Fuerte cruce entre Sarlo y el Gobierno provincial por la oferta para que se vacune


La polémica entre Beatriz Sarlo y el gobierno provincial se recalentó en las últimas horas con un fuerte cruce entre la escritora y la esposa del gobernador bonaerense, Soledad Quereilhac, mediante un cruce de declaraciones a los medios y cartas públicas en redes sociales donde se contradicen respecto de las circunstancias en las que le fue ofrecida una vacuna contra el Covid-19 a la intelectual de 78 años. Por otra parte, esta mañana el el jefe de gabinete de la provincia, Carlos Bianco, se sumó a la polémica al asegurar que lo ocurrido “obviamente deja un daño sobre la credibilidad del plan de vacunación”. 

Sarlo, que en febrero había revelado públicamente que le ofrecieron vacunarse “bajo la mesa” y que rechazó el ofrecimiento, declaró ayer ante la justicia que la oferta le llegó a través de un editor que le transmitía una propuesta de Quereilhac para que se inmunizara. Además, para ratificar sus dichos, presentó como prueba los mails de Carlos Díaz, el editor en cuestión.

La esposa de Kicillof respondió rápidamente a través de una carta pública en las circunstancias del ofrecimiento y negar que se tratase de una oferta oculta ni de un privilegio, sino que se enmarcaba en un plan provincial de vacunación a personas famosas en el inicio de la campaña para alentar a la gente a que se la aplique.

“La acusación carece de lógica, además de no tener sustento ni basarse en pruebas”, disparó Quereilhac, cuestionó los dichos de Sarlo respecto de que hubo “propuestas por debajo de la mesa” y la exhortó a rectificarse.

“Para sobreactuar su honestidad, Beatriz Sarlo no ha tenido otro recurso que cacarear mentiras en los medios”, lamentó y explicó que no tiene trato personal con Sarlo desde 2004, año en el que la intelectual y crítica literaria renunció como docente de la Facultad de Filosofía, y agregó que no tiene ni su correo ni su teléfono.

Quereilhac explicó que “el único contacto” que tuvo con Sarlo en estos 20 años “fue a través de sus libros, que integran los programas de los cursos que dicto en dos universidades nacionales”.

“¿Por qué le ofrecería la vacuna a Beatriz Sarlo, persona con la que no tengo ningún trato ni vínculo? La acusación carece de lógica, además de no tener sustento ni basarse en pruebas”, insistió.

Lo que sí reconoció es que sugirió su nombre para que sea incorporada a la campaña pública de vacunación y que con ese fin se contactó con el editor Carlos Díaz, pero negó en todo momento que la oferta fuera oculta o irregular.

La respuesta

Sarlo, por su parte, aseguró que la esposa de Kicillof le había propuesto vacunarse por fuera del cronograma de turnos.

Luego de la carta, Sarlo respondió que “cualquier cosa que sale de los protocolos legales comienza siendo por debajo de la mesam y después se la puede vestir diciendo ‘mirá todos estos se vacunaron, creen en la vacuna”.

“La burocracia estatal no puede manejarse dirigiéndose a los intelectuales a través de amigos, sin datos, para pedir que hagan esto o lo otro”, añadió.

El jefe de Gabinete

Por su parte, el jefe de Gabinete provincial afirmó esta mañana que “quedó claro que no era ningún ofrecimiento por debajo de la mesa”, y destacó que  “ni Kicillof ni Soledad la conocen a Sarlo, ni siquiera tienen su teléfono”.

Biano detalló que en el inicio de la campaña, para alentar la confianza en la vacuna rusa, “se había pensado en artistas, integrantes de la cultura y científicos para hacer una campaña de concientización”.

“A muchas personas les da seguridad que las cabezas de los Ejecutivos se la apliquen. Pero hay mucha gente que desconfía o que los políticos no son sus referentes”, precisó para explicar los alcances de una campaña que finalmente no se concretó.


Texto completo de la carta de Soledad Quereilhac:

“A propósito de la declaración de Beatriz Sarlo en la justicia y su repercusión mediática quisiera señalar:

“1) No tengo la potestad de ofrecer vacunas a nadie. No soy funcionaria del gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Yo no fui vacunada aún y estoy esperando mi turno como todo el mundo. Ni mi madre, ni mi suegra, ni ningún familiar ni amiga o amigo cercano recibió tampoco la vacuna. Todxs están esperando su turno, como corresponde. No fomentamos ni participamos de ningún privilegio ni de ningún trato “vip” (siglas de una tontería innegable, además).

“2) No tengo trato personal con Beatriz Sarlo desde 2004, año en que ella renunció a su cargo docente en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. No tengo su correo electrónico ni su teléfono. El único contacto que tuve con Sarlo en estos casi veinte años es a través de sus libros, que integran los programas de los cursos que dicto en dos universidades nacionales y de los que sigo aprendiendo.

“3) Si nadie de mi círculo se vacunó, si ni yo misma me vacuné, dado que –como señalé más arriba– jamás pasaría por arriba de los derechos de los demás, ¿por qué le ofrecería la vacuna a Beatriz Sarlo, persona con la que no tengo ningún trato ni vínculo? La acusación carece de lógica, además de no tener sustento ni basarse en pruebas.

“4) Cómo fueron los hechos:

“A fin de enero de este año, Axel comenzó a diseñar una campaña de promoción de la vacunación, de carácter totalmente PÚBLICO, que fue anunciada en muchas conferencias y entrevistas. La primera vez que se refirió a esa campaña fue en Villa Gesell, el 26 de enero. Eran semanas de intensos ataques a la vacuna Sputnik V: la asociaban, básicamente, con “veneno”. Para contrarrestar ese irresponsable discurso, que transmitía miedo a la población, Axel pensó en convocar 100 referentes de la cultura, el espectáculo, el deporte y otros ámbitos, todxs mayores de 60 años, para sumarse a la campaña. La propuesta fue clara y transparente: hacer de la vacunación un acontecimiento público, sacarse una foto, divulgar la confianza en la vacuna. El objetivo también estaba claro: transmitir a través de un acto ejemplar –y no sólo con palabras– que la vacuna era segura y necesaria.

“En ese marco, ayudé a Axel a pensar posibles nombres para esa lista de 100 referentes, que debía estar integrada, además, por personas de variada orientación política. Como trabajo en el ámbito de la cultura y la academia, entre los muchos nombres posibles, pensé en el de Beatriz Sarlo, cuyo reconocimiento es indiscutible, al igual que su total ajenidad al peronismo. Ese fue todo mi aporte: pensar junto a mi pareja, la tarde del 22 de enero, personas que también quisieran “poner el hombro” a la vacuna y ayudar a atenuar tanta irracionalidad anticientífica. Jamás se pensó en términos de “privilegio”. Se pensaba en la función social que ese acto individual podía cumplir para el conjunto de la sociedad.

“Esa misma tarde, le conté la idea a Carlos Díaz, director de la editorial Siglo XXI, en la que publicamos nuestros libros tanto Axel y yo, como Beatriz Sarlo. Carlos ofreció consultarle a Sarlo si le interesaba participar de esta campaña. Así lo hizo a través de un correo electrónico. Sarlo rechazó la propuesta al otro día y así nos lo comunicó Carlos Díaz. Todo ese intercambio se produjo por escrito y hoy los correos circulan públicamente. Finalmente, la campaña no se llevó a cabo, por la combinación de dos motivos: la confianza que transmitió el artículo de The Lancet; y la demora en la llegada de vacunas.

“Cuesta creer que quien fuera Profesora Titular de Literatura argentina del siglo XX durante más de dos décadas, autora además de muchos libros claves para la sociología de la cultura y la crítica literaria, tenga problemas de lectura frente a un simple correo electrónico. Lo cierto es que, para sobreactuar su honestidad, Beatriz Sarlo no ha tenido otro recurso que cacarear mentiras en los medios. Habló de propuestas “por debajo de la mesa” y con ello no sólo sembró dudas sobre el proceso de vacunación en su conjunto, sino que, sobre todo –y aquí lo más imperdonable–, terminó involucrando en sus mentiras a Carlos Díaz, una persona de bien, respetada y querida por gran parte del campo intelectual argentino. Y de paso, también me ensució a mí, atribuyéndome actos de corrupción y nepotismo que jamás en mi vida cometí. A la luz de su autopercepción como una persona que “tiene ética”, sólo cabe esperar que se rectifique. Mientras tanto, sigo sin decidirme entre la pena por su enorme torpeza o el desconcierto ante su mala fe.”

Soledad Quereilhac