Taras Bulba, el gaucho


Si hay una escena inolvidable por su épica en la película ‘Taras Bulba’ con Yul Brynner y Tony Curtiss es la cabalgata a Dubno .

Esta escena del largometraje basado en la novela homónima de Nikolai Gogol y dirigida por J. Lee Thompson y musicalizada por Franz Waxman recrea la cabalgata de los cosacos para expulsar a los polacos que dominaban Ucrania de la ciudad de Dubno.

Lo curioso de esta escena filmada entre 1961 y 1962 es que ante la negativa de la URSS de que se rodara en las estepas ucranianas, se decidió hacerlo en Salta.

De la escena participaron soldados del Regimiento V de Caballería cedido por el entonces presidente Arturo Frondizi que fueron entreverados con gauchos llegados de varias localidades del norte.

Los jinetes argentos fueron entrenados para poder ‘actuar’ por Jerry Brown quien también tuvo a su cargo el entrenamiento de los aurigas de la carrera de Ben Hur, mientras que las escenas de riesgo y de dobles están a cargo de Clyff Lyons, una leyenda que viene desde el cine mudo.

Más de mil jinetes se aprestaron para ir a sitiar una Dubno de cartón piedra que debió ser pintada una y otra vez ante la insistencia de los salteños en dejar sus nombres grabados en las paredes de la fortaleza de utiliería.

Salta, la linda les salió carísima: “Nos quieren cobrar cinco veces más de lo que las cosas valen”, se quejaba el productor Harold Hecht. Tampoco le fue mejor a la hora de publicar avisos en El Tribuno implorando por la devolución de vestuarios de época y armas de utilería que los salteños decidían guardar para sí como recuerdo.

Otro de los tormentos cotidianos de la producción eran las escapadas de los caballos que eran soltados por los mismo cuidadores para que luego sus parientes cobraran 50 mangos por cabeza a la hora de recuperarlos.

Mientras los diaros salteños publicaban fotos de sus paisanos en distintos papeles, los gringos llegaban con muchas novedades a la ciudad que aún no conocía la TV.

La primera fue el dólar y con él los los jeans, el rock, cigarrillos, raros vestidos y peinados nuevos, los vinilos y la Coca Cola.

Para que los gringos supieran quien mandaba, Rubén Fortuny, que fue jefe de Policía local organizó un ‘Sindicato de Extras’ y llevó adelante una huelga que paralizó la filmación por unos días. Además de vigilante, Fortuny interpretó al cardenal polaco. Que la lucha por la justicia social no mate al artista.

Tras superar la amenaza por parte de los centauros salteños de cargar contra el centro de la capital provincial si no había arreglo, cada extra montado recibió cerca de 1500 dólares semanales mas comida y alimento para los caballos.

La película fue estrenada en Salta y la recaudación se donó a entidades de bien público.

Atrás quedaron, las tertulias con el matrimonio Brynner, los romances de Tony Curtiss y las revolcada entre las mozas salteñas y los gringos. Ese día toda Salta fue a verse y las salas estallaron.

En el resto del mundo, la película fue un fracaso y marcó el declive de sus protagonistas. Salta nunca más volvió albergar una superproducción de cine.  Hollywood aprendió la costosa lección y prefirió llevar su glamour y sus dólares hacia locaciones más amables como la andaluza Jaén o la extinta Yugoslavia.