Entre los cambios que experimentó Argentina en las últimas décadas, uno de los que más asombra es la pérdida de la garantía de bienestar que significaba tener un empleo registrado, un seguro contra la pobreza que ya no rige y que no podrá impedir que este año llegue al 42%, de la población, casi 20 millones de pobres.
En agosto, la canasta básica aumentó 14,3% y una familia tipo necesitó $284.687 para no ser pobre. El costo de esa canasta básica subió 39.660 por ciento en dos décadas, lo que explica el daño que la inflación causa en el país.
La elevada inflación y los magros sueldos de buena parte de los empleados en relación de dependencia, sumados a la proporción de trabajadores en negro, explican por qué hay cada vez más indigentes en las calles.
Todo a pesar del leve descenso del desempleo que afecta al 6,2% de la población activa, el más bajo desde 2016-, los magros salarios, sumados a las dificultades estructurales de gente con cada vez menos herramientas para defenderse, empujan la pobreza a niveles récord.
Este 2023 cerrará con el mayor nivel de pobreza en 21 años, y hay remontarse a fines del 2002 para encontrar un escenario social peor.
Sobre el final de 2002 había 20,8 millones de personas en la pobreza, que no llegaban a cubrir una canasta básica de $716 mensuales en el caso del área metropolitana. Además, los indigentes llegaban a casi 10 millones. El 57,5% de los argentinos eran pobres y, de ese total, 9.955.000 eran indigentes, según el INDEC.
Este miércoles, el INDEC dará a conocer el registro de pobreza del primer semestre de este año, que rondaría el 40,1%, cinco puntos por encima del primer semestre de 2022 o unos 18,5 millones de pobres, una foto espantosa que, sin embargo, no reflejará el impacto de la inflación del 12,4% de agosto y el nivel similar que se espera en septiembre.
Algunos economistas creen incluso que la suba de precios de los últimos meses hundirá en la pobreza a otras 500.000 personas y sólo el desempleo en baja evita que la pobreza supere el 50% aunque los empleos que se crean son de poca calidad como los que brindan las aplicaciones de delivery.
Pero no esto no es todo. Hay quienes explican que el desempleo cae, también, porque hay menos gente saliendo a buscar trabajo pues las políticas públicas aplican compensaciones diversas, como los subsidios, y porque creen que no van a poder conseguir un empleo.
La inflación no es la única razón por la que la pobreza crece a pesar de que hay bajo desempleo otra de las causas es que la productividad promedio viene cayendo en los últimos 10 ó 15 años, y que cuando eso ocurre los ingresos se ajustan a esa productividad baja, y caen.
Según surge de los últimos datos del INDEC, el desempleo es muy alto entre los jóvenes y las mujeres, y en particular en el conurbano y la Ciudad de Buenos Aires.
La clase media se sigue achicando en la Ciudad de Buenos Aires
Por su parte, la clase media se achica cada vez más y ya representa apenas el 45% de la población porteña, mientras la indigencia llegó a un nivel récord en la Ciudad de Buenos Aires, según un informe oficial que pone de relieve que un tercio de los pobres son menores de 17 años todo eso en el distrito más rico de la Argentina.
Los hogares encabezados por mujeres son los más afectados por la pobreza, el 24,4%, mientras que si hay un varón al frente del hogar, el índice disminuye al 18%.
El escenario se complica aún más si se tiene en cuenta que los datos corresponden al segundo trimestre, es decir, todavía no se vio reflejado el nivel récord del costo de vida alcanzado en agosto, del 12,4%, el más alto en 21 años.
Un dato curioso es que la pobreza aumenta a pesar de que el empleo en la Ciudad de Buenos Aires alcanzó un nuevo récord, lo cual grafica que tener un trabajo estable ya no garantiza evitar caer entre los estratos más pobres.
De acuerdo con los datos de la Dirección de Estadística y Censos de la Ciudad, en un año la indigencia subió del 7,5% al 10,2% (315.000 personas), llevando la pobreza al 27% (830.000 personas) versus un 23,6% un año atrás. Es una cifra récord salvo durante la pandemia.
Por su parte, el 39,6% de los niños, niñas y adolescentes, el rango de 0 a 17 años, residen en hogares en condición de pobreza (271.500 personas en ese grupo de edad). Un año atrás, era de 38,4%.
En la zona sur de la Capital es donde se registran los mayores niveles de indigencia, pobreza, vulnerabilidad social y pobreza infantil.
Según el reporte, del conjunto de hogares y personas en situación de pobreza, los que están en situación extrema de indigencia se incrementaron del 35% al 38%.
Una de las razones por las que mucha gente es pobre aunque tenga empleo, es que los aumentos nominales en los ingresos laborales y no laborales como jubilaciones y ayudas sociales quedaron por debajo de la suba de los precios, que ronda el 120% anual.
La pérdida de ingresos se detecta en todas las categorías ocupacionales, y se traduce en un empobrecimiento de los trabajadores con empleo, estén registrados o no.
Desde el inicio de la medición porteña, la pobreza pasó del 16,4% en el segundo trimestre de 2015 al 22,1% en 2019 y al 27% en la actualidad.