Un presidente sin amigos

Sin estructura, con aliados y funcionarios que discuten entre sí, con una base que oscila entre cuestionarlo y defenderlo sin demasiada convicción, el presidente Alberto Fernández oscila entre sus fantasmas y un tiempo que se agota. Sin embargo, como buen jugador, aún tiene una carta.

El ‘fuego amigo’ define a los disparos provenientes del propio bando que causan bajas en las filas propias y que si bien suelen ser causados por errores, en algunas ocasiones son producto de decisiones en las que se pondera el beneficio que, a la postre, esa decisión podría traer en el transcurso del conflicto..

En menos de 80 días, el gobierno de Alberto Fernández fue sometido por parte de su propia coalición a ese ‘fuego amigo’ en una proporción inédita al menos desde el retorno democrático de octubre de 1983 y que le impidió gozar de esos tradicionales cien días de ventaja con los que asuma cada nueva gestión.

Mientras el ex oficialismo se mostró en términos generales bastante gentil con la nueva gestión, desde la coalición gobernante no dejaron de bombardear al presidente. Hagamos un resumen:

  • Designación de parientes en cargos inexplicables.
  • Jueces de amabilidad canina y expedientes abundantes liberaron a detenidos por corrupción apelando a argumentos que había rechazado hacía un par de meses atrás.
  • Vetos más o menos explícitos que le impidieron nombrar funcionarios.
  • Los cruces entre los ministros bonaerense y nacional en una materia tan sensible como la seguridad.
  • Polémicas a través de los medios entre los integrantes de su Gabinete acerca de la existencia de “presos políticos”.
  • Nombramientos en gabinetes provinciales de personajes a los que durante la campaña se intentó ocultar.
  • El pedido de intervención al poder judicial jujeño.
  • El proyecto que pretende ligar al ejercicio del periodismo con las prisiones preventivas en casos de corrupción.
  • La política del gobernador bonaerense ante los vencimientos de deuda.
  • Las declaraciones de la vicepresidente acerca del FMI desde una tribuna tan simbólica como Cuba.
  • La insólita calificación de “negacionista” de las atrocidades de la dictadura que recibió el presidente y el posterior pedido de disculpas de su parte.

Ciertamente que el Ejecutivo se encuentra más cómodo discutiendo temas como la cantidad de desaparecidos durante la dictadura; los géneros autopercibidos; la herencia recibida o volver a abrir un Tecnópolis que nunca cerró. Es decir, temas que no tengan relación con la imposibilidad de gastar unos fondos que no existen y que nadie está dispuesto a prestar.

Mientras tanto, en las redes y los medios amigos se incrementa el debate entre sus propios votantes divididos entre quienes piden “realismo” y “política”, y quienes comienzan a quejarse por la falta de realizaciones y la “tibieza” de la nueva administración que hasta hoy no puede mostrar más que una escasa cantidad de tarjetas alimentarias y una serie de aumentos por decreto que son más discutidos que celebrados.

Además, ante este tipo de cuestionamientos -hasta el momento- el Presidente no tuvo un sólo gesto de autoridad y -sin tropa realmente propia a disposición- osciló entre mediar, ceder y disculparse.

El poder de la grieta

“La naturaleza aborrece el vacío”, esa sentencia sostenida por los aristotélicos y aplicada al arte, la decoración, la física y la literatura es un apotegma cuando se habla del ejercicio del poder. El poder que no se ejerce se pierde, dicen los manuales.

Sin embargo, toda esa tormenta, no parece afectar directamente a la figura del presidente: “Cada vez que le tiran sus amigos, la imagen de Alberto crece y bajan las de los talibanes propios y ajenos”, me comenta un consultor de opinión pública que trabaja para la oposición, quien concluye que “hay una tendencia a cuidar la institución presidencial de los disparates y una cierta aceptación de que un ajuste profundo de la economía es inevitable.”

“El mensaje de la elección de medio término de 2017 fue: ‘hagan lo que hay que hacer’. Macri lo leyó pero quedó sepultado entre las piedras que taparon el Congreso cuando se aprobó la reforma previsional. Hay una percepción de que Alberto lo leyó bien y que a su modo, sinuoso, repleto de ambigüedades y equilibrios lo intentará”, resume.

Si las piedras sepultaron las reformas estructurales que precisaba la economía y que el mercado llevó adelante por sí mismas de modo brutal a partir de marzo de 2018, tal vez sea el ‘fuego amigo’ el que provea la argamasa requerida para construir los puentes necesarios para salvar las grietas artificiales constituyen el único argumento de quienes viven de ella.

¿Será que quienes hoy se esmeran en ‘esmerilarlo’ saben que el tiempo conspira en su contra y han salido a jugarse el resto antes de junio para cuando se prevén algunos índices más amables que doten al presidente de una fortaleza que hoy carece?

Habrá que esperar y decodificar el discurso de apertura de sesiones ordinarias del Congreso para ver qué sendero seguirá.