantía de una alimentación balanceada. Las proteínas, minerales y vitaminas de la carne pueden ser reemplazadas, pero para ello es fundamental informarse y llevar adelante una nutrición conciente para que el cuerpo no esté en déficit.



Una elección ética. En Argentina los vegetarianos representan menos del 5 por ciento de la población, según la SAN, aunque la cantidad de adeptos tiende a aumentar. Entre los consultados por Info Región, la defensa de los animales aparece como la principal motivación para abstenerse a la carne.

Christian Baragatti es ovolactovegetariano desde enero de 2011. “Siempre me perturbó el hecho de comer carne porque era consciente de dónde provenía y cuál era la conducta de esa industria, el sufrimiento implicado y demás”, sostiene.

Aunque el cambio le costó, Christian asegura que en su caso la fuerza de voluntad acompañó a sus convicciones. Muchos de sus otrora platos favoritos, de hecho, tenían carne de alguna variedad, pero para él “fue dejar atrás el pensamiento egoísta”.

Un video sobre el proceso de producción de la carne, que mostraba el maltrato sufrido por el animal y rondaba en las redes sociales, fue lo que impulsó a Gimena Figueroa al vegetarianismo. “Verlo me impactó, y a partir de ese momento dejé inmediatamente de comer carne. Fue automático”, afirma.

Aunque desde el ámbito de la nutrición respetan la postura ética, advierten que son muchos los que se inclinan por el vegetarianismo “por desconocimiento”. “Una cosa es el tema ideológico, lo cual me parece sumamente respetable. Pero a veces la gente es vegetariana porque piensa que la carne es mala o que no sirve comerla”, explica la nutricionista Ana Paula Beccari.

Según asevera la especialista, “está comprobado que aquellas personas que no comen ningún tipo de carne padecen déficits de vitaminas y minerales”. “Lo que uno trata de hacer como nutricionista es instar al consumo ordenado del resto de los grupos de alimentos para que se forme una proteína más completa”, advierte.

Para Julián Berenguel, el vegetarianismo significa tanto una elección personal como “una postura ética y política que resignifica las maneras de alimentarse”. “Surgió como una forma de eliminar todo tipo de violencia en mi vida, ya que creo que el maltrato hacia los animales representa una violencia naturalizada en nuestra sociedad”, sostiene y considera que “hay que ser consciente e intentar concientizar a los demás todos los días, aunque sin asumir una postura fundamentalista e intolerante”.

“El cambio me fue bastante fácil, ya que siempre comí verduras y nunca fui un fanático de la carne”, afirma. Asimismo, manifiesta que en un futuro le gustaría adoptar una dieta vegana.

A Gimena, en tanto, le fue más difícil dejar los derivados de animales y por eso no se volcó al veganismo. Sin embargo, apunta que “la idea es ir dejándolos de a poco”. “Incluso tengo en mente hacer mi propia huerta, ya que la autogestión de generar mi propio alimento me parece algo positivo”, expresa.

Quien pudo superar esa barrera y lleva cuatro meses siendo vegana es Daiana Ganino, que dejó de consumir carne hace 12 años. “Hoy estoy por recibirme en Asesoría en Nutrición y elijo no comer ningún derivado de animales porque aprendí los procesos que conlleva la digestión de la carne en el organismo, por eso preferí algo más natural y sano para mi cuerpo”, resalta.

Para ella, su postura representa sólo “la impronta de comer sano”, aunque aclara que en la transición del vegetarianismo al veganismo se requiere “otro tipo de información”. “Empecé por los lácteos, a reemplazar la leche de vaca por leches vegetales. No se me dificulta tanto porque estoy muy relacionada con la cocina, de hecho de esto armé mi propio emprendimiento (ver “Conciencia Gourmet…”)”, cuenta.

Por su parte, Gimena considera que el consumo de carne “es meramente cultural”. “Contiene mucha grasa y afecta mucho al colesterol, pero no es algo que esté muy difundido. Nuestra cultura tiene muy metida la idea de que la carne es buena y que si no la comes te vas a enfermar”, critica.

De la misma forma, Christian recuerda haber tenido “la falsa creencia” de que la carne es irremplazable. “Nos hacen creer que la falta de ella en nuestra vida es letal y nos va a traer miles de problemas. La realidad es que nunca estuve más saludable en mi vida”, resalta.

Lo cierto es que algunos nutricionistas opinan otra cosa. Aunque no letal, la falta de ingesta de las proteínas, el hierro y vitaminas como la B12 que tiene la carne, complican el funcionamiento del organismo si no se las reemplaza con otros alimentos. Mientras que en el caso de los ovolactovegetarianos, la dieta sigue manteniendo algunos de estos nutrientes, el ojo se posa sobre los veganos.



¿Con riesgos? Por más que veganos y vegetarianos aseguren que es posible suplir los nutrientes de la carne, no es nada sencillo lanzarse a una dieta de este tipo. Y para ello, además, es necesario contar con la información suficiente. La vitamina B12, en este marco, se muestra como uno de los componentes más difíciles de compensar.

Gimena, por ejemplo, reconoce que en un primer momento padeció anemia . “Comía lo mismo, pero excluyendo la carne”, comenta. “Luego fui a algunos cursos y me interioricé con personas que saben del tema y que me explicaron cómo reemplazar las proteínas y el hierro”, cuenta.

Daiana también destaca que en estos años se mantuvo en contacto con dietistas y naturistas que la asesoraron en este aspecto. “Con quinoa, amarantos, legumbres y su combinación con hortalizas, los nutrientes de los alimentos se potencian”, afirma.

“Existe todo un mito sobre la proteína de la carne y que el vegetariano siempre es anémico. Es verdad lo de la vitamina B12, pero puede suplirse con el consumo de spirulinas, que son comprimidos naturales”, indica.

No obstante, la licenciada en Nutrición Daniela Espíndola advierte que las personas veganas “tienden a padecer déficit de proteínas de alto valor biológico y hierro, que surgen por no complementar bien los alimentos que consumen”. “Muchas veces necesitan suplementos vitamínicos. Es decir que hay que tener algún tipo de conocimiento”, subraya Espíndola, que se desempeña en la Clínica Monte Grande.

Los requerimientos vitamínicos y minerales se relacionan con la edad de la persona, el tipo de actividad física que realiza o situaciones excepcionales como el embarazo.

“Es en los veganos donde hay que poner mayor énfasis y educarlos para que complementen bien los alimentos que consumen”, sostiene la nutricionista y apunta que el problema es que “muchas veces se empiezan a cambiar hábitos alimenticios por revistas o recomendaciones de amigos, y entonces no hay un buen asesoramiento”.

Una consideración similar sobre el veganismo es la que tiene la nutricionista Mariana Russo. “Al no contar con el ingreso de proteínas de origen animal es difícil hacer una buena combinación de aminoácidos, que se obtienen no sólo en carnes, sino también en lácteos o huevos”, explica.

Y advierte: “Cuando un paciente me plantea no comer más carne, yo apunto principalmente a no dejar los lácteos y los huevos, porque con ellos es mucho más sencillo un plan de alimentación”.

“La falta de proteínas de origen animal puede contribuir al déficit de algunas vitaminas, en particular las del complejo B. Los granos y las semillas contienen determinada cantidad, pero las carnes son la principal fuente”, advierte Russo.

Así, adoptar una alimentación vegetariana requiere una toma de conciencia y una dieta elaborada con el respaldo de un profesional, ya que la misma debe adecuarse a cada persona. Más en el caso de una dieta vegana estricta, donde la carencia de tantos nutrientes debe ser compensada con una alimentación equilibrada y controlada para mantener un organismo realmente saludable.