Pasión y honestidad en acción en el Día del Militante


Se cumplen 48 años de una fecha emblemática para el peronismo en especial y para la política nacional. Hablamos ni más ni menos que el regreso a la Patria, tras 18 años de exilio, de Juan Domingo Perón, en medio de las zancadillas del gobierno de facto encabezado por el general Lanusse y la algarabía popular expresada a lo largo y ancho del país por cientos de miles de argentinos que veían en el retorno del líder la posibilidad de dejar atrás años de desencuentros y frustraciones.

El 17 de noviembre de 1972, tres meses después de que el propio Lanusse desafiara al destino con su frase: “a Perón no le da el cuero”, el DC-8 de Alitalia tocaba pista en Ezeiza y el General Perón pisaba suelo argentino.

Aquella jornada histórica quedó marcada en el calendario, y es recordada como el Día del Militante, en reconocimiento a la templanza de los miles de hombres y mujeres, anónimos pero unidos por un sueño común, que lograron lo que parecía imposible.

La militancia política siempre ha sido materia de estudio y habla de seres humanos con ideales, persistentes, voluntariosos, sensibles y solidarios.

Por definición se podría sostener que al militante las circunstancias del quehacer en donde se desenvuelve lo puede llevar a ocupar tareas de mayor responsabilidad pero sin perder de vista ese compromiso de poner el corazón como también contagiar esta digna tarea a  otros, para sumar esfuerzos.

Sin embargo hoy por hoy el compromiso por las causas basadas en ideas o en intereses no es patrimonio exclusivo de la política partidaria, tal como se la podía entender en aquellos años `70.

Hoy la militancia, por suerte, transcurre también en diversos escenarios y es así que hay militantes por el medio ambiente, por los derechos humanos, por la paz en el mundo, por la preservación de especies animales y un sinnúmero de temas que abarcan las preocupaciones sobre el mundo que estamos construyendo y legando para las próximas generaciones.

Los nuevos tiempos renovaron ámbitos de acción, pero perdura el carácter intrínseco que define a la militancia como entrega y tesón para lograr revertir realidades injustas o inapropiadas, al tiempo de promover mejores condiciones políticas y sociales, con pilares sólidos como la unidad nacional, con la certeza de estar trabajando por el bien común.

La vida, en definitiva, se completa con la pasión de quienes la protagonizan y quizá la tarea de militar una causa sea una de las actividades que mejor pueden definir la voluntad de diálogo, comprensión y amor sincero por el otro, por el que sufre o ve disminuidos sus derechos actuales o futuros.

Es así que en la actualidad cientos de miles de hombres y mujeres, especialmente jóvenes, en todo el planeta, abrazan causas tan diversas como importantes; conscientes de que con su militancia anónima pero persistente ayudan a hacer de este mundo un sitio mejor cada día. Bienvenido sea ese compromiso desprovisto de segundas intenciones.

En definitiva como decía  Arturo Jauretche “militante es aquel que intenta transformar el mundo con su ejemplo”.

Feliz Día del Militante.