El bando de la alegría


La escena es inolvidable: en la plaza de un pueblín manchego, Paquito, el sacristán, toca la trompetilla para congregar a los vecinos. “¡Venga, a callarse todos, que voy a echar un pregón…‘De orden del señor cura, se hace saber que Dios es Uno y Trino’”, vocifera con cadencia mientras los allí reunidos aplauden y dos mujeres abandonan la reunión bailando jotas.

Encarnado por el mítico Manuel Alexandre, Paquito, es un personaje de Amanece, que no es poco, la inolvidable película de José Luis Cuerda. Paquito es “sacristán, campanero, monaguillo, pregonero, turiferario”. Parece un personaje menor, un recuerdo de nuestra época colonial cuando por las calles porteñas andaban los “caballeros con galera y bastón, las damas con mantilla y peinetón”, pero aún hoy, en la España profunda, el pregonero, el pregón y el bando son actores sociales a los que se toma muy seriamente porque anuncian -sea a viva voz o clavado en un tablón municipal- cosas de verdadera importancia.

Noemí González Díaz no llega a los 40, pero su sonrisa traviesa enmarcada en rulos colorados la acercan más a una niña escapada de una aventura de Harry Potter que a la docente y militante socialista que logró desbancar a los derechistas del Partido Popular de la alcaldía de la Pola de Gordón, un ayuntamiento de algo más de 3.000 habitantes de tradición minera asentado a mil metros de altura en la montaña central de la provincia de León.

Noemí González Díaz, alcaldesa de Pola de Gordon.

Acariciado por el río Bernesga, esta ciudad que debe su figuración en los mapas a que por allí pasa el tren que une la ciudad de León con la cantábrica y asturiana Xixón, escaló a una modesta fama gracias a que esa mujer de sonrisa aniñada firmó en su carácter de “alcaldesa presidenta del ilustrísmo ayuntamiento de la Pola de Gordón” un bando que desde el tablón de la alcaidía anunció la apertura de “la época de la magia” en un municipio en el que queda “terminantemente prohibido enfadarse, el desánimo, la tristeza, el rendirse y el aburrimiento.”

En el marco del ‘estado de alarma’ decretado por el Ejecutivo español, la alcaldesa sumó a las medidas sanitarias que buscan derrotar al Covid19 el uso de este tiempo “difícil y nuevo para todos” como un espacio que sirva para “romper con los viejos defectos y abrir paso a un mundo diferente”.

“…la esperanza y la porfía no son ajenas a los habitantes de la Pola, hace más de 20 años que su Comisión de Fiestas compra el mismo número para la lotería de Navidad: el 14.655. Nunca salió pero cuando salga…”

Un camino al futuro

Para lograr tal fin proponer construir un camino “al futuro, la inocencia y la alegría” y olvidar el egoísmo para reemplazarlo por “solidaridad y el bien común”, y vaticina que “todo se arreglará con una buena intención de las partes implicadas, sonrisas, abrazos y muchos besos”.

“Nadie sabe más de esto que los niños”, asevera el bando, donde se pone relieve no sólo que se están portando bien sino que “están repartiendo alegría a raudales a sus familias”, porque “siguen siendo muy amigos de sus amigos y no han perdido su frescura y espontaneidad”.

Autoridad al fin, la alcaldesa de sonrisa de niña recalca que los pequeños gordoneses “trabajan duro para conseguir que todo el trabajo que los profes les hacen llegar esté finalizado a tiempo y con mucha calidad”.

Previsora, la regidora de rulos colorados decretó que “será obligatorio, una vez acabado el confinamiento, recordar cada noche cuánto deseamos pasear, abrazar, tomar un café con amigos, disfrutar de la primavera en nuestros montes con nuestros hijos y cada mañana que la vida puede cambiar en un segundo y no para mejor, por lo que saborearemos cada nota musical en compañía, cada mirada amable, cada sonrisa amiga”.

Estuve de pasada hace varios años en la pola leonesa, en esa época el tiempo ya había dejado de pasar y la minería languidecía. Para cuando estuve, los gordoneses eran casi cinco mil y había bastantes más jóvenes que ahora.Sin embargo, en la cuenca minera asturleonesa no saben de rendiciones pues, como dice la canción, “mientras queden piedras, lo que sobra es valor.”

Y alegría.

Posdata de un domingo de lluvia

Mientras reviso -nuevamente- la nota recuerdo una historia diferente pero no tan distinta.

En marzo de 2016 en el ayuntamiento zamorano de Brime de Urz, un caserío rico en pasado y cuyos escaso centenar de habitantes no cesa de menguar, el alcalde -José Furones Marcos, del Partido Popular- convocaba a través de un bando a los vecinos a que hagan “un pequeño esfuerzo” y colaboren concurriendo al nuevo bar de la localidad que se abría tras “siete meses sin ningún establecimiento hostelero abierto en el pueblo.”

“Por lo tanto e insisto, no perdamos esta oportunidad ya que resulta muy triste y penoso tener el pueblo sin bar. En él es donde pasamos los mejores ratos jugando la partida y los que no juegan también pasan un rato muy agradable haciendo apuestas por fuera”, recuerda, nostálgico, el bando, que destaca que en esos tiempos “había muchos bares abiertos y en todos había gente”, en contraposición a estos tiempos en los que “hay un solo bar y cada vez menos gente.”

Tras destacar que “muchos pueblos de la comarca” quisiera tener un establecimiento de esas características, considera que sería “muy triste que no saliera adelante” e insta a los parroquianos a no dejar caer “lo único” que queda en la localidad y que es preciso sostener “por el bien de todos”.

Lo dicho, en la España profunda los bandos sólo hablan de temas realmente importantes.