El Tren Roca se quedó sin Mantecol, el de la “fresca, fina y sana golosina”

La comunidad del Tren Roca hizo notar su pesar por la muerte del Tucu Mantecol, un histórico de la venta ambulante.

Los usuarios del servicio del ferrocarril General Roca, en particular aquellos que fatigan y padecen los vagones repletos del ramal que une Alejandro Korn con Plaza Constitución son especiales, tanto, que conforman una suerte de comunidad informal pero solidaria y llena de mitos que pueblan los andenes del Tren con más rock del conurbano: el Tren Roca.

Entre esos personajes estaba Próspero Jérez, un tucumano de 76 años, al que todos conocían e identificaban con el producto que durante medio siglo, un número exagerado, pèro así son los mitos urbanos, vendió en los vagones: el Mantecol.

El mito del Tucu del Mantecol del Tren Roca

Mantecol, el tucumano que en los 70 se vino a vivir a Guernica para laburar de ferroviario y al que la privatización de Menem en el 90 dejó en la calle desde donde salió a hacerse la diaria, se murió y dejó a la comunidad del Roca un poco más sola.

Lo cierto es que después de la pandemia, el Tucu no andaba bien: las enormes barras de mantecol con las que multiplicaba el colesterol de los golosos se habían achicado, la salud le flaqueaba, la falta de trenes locales desde Burzaco le complicaba la venta y hasta tuvo que rebuscársela vendiendo una pomada contra el dolor de contenido misterioso.

Las redes se llenaron de mensajes de perplejidad, dolor, recuerdo y despedida para ese tucumano grandón, de ojos pequeños y de mirada triste que anunciaban: “Los vagones extrañarán tu voz·. También se multiplicaron los “besos al cielo”, los “vuela alto” y los pedidos de que “brille para él la luz que no tiene fin”.

“Gran postre Mantecol de Georgalos con vetas de chocolate. Marca, calidad y prestigio en golosinas; Fresca, fina y sana golosina” fue una marca tan registrada y tan sellada como la “fecha de vencimiento al dorso del envase”. Obviamente, ya el Tucu es sticker de WhatsApp

Por su parte, un artista plástico de Glew, el pampeano Jorge Aranda le dedicó un trabajo.

“Te tomaste el último tren”, lo despidió alguien; mientras que otra usuaria de las redes proponía un improbable asalto y “caerle con flores a la familia a donde vaya a reposar”. Y agregó: “Ni sabe lo que significó para la mesa navideña de miles de trabajadores del Roca. Se me cayó una lágrima. Si alguien sabe dónde es que va a descansar, en qué cementerio, que avise”.

Por su parte, alguien pedía que Georgalos reconociera como empresa al Tucu por los miles y miles de mantecoles que vendió “para degustar en el viaje, para llevar de regalo”.

Yo no llegaba al mostrador y el ya era una institución arriba del tren. Un ejemplo para las nuevas generaciones de vendedores, buena persona, responsable con el trabajo. Un señor, un saludo a la familia y amigos que pierden un excelente compañero. Hasta luego, como decia él”, lo despidieron desde Golovita, la distribuidora donde a diario iba a buscar ese postre de manteca de maní al que le puso nombre.

La comunidad del Tren Roca anda de malas, no hace mucho hubo que despedir al Tano de los sánguches. Sí, el del grito de “especial, especial”, consumidor de escarbadientes y un ícono del busca.