Una crisis, una oportunidad


Cada vez que empiezo a escribir, intento ir para el lado económico. Sin embargo, al ver la sucesión de acontecimientos, se torna imposible distinguir cuánto es económico y cuánto es consecuencia de la política, sin entrar, aunque parezca un juego de palabras, en la política económica o en economía política.

Dicho de otra forma, cuando un productor agropecuario liquida sus exportaciones a un dólar que luego de retenciones e impuesto país ronda los $50, habiendo al menos de  4 tipos de dólares que no bajan los $120,  no puedo entenderlo sino es por la intervención de políticos. Si veo que el BCRA emitió más de 800 mil millones de pesos desde marzo para tratar de evitar que se vaya al más allá la economía que internaron en coma inducido, no puedo dejar de interpretarlo como financiamiento de medidas de esos políticos.

Por eso, tal vez divagando un poco, suelo tratar de ir un poco más allá de las palabras, intentando descifrar a quien van dirigidas en realidad, leyendo actitudes, observando los actos, para luego hacer  mi propia interpretación libre de todo eso.

Y pienso que tal vez, la identificación de una gran parte de los actores con el gobierno no sea solo por los subsidios y beneficios como algunos creen sino admiración. No porque sean grandes estadistas sino porque pareciera que los políticos son más actores que los actores. Se muestran ante las cámaras como si tuvieran el control de la situación. Tratando de hacernos entender que ante una situación tan crítica, harán su mejor esfuerzo para cuidarnos y mantenernos a salvo, aunque eso implique violar algunos derechos.

Al principio de la cuarentena, ciertos elementos como los trajes y las máscaras (que ya no se ven tanto en sus apariciones públicas) impulsaron cierta amplificación de la puesta en escena, que fue infundiendo duda sobre la gravedad y obviamente, cada vez más miedo, a una sociedad que se replegó. La oposición por temor a perder espacio, ser vista solo como  palos en la rueda, y que al fin y al cabo también son políticos, tampoco se opuso mucho. Si sumamos la necesaria complicidad de los medios de comunicación, que difundieron mensajes de mejora de imagen, de piloto de tormenta y otros por el estilo llegaremos finalmente a preguntarnos si esos políticos realmente hicieron algo o solo se posicionaron como proyección para el futuro, ya sea para mantener lo que tienen o para recuperar espacio.

La sociedad, mayoritariamente, ante una crisis, espera que, como dijera un miembro del consejo de hambre,  “Hagan algo”, que los políticos lo solucionen. Pero en esa incertidumbre se les permite erosionar libertades, y derechos, que empiezo a preguntarme  si volverán cuando se vuelva a la normalidad. Porque he visto el mensaje con cara de compungido y de preocupación del político cuando puso en marcha todo el poder de coerción del gobierno, y dejar fuera áreas enteras de la economía, ponernos en virtual arresto domiciliario a todos, determinar vaya a saber con qué razones que algunas fábricas de colchones eran más esenciales que las de sábanas, encarcelar a alguno que violó la cuarentena y liberar a otro que violó, personas, leyes u cualquier otra cosa pero no justamente cuarentenas. Y hablan con entusiasmo del futuro y la normalidad, en inauguraciones sin barbijo, pero en los hechos no se nota que lo ansíen tanto. Y que decir, después de escuchar al Gobernador de Buenos Aires  avisarnos que esto fue un punto de inflexión, que ya nada será lo mismo y que volver a como era antes sería un suicidio colectivo.

Esa afirmación de  “una crisis, una oportunidad” pareciera que los políticos lo entendieron a la perfección o que para ellos es casi lo mismo.  Porque ante cada crisis aparece la tapa de un medio, con el político de turno vestido con traje de Superman,  para luego dar la conferencia de prensa donde anunciará que están para cuidarnos y mejorarnos la vida,  aunque no encontremos realmente medida alguna que tienda a ser el punto de partida que nos encamine hacia un lugar mejor.

Pensemos un momento aquella vieja máxima que señalaba que la diferencia está en los detalles. Te dicen, no salgas. Intenta hacer todo electrónico. Entonces muchas familias coordinan para transferirle a la cuenta de uno de los hermanos, padre o quien fuera, para que se encargue de los suministros y/o de pagarle los servicios a sus adultos mayores. O tal vez  para ayudar a uno de ellos  que no está pudiendo trabajar. Y quien recibe ese dinero, sufre retención de los gobiernos provinciales  por Ingresos Brutos, del nacional por el Impuesto Ley 25413  a los débitos y créditos, y encima deberá dar explicaciones que no es facturación en negro.

Al final, como dejar de sentir que a los políticos les importa nada hacer algo que mejore la vida de la gente, sino solo dar alguna dádiva o placebo cortoplacista esperando la próxima crisis para posicionarse nuevamente de acuerdo a sus ambiciones personales.  Sería un buen comienzo, dejar de esperar que un político resuelva los problemas, no solo porque no sucederá, sino porque si fuera posible, ya no habría ni hambre ni injusticia en el mundo. ¿No?